Si te dijera que no necesitas ni talento ni experiencia previa para tener tu vida en orden, ¿me creerías? Sé que puedes sentirte desorganizada, pero lo que te ocurre es que nunca adquiriste hábitos de orden en casa. No eres un desastre; simplemente nunca desarrollaste rutinas claras, no aprendiste a tomar decisiones de orden o no supiste cómo simplificar tu espacio.
Si ahora mismo sientes que tu vida es un caos fuera de control, no te preocupes, porque vamos a aprender a poner tu casa en orden desde cero. Te aseguro que si sigues mis consejos, poco a poco, verás cómo empiezas a retomar el control de tu vivienda.
- Rompe la barrera: entiende por qué estás en el caos
- El cambio de mentalidad, clave para empezar a ordenar
- Reconoce tus limitaciones internas
- El gran error: ¡No quieras hacerlo todo a la vez!
- La estrategia de avance progresivo
- Las dos rutas fundamentales para el orden duradero
- El impacto de empezar por las zonas más visibles
- El poder de los límites: tiempo y posesiones
- ¿Qué hago si me siento abrumada y quiero ordenar todo a la vez?
- ¿Qué pasa si no consigo que un espacio quede perfecto?
Rompe la barrera: entiende por qué estás en el caos
Probablemente, la primera barrera que nos encontramos es que nunca nadie nos enseñó a crear hábitos de orden. Existen dos motivos comunes por los que esto ocurre, que son los que más me comentan mis clientas:
- Ambiente caótico: Nunca aprendiste los hábitos porque en tu casa ya existía mucha acumulación y desorden, y tus padres no llegaron a retomar el control de ese espacio.
- Control excesivo: Tuviste unos padres (generalmente la madre, en mi generación) que tenían todo bajo control. Ellos, con todo su amor, nos permitieron dedicarnos a nuestros estudios o carreras, pero nunca nos enseñaron a gestionar nuestro espacio ni a ordenar.
Cualquiera que sea el motivo, debes empezar a cambiar tu mentalidad. Tu cerebro es un órgano maravilloso que aprende y evoluciona.
El cambio de mentalidad, clave para empezar a ordenar
Es un error pensar que ser ordenado viene "de serie" o que la gente es ordenada por naturaleza. Hay una diferencia enorme en cómo enfocamos esta situación. Si bien el orden de nuestra cabeza tiene impacto en nuestro espacio, lo que aprendemos y hacemos cada día tiene aún más impacto que la predisposición genética.
Por eso, en lugar de enfocarte en "quiero ser una persona ordenada", vamos a enfocarnos en qué pequeñas acciones voy a tomar a diario para convertirme en esa persona que quiero ser. Debemos dejar de ponernos etiquetas y empezar a actuar, tomando acciones todos los días.
Reconoce tus limitaciones internas
Para empezar, vamos a reconocer qué es lo que nos falla y cuáles son nuestras barreras internas. No se aprende a correr sin saber caminar primero, así que, empezaremos desde cero.
Puedes escribir en un papel una lista de aquellas cosas que sientes que te están frenando a la hora de encontrar el orden en casa. Ojo, no quiero que pongas cosas externas como "mi marido no me ayuda" o "vivo en una casa que no me gusta". Debemos listar las limitaciones internas, como, por ejemplo:
- No tener rutinas de orden (diarias, mensuales o semanales).
- No saber cómo empezar o no tener una referencia que te guíe.
- No darnos el espacio mental para pensar en el orden: Estamos tan ocupadas moviendo cosas que no nos paramos a planear.
Antes de poner orden, debemos pensar:
- ¿Cuál es el objetivo que queremos conseguir?
- ¿Cuál es la intención del espacio que queremos ordenar?
- ¿Cómo vamos a atacar ese plan?
- ¿Cómo vamos a mantener el orden en ese espacio?
Planear siempre antes de empezar a ordenar es vital. Escribe esta lista siendo honesta contigo misma, sin juicio. Este ejercicio es para tu propio beneficio. Reconocer dónde nos encontramos es el lugar más legítimo para empezar a poner orden en tu vida.
El gran error: ¡No quieras hacerlo todo a la vez!
Este es uno de los errores que más encuentro entre mis clientas. La gente empieza muy motivada, le dedican muchísimas horas a ordenar una habitación o el salón, y acaban desesperadas por tanto trabajo. El resultado es que no vuelven a tocar nada más, porque la experiencia fue muy dolorosa ¡No podemos hacerlo todo al mismo tiempo!
Uno de los principios de mi método es la paciencia. Si vas a incorporar hábitos, haz uno cada vez; no podemos cambiar nuestras rutinas radicalmente. De la misma manera, si tienes mucho desorden y acumulación, no intentes poner toda la estancia en orden en un momento.
Lo haremos poco a poco: cada día un espacio, cada día un rincón, cada día un cajón o una estantería. Esto te ayudará a avanzar y, al mismo tiempo, a mantener la motivación.
La estrategia de avance progresivo
Hablamos de un avance progresivo: empezamos desde aquí, y vamos poquito a poquito subiendo nuestro nivel de orden. No tienes que dejar las cosas perfectas a la primera. Si no consigues la perfección en un espacio, no pasa nada, ya está hecho, pasamos al siguiente. Con el tiempo, cuando sientas que tu casa está bajo control, puedes revisitar ese espacio y darle otra buena pasada.
Vamos a empezar por lo más fácil, lo trabajamos, y luego profundizamos en cositas un poco más difíciles. Esto hace que nuestro músculo del orden crezca cada día.
Es muy importante que valides los pasos que das. A veces, aunque lleves dos meses trabajando, sientes que tu casa sigue siendo un desastre, pero has avanzado. Por eso, yo siempre recomiendo hacer una foto del antes y el después. Esto es clave para no enfocarnos solo en lo que nos queda por hacer, sino darnos cuenta de todo lo que hemos avanzado para seguir motivadas.
Las dos rutas fundamentales para el orden duradero
Si estás empezando desde cero, tienes que diferenciar claramente las dos rutas que debemos seguir. Puedes empezar a trabajar ambas al mismo tiempo si quieres:
Ruta 1: Hábitos de orden (diarios y semanales)
Esta es la hoja de ruta por día, y tiene que ver con los hábitos de orden diarios, semanales y estacionales que incorporamos a nuestra vida:
- Hábitos diarios: Son mis "tres no negociables". Es decir, tres hábitos pequeños, pero muy impactantes, que te ayudan a mantener la casa a flote. Por ejemplo, recoger el lavavajillas/platos por la mañana o por la noche, una acción relacionada con la colada (poner una lavadora, tender o colgar) o mis 5 minutos del orden (ordenar y resetear una estancia en 5 minutos).
- Hábitos semanales: Incluyen nuestra planificación de comidas y nuestro reseteo semanal.
- Planificación de limpieza: Planes que vamos siguiendo cada semana.
Si tenemos estos hábitos bajo control, aunque tengamos una semana un poco regular, podemos retomar el control fácilmente.
Ruta 2: orden por espacio físico (inventario)
Esta ruta se refiere al control de nuestro inventario, es decir, las cosas que tenemos en casa, que suelen ser la mayor causa del desorden. Una parte fundamental de mi método es encontrar tu nivel óptimo de inventario: tener la cantidad de cosas que puedes gestionar sin que se te descontrolen fácilmente.
El impacto de empezar por las zonas más visibles
Si estás empezando la Ruta 2, la de poner orden en tu espacio físico, vamos a ir paso a paso, pero comenzando por las zonas de alto impacto. Un gran error que veo es empezar por zonas que no se ven nunca, como el garaje o un armario escondido.
Vamos a empezar por las zonas más visibles de la casa y avanzar hacia las menos visibles, como tu entrada y recibidor, tu cocina o tu salón.
La primera zona que te encuentras al entrar en tu casa es la de más impacto. Queremos que lo primero que te reciba sea orden para que te sientas bien y no sientas que tu casa te pesa o te da más trabajo. Si sigues estas dos rutas simultáneamente (hábitos y zonas visibles), vas a empezar a ver un impacto duradero en tu espacio.
El poder de los límites: tiempo y posesiones
Cuando estás empezando a poner la casa en orden desde cero, una de las cosas que tienes que empezar a marcar son límites. Necesitamos poner límites al tiempo que dedicamos a ordenar y al número de cosas que tenemos:
- Límites de tiempo: Cuando ponemos un límite de tiempo a nuestras tareas de orden, nos mantenemos más enfocadas. Por ejemplo, puedes usar un temporizador y hacer tus tres no negociables en 15 o 20 minutos cada día. Esto te ayudará a mantener la disciplina y el foco.
- Límites de cosas (Ley del contenedor): Si tienes demasiadas cosas, ya hemos visto que es difícil mantenerlas ordenadas. Para poner un límite al inventario, usaremos contenedores.
La Ley del Contenedor es fundamental:
- Asigna contenedores para categorías de cosas (por ejemplo, cables).
- Si tienes demasiados cables y no te entran en el contenedor, sabes que es el momento de depurar.
- Si los cables no caben, se quedarán esparcidos por la casa, llenándola de montoncitos de cosas.
Tú puedes hacerlo. Cientos de mujeres ya lo han logrado. Aunque solo des un paso hoy, ya estás mejor que estabas. Vas a necesitar tiempo y trabajo, porque tu casa no se desordenó en un solo día. Queremos terminar con esa sensación de ser esclavas de nuestro hogar y construir una vivienda que trabaje para ti.
¿Qué hago si me siento abrumada y quiero ordenar todo a la vez?
Es una experiencia supercomún empezar muy motivada y querer ordenar toda la habitación o la cocina en pocas horas, pero esto suele ser doloroso y provoca que no quieras volver a poner orden después. Te recomiendo que avances poquito a poco, incorporando hábitos y atacando los espacios lentamente (un cajón, una estantería o un rincón diario).
¿Qué pasa si no consigo que un espacio quede perfecto?
No pasa absolutamente nada. No tienes que dejar las cosas perfectas a la primera. Estamos hablando de un avance progresivo. Si ordenaste el espacio y no quedó totalmente a la perfección, no importa, ya está hecho; pasa al siguiente. Cuando sientas que tu casa está más bajo control, puedes revisitar ese espacio y darle otra buena pasada.
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