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Clientes en tiendas sin electricidad durante el apagón nacional del 28 de abril de 2025 en Barcelona
Clientes en tiendas sin electricidad durante el apagón nacional del 28 de abril de 2025 en Barcelona Getty images

Escribo este artículo, el martes 28 de abril, a las 6 PM, desde la seguridad de mi casa. 

En cuanto descubrimos en Diego de León 50, que la RED se había ido en todo el territorio nacional, y esto tardamos pocos minutos en saberlo, decidí que todo el equipo de ASPRIMA debía irse a casa de forma inmediata.

Sabía que en el peor de los casos esto era el principio de algo mucho más grave; en el mejor de los casos, sabía que iba a ser una noche larga. No se reestablece a la energía de un país subiendo los plomos.

Preocupado por saber cómo están mis seres queridos, en especial, mi madre de 91 años, que vive en una residencia y, una vez comprobado que tenemos en casa linternas, pilas, comida para bastantes días, velas y la radio funcionando, nos pusimos a jugar al Monopoly (qué gusto pasar un rato con mi mujer y mis hijos sin el móvil). Una vez eliminado me dirijo a escribir mi artículo mensual de Idealista.

No es el mejor momento para escribir, porque a mis sentimientos de preocupación y de compasión por todas las personas que se han quedado atrapadas, entre la perplejidad, la angustia y la indignación, siento una gran rabia, porque esto no es un ‘cisne negro’, esto no es una casualidad, ES UNA CAUSALIDAD. Los técnicos ya lo habían avisado.

No tengo alma de tertuliano y no soy un experto eléctrico, ni tan siquiera me considero experto inmobiliario, pero llevo más de un año estudiando los problemas de la demanda eléctrica, y por qué se está denegando potencia eléctrica para generar nuevas industrias y/o nuevos barrios: por falta de potencia. Y estoy intentando entender cómo es posible que siendo el país del mundo con más energía renovable, generación limpia, no llegamos a cubrir la nueva demanda de viviendas que necesitamos. Problema que ASPRIMA tiene detectado desde hace tiempo y que estamos intentando solucionar.

Tanto es así que desde esta asociación escribimos una carta a AELEC, la asociación que engloba a las principales empresas de energía eléctrica, mostrando nuestra preocupación y proponiendo medidas concretas a trabajar conjuntamente para resolver el problema de la demanda y falta de potencia.

Desgraciadamente muchas de estas medidas van en contra de la regulación actual, del PNIEC y REE. No olvidéis nunca que el sector eléctrico es regulado, con monopolio en el transporte eléctrico, en manos de REE, y oligopolio en la distribución eléctrica en muy pocas compañías. Aquí la culpa no puede ser de los ‘fondos buitre’, ni del mercado.

El preámbulo de la carta es el siguiente: 

 En la actualidad, uno de los principales obstáculos que enfrenta el sector promotor inmobiliario es la insuficiencia de la infraestructura eléctrica para satisfacer la creciente demanda de nuevos desarrollos urbanísticos residenciales. 

Según datos de AELEC, el sector urbanístico solicitó 7 gigavatios (GW) el pasado año, de los cuales la mitad no han podido ser atendidos por las empresas distribuidoras, bien por desistimiento del promotor o por falta de capacidad. 

Durante 2024, la proporción de solicitudes no concedidas ha aumentado a un ritmo interanual de doble dígito, y se sitúa ya en el 49%. 

Para entender el orden de magnitud del reto al que se enfrentan los distribuidores basta un dato: en 2024 se han registrado solicitudes por un total de 67 GW, lo que equivale al 40% del total de la potencia contratada actualmente en España (178 GW). 

Lo anterior, que sin duda está produciendo un cambio de paradigma en la energía -con la electrificación del sistema económico y productivo al que hay que sumar el propio crecimiento orgánico-, hace que, a nuestro juicio, se deba revisar toda la estrategia energética. 

Si centramos el foco en los desarrollos urbanísticos y en especial en la vivienda, existe otro problema añadido consistente en que las infraestructuras eléctricas son pagadas por los usuarios finales, ya que desde entró en vigor el Real Decreto 7/2015 del 30 octubre, los promotores inmobiliarios asumimos los costes de infraestructura necesarios para garantizar el suministro de servicios, incluyendo la energía eléctrica en los nuevos desarrollos urbanísticos. Ese coste, dependiendo del ámbito de desarrollo, puede suponer hasta 10.000 euros de aumento de precio por vivienda y es repercutido al comprador o al inquilino. 

Por último, pero no menos importante, la inmensa burocracia muchas veces innecesaria imposibilita en bastantes ocasiones el normal desarrollo del proceso de entrega de vivienda nueva. Todas las mejoras de plazos producidas por la entrada en vigor de la Declaración Responsable se están perdiendo por un procedimiento que entendemos determinista, absurdo y angustioso de solicitud de la luz en la obra nueva, solicitando una triple validación de Actas de Puesta en Marcha y Centros de Transformación que, en definitiva, no aporta valor al proceso, retrasa las entregas y encarecen las viviendas.

Pocas certezas tenemos ahora mismo, a las 6:24 PM, pero el hecho es que todo el sistema se ha caído y no sabemos por qué. Yo siempre busco las explicaciones aplicando la navaja de Hanlon, “principio heurístico que sugiere que, en lugar de atribuir malicia a las acciones de otros, primero se debe considerar la posibilidad de que esas acciones sean el resultado de la estupidez o la incompetencia”.

Y seguramente esto es pura incompetencia. 

Incompetencia, como ocurre en vivienda, por falta de gestión y por no escuchar a los que saben, a los técnicos.

Desgraciadamente ministerios como MVAU o MTERD están dirigidos y colonizados por jefes de gabinetes y no por técnicos, que sin duda trabajan más en aras de conseguir votos para su partido, que para gestionar la Res publica

Llevamos tiempo reclamando un gran pacto nacional para la vivienda, pero sin duda también hace falta un gran pacto nacional de la energía y, sobre todo, poner cabeza. Como decía en REBUILD el consejero de Fomento de Castilla-La Mancha, vayamos hacia una transición energética, no a una revolución energética, porque si no el apagón será sólo un pequeño problema; ya veréis el precio de las casas.

En vivienda y energía hay paralelismos. A nuestro juicio, se debe revisar toda la estrategia tanto en vivienda como en energía. Y esto pasa por analizar bien los datos, escuchar a los técnicos y que el Gobierno gestione sin hacer política con las cosas prioritarias del Estado.

Lo escribo a la luz de las velas. Si me permitís la licencia poética. 

Jorge Ginés es director general de ASPRIMA desde octubre de 2023. Licenciado en Derecho y diplomado en fiscalidad, inició su carrera profesional como consultor de desarrollo de negocio y ha fundado la empresa Desaprendiendo. Es autor del libro “¡Aún dicen que el pescado es caro!; Confesiones de un consultor inmobiliario”.

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