El Índice de Precios al Consumo (IPC) terminó 2021 con una tasa anual del 6,5%, dos décimas por debajo del dato que había adelantado el INE, tras subir un 1,2% respecto a noviembre debido el encarecimiento de la luz, los alimentos, los hoteles y los restaurantes.
Se trata del nivel más elevado desde mayo de 1992, es decir, en prácticamente tres décadas, y encadena su duodécima tasa positiva consecutiva.
No obstante, sigue lejos de los máximos históricos. La serie del INE arrancó en 1962 y a finales de los años 70 el IPC llegó a registrar una tasa anual superior al 28%. Además, la inflación media de 2021 se ha situado en el entorno del 3%.
Según Estadística, en el comportamiento interanual del IPC destaca la subida de los precios de la electricidad, mayor en diciembre de este año que en igual mes de 2020, y de los alimentos, especialmente de las legumbres y hortalizas, del pan y los cereales y de la carne.
Además, los servicios de alojamiento se encarecieron en diciembre en comparación con igual mes de 2020 y la restauración subió los precios por encima de lo que lo hizo un año antes. Por contra, los precios de los carburantes y lubricantes para vehículos personales bajaron en diciembre de este año.
La inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumentó en diciembre cuatro décimas, hasta el 2,1%, con lo que se sitúa casi 4,5 puntos por debajo de la tasa del IPC general. Es la tasa más elevada de la subyacente desde marzo de 2013.
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