La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha dado un buen tirón de orejas a España por la precariedad que reina en el mercado laboral.
Según los datos que maneja la institución, somos el segundo país europeo donde hay más formas atípicas de empleo, una fórmula que engloba el trabajo temporal, el trabajo a tiempo parcial, el trabajo temporal a través de agencia, la subcontratación, el trabajo por cuenta propia dependiente y las denominadas relaciones de trabajo ambiguas.
El informe de la OIT recalca que el 24% de los trabajadores están sujetos a un empleo temporal, una proporción que solo supera Polonia en todo el Viejo Continente (en su caso, el porcentaje ronda el 28%) y que está lejos del promedio de los demás miembros.
Portugal, por ejemplo, supera por la mínima el 20%, mientras que en Francia ronda el 16% y en Alemania e Italia es inferior al 15%. Mejor posicionados están Reino Unido (el empleo temporal afecta al 6% de los trabajadores) y Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía, donde el porcentaje ni siquiera llega al 5%.
En el resto del mundo hay proporciones para todos los gustos, aunque en los países desarrollados, como Estados Unidos, Japón, Canadá o Nueva Zelanda no se ven porcentajes superiores al 10%, mientras que en Australia se queda cerca del 20%, en línea con Argentina y Armenia. En el otro extremo encontramos países como Mali, Perú y Pakistán, cuyo el porcentaje está por encima del 60% de acuerdo con la institución.
“El uso extendido de las formas atípicas de empleo puede incrementar la segmentación del mercado laboral y producir una mayor volatilidad del empleo, con consecuencias sobre la estabilidad económica. La investigación muestra que los trabajadores temporales y los que realizan trabajo a pedido tienen mayores dificultades para acceder al crédito y a la vivienda, lo cual retrasa la formación de una familia”, asegura la OIT.
A pesar de que seguimos entre los peores países de Europa, lo cierto es que la cifra ha mejorado en la última década. En 2004, por ejemplo, la cifra superaba ampliamente el 30% y sacábamos varios cuerpos de ventaja a Polonia, por aquel entonces segundo país del ranking con algo menos de un 25%.
Y lo peor, según el organismo, es el impacto que puede tener este escenario en un futuro. “Las formas atípicas de empleo no son nuevas, pero se han convertido en una característica más generalizada de los mercados laborales contemporáneos. Los beneficios a corto plazo en términos de ganancias y flexibilidad pueden ser contrarrestados por la pérdida de la productividad a largo plazo. Existen evidencias que las empresas que hacen un mayor uso de las formas atípicas de empleo, tienden a invertir poco en formación, así como en tecnologías e innovación”, opina la organización.
Entre los principales riesgos que detecta la OIT están la facilidad con la que se puede destruir empleo (en el caso de los contratos temporales basta con no renovarlos) y el impacto que tienen estos trabajos atípicos en los jóvenes, un colectivo decisivo para asegurar el estado del bienestar y para impulsar el mercado inmobiliario. De hecho, la temporalidad afecta al 70% de los asalariados de entre 15 y 24 años según la OCDE, lo que se convierte en la tercera proporción más alta del ranking de los países ricos.
Por eso, insiste el organismo, “debemos garantizar que todos los empleos ofrezcan a los trabajadores una remuneración adecuada y estable, protección contra los riesgos profesionales, protección social y el derecho a organizarse y a negociar de forma colectiva”.
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