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En la lista de olvidados de Madrid hay un nombre que sobresale por encima de los demás, Ricardo Velázquez Bosco. Seguramente no sepan a qué se dedicaba ni en qué fecha vivió. Su nombre lo conocen expertos de la arquitectura madrileña y los que viven cerca de una glorieta que lleva su nombre, ubicada más allá de la M-30, cerca del barrio de Canillejas.

Pero si les pregunto por el Palacio de Cristal o la Escuela de Minas o el Ministerio de Agricultura, probablemente no tengan problemas en ubicarlo en un mapa de la capital.

Velázquez Bosco, el otro Velázquez, como le conocen algunos, ha sido arquitecto, profesor, dibujante, arqueólogo, restaurador e incluso cartógrafo y sí, es el responsable de un puñado de edificios emblemáticos que forman parte del alma de Madrid.

“Fue además el profesor de varios arquitectos de relieve en España: Antonio Palacios que marcó el centro Madrid con sus obras y Antonio Flores Urdapilleta, autor de los pabellones de la Residencia de Estudiantes y de un buen numero de construcciones escolares por toda España”, nos confirma Salvador Guerrero, arquitecto y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.

Velázquez Bosco fue el arquitecto más significativo de Madrid durante el último tercio del siglo XIX y la primera década del siglo XX. Recogió la tradición neoclásica modernista y la transformó con influencias francesas. “Los críticos de la época no supieron ver el valor de su obra que ahora vemos. Es un icono. Velázquez Bosco tiene el lastre de ser un arquitecto del XIX y eso para los modernos del XX ha sido una losa”, asegura Guerrero.

Bosco siembre entendió la arquitectura como una actividad que aglutina el trabajo de otros artistas. “Tanto en la Escuela de Minas como en el Ministerio de Agricultura se rodeó de escultores notables como Ángel García o ceramistas como Daniel Zuluoga. Gran parte de su obra arquitectónica incorpora el trabajo de este artesano y de pintores como Alejandro Ferrán”, nos detalla Guerrero.

Arquitectura de hierro y vidrio

Uno de los aspectos de la arquitectura del XIX es aquel que alude al papel de los nuevos materiales. El hierro, el acero y el vidrio se incorporan a la arquitectura tras los procesos propios de la Revolución Industrial. Velázquez Bosco hizo uso de estos nuevos materiales en varias obras pero la más relevante es el Palacio de Cristal.  “Emulaba en escala menor el palacio de cristal de Joseph Paxton y aunaba esa idea de técnica y arte. La técnica la demostraba con la construcción de esta estructura de hierro y cristal pero con forma más aproximada a un espacio basilical”, asegura la arquitecta, Carolina Castañeda.

Es una obra que se concibió como pabellón estufa para mantener las plantas de la Exposición de Filipinas de finales del siglo XIX. Un edificio que se había concebido con un carácter efímero pero que ahora es símbolo de la capital.

“Los edificios más característicos de la arquitectura de hierro y vidrio son los invernaderos y en el panorama de la arquitectura española el Palacio de Cristal, sin duda, es el más logrado de todos”, nos confirma Guerrero.

Pero a pesar de la cantidad de obras en la capital y fuera de ellas, este artista burgalés apenas resuena en la memoria colectiva.

“Es sorprendente. Los estudiosos no se explican que sea una figura tan desconocida, aunque mientras la obra esté ahí se podrá redescubrir la autoría y en el caso de Madrid tenemos muchos edificios pertenecientes a la obra de Velázquez Bosco. Lo importante es que, además de estudiarlo en el seno académico, se debería involucrar más a la sociedad”, asegura Castañeda.

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