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Red Rock Island llegó al mercado en 2012, el peor momento posible. Nadie se interesó por esta isla privada comprada en 1964 por el ingeniero preferido de Frank Lloyd Wright, Mendel Glickman, a pesar de encontrarse en una situación privilegiada frente a la bahía de San Francisco, justo bajo el puente que une Richmond con San Rafael. A pesar del interés, ningún inversor pagó los 22 millones de dólares (algo más de 19 millones de euros) que pedía la familia de Glickman. 

A los propietarios no les quedó más remedio que reducir el precio a menos de la mitad: nueve millones de dólares (7,9 millones de euros). No llegó ni una sola oferta para hacerse con esta isla de más de 22.000 m2 de la que la leyenda cuenta que fue el lugar que los piratas de la zona elegían para esconder sus botines y que en el siglo XIX fue elegida por los tramperos rusos para cazar nutrias.  

La última rebaja de precio llegó el pasado mes de septiembre y ha dejado el precio de este ‘tesoro’ inmobiliario en apenas cinco millones de dólares (cerca de 4,4 millones de euros). Los propietarios aseguran que la isla tiene enormes posibilidades como enclave turístico, como yacimiento gasífero o simplemente como hábitat para la conservación de especies. Sin embargo, sigue sin aparecer ningún comprador pese a la rebaja del 77% en el precio. 

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