
"Quería una casa de ensueño. Un lugar en el que fuera posible trabajar y también divertirse, sin los problemas y conflictos del mundo exterior. Un entorno que un hombre pudiera controlar por sí solo [...] Sería un refugio y un santuario... mientras el resto del mundo quedaba fuera de mi control, en la Mansión Playboy todo sería perfecto".
Así detallaba Hugh Hefner en 1953, el año en el que Marilyn Monroe ocupó la portada del primer número de Playboy, su deseo de construir un hogar que albergara su propio universo. Hizo realidad su aspiración de crear ese espacio en el que se sentiría libre "para vivir y amar" en dos ocasiones: Chicago acogió la primera Mansión Playboy y Los Ángeles la segunda.
Sin embargo, el fundador de Playboy se despertó del sueño hace unos meses. Pamela Anderson protagonizó el último desnudo de la revista, que ahora busca comprador, y su casa, antes llena de las famosas conejitas, acaba de venderse por 177 millones de euros. Pese a ello, el excéntrico magnate, que ya ha soplado las 90 velas, siempre será considerado como uno de los mayores iconos de la revolución sexual en Estados Unidos.
Ahora bien, Playboy no ha sido solamente una revista de contenido erótico. La publicación y la propio casa de su creador, que hasta trabajaba en su ya mítica cama giratoria, se convirtieron el siglo pasado en un referente arquitectónico.
La exposición 'Playboy Architecture, 1953-1979', que puede contemplarse en el Elmhurst Art Museum (situado a pocos kilómetros del centro de Chicago, localidad natal de Hugh Hefner) indaga en la repercusión del imperio mediático en la construcción y el diseño de interiores.

Hefner, que había estudiado durante su juventud en la School of the Art Institute en Chicago, comenzó durante los años 60 una operación mediático-inmobiliaria sin precedentes creando clubs nocturnos y hoteles en Estados Unidos y Europa con los que llenaban después las páginas de las revistas.
La obra de arquitectos de la talla de Mies van der Rohe, Walter Gropius o Frank Lloyd Wright eran diseccionadas en las páginas de aquella publicación, de forma que el hombre que la comprara por las fotografías de insinuantes féminas acababa leyendo lecciones de diseño de hogares.

Desde sus inicios, cada número de Playboy incluía un reportaje sobre arquitectura, para los que creaban incluso sus propios proyectos de diseño y decoración interior. Un ejemplo es 'The Playboy Townhouse', un edificio provisto de garaje, piscina, cocina con bar, una mezcla de oficina y estudio, una habitación con chimenea y una espaciosa cama de matrimonio (redonda, por supuesto) o una amplia azotea para tomar el sol en verano. "¡Planes lujosos para la vida urbana!", anunciaba el artículo en el que se presentaba esta casa idónea para "el hombre moderno" de los 60.
Modelos detallados de esa casa forman parte de la colección de fotografías, vídeos, planos y antiguas revistas que componen la exposición del Elmhurst Art Museum, comisariada por los arquitectos e historiadores españoles Beatriz Colomina y Pep Avilés en colaboración con la Universidad de Princeton. Además de la exposición, Candace Jordan, nombrada conejita Playboy del año en 1976, está dando conferencias en el museo sobre su experiencia laboral con Hugh Hefern.

En la muestra también pueden contemplarse planos detallados de uno de los grandes caprichos de Hugh Hefner a finales de los 60: un lujoso avión privado. Big Bunny era el nombre del impresionante 'jet' del multimillonario, que pagó 5,5 millones de dólares (unos 32 millones de euros teniendo en cuenta la inflación) por él y lo adaptó para tuviera ducha, televisión e incluso una habitación con una cama redonda cubierta de pieles.
"La arquitectura nunca puede ser separada de la seducción. Es una forma de seducción", destacan los comisarios de la muestra. "A Playboy le gustaba retratar a los arquitectos como hombres del mundo agradables, sofisticados y elegantes. Sin embargo, el mecanismo real de seducción era la revista en sí misma".
En Plena Guerra Fría, a un apasionado del diseño que llegaría a ser multimillonario se le ocurrió crear una revista para el hombre moderno en la que tuviera cabida tanto el erotismo gráfico como la arquitectura urbana. La idea tuvo éxito en aquel momento, aunque ahora Hefner tenga que contemplar cómo su imperio se desmorona.
Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta