
El camuflaje ha servido, a lo largo de la historia de la humanidad, para asegurarse el éxito en la caza (o en la guerra). El ver sin ser visto. Y esto se ha puesto en práctica tanto en la ropa como en los refugios. De hecho, tanto el diseño de la moda como el de las viviendas han cogido, en ocasiones, muchas ideas del camuflaje. Como por ejemplo en el estudio de Kim-oflage situado en un jardín particular en Londres, donde se han empleado las baldosas verdes para camuflarlo.

Un estudio oculto
El proyecto ha sido desarrollado por el estudio Delve Architects, el cual ha usado estas baldosas verdes esmaltadas para camuflar el exterior del estudio entre los árboles y arbustos que componen el jardín de los clientes. El nombre del proyecto, Kim-oflage, resulta de una curiosa combinación entre los nombres de los clientes, llamados Kit e Imogen, y camuflaje.

El estudio cuenta con 25 metros cuadrados que se añaden a una terraza victoriana de Nunhead ya ampliada por el propio estudio en el año 2020. En esta ocasión, se vuelve a imitar la forma de la primera de las ampliaciones, pero se ha cambiado completamente su revestimiento. Si en 2020 fue realizada con madera negra, en esta ocasión son azulejos verdes brillantes y marcos de ventana verde oscuro.

Con esta idea, se procuró que el nuevo edificio no ahogase este espacio exterior. Según afirman en el estudio, “dada la estrechez y el confinamiento del solar al final del jardín, con vecinos a ambos lados, nuestro objetivo era reducir la masa visual con un tejado a dos aguas y una fachada de tejas verdes que se fundiera con el jardín”.

Para ello, fomentaron una conexión entre la propia casa y el jardín, ayudando a que se fundiera con el entorno y proporcionara un buen ambiente de trabajo, relajación y ocio. El estudio está diseñado “para ser disfrutado tanto por dentro como por fuera, y su presencia en el jardín se revela gradualmente a medida que uno se acerca, creando una joya oculta en la parte trasera del jardín”, comentan en Delve Architects.
Dos espacios diferenciados
Pese a sus reducidas dimensiones de 25 metros cuadrados, el interior del estudio está dividido en dos zonas. La parte trasera, iluminada por dos claraboyas, dispone de un escritorio y una cama plegable para los invitados; mientras que, en la parte delantera, se encuentra una cocina americana y una ventana con vistas a un patio pavimentado con ladrillos, al cual se accede a través de una gran puerta de cristal.

Para diferenciar las dos zonas, el estudio usó unos acabados en las paredes sutilmente contrastados. Así, las paredes de la zona de trabajo y el dormitorio se pintaron de blanco, mientras que la situada en cocina es una pared de yeso rosa pálido.
Pero, además de estos dos espacios diferenciados, en el lado norte del estudio hay un pequeño aseo junta una zona de almacenamiento, que se accede desde el jardín a través de una puerta ‘oculta’ por las baldosas verdes.

Por ello, el espacio está muy aprovechado, según afirma el estudio: “de cerca, se pueden apreciar las ingeniosas ideas para ahorrar espacio, como el almacenamiento oculto en el jardín y la cama abatible, que mantienen la estética limpia y práctica del estudio”.
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