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Casas vivientes y ciudades en burbujas: así imaginan los niños las urbes del mañana
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Taxis voladores, policías y bomberos con alas o autómatas que hicieran las tareas del hogar. Con inventos como estos se imaginaban el futuro los artistas que participaron en una exposición de París a comienzos del siglo XX. Ha pasado bastante tiempo desde entonces, y a pesar de que todavía no encontramos coches voladores circulando en las ciudades, ahora son drones los que facilitan a policías y bomberos las tareas de seguridad y rescate, y aspiradoras inteligentes las que dejan el salón como una patena. 

Muchos de los inventos con los que contamos hoy en día nacieron, lógicamente, como solución a los problemas que tenían las generaciones pasadas. Una tendencia que se repetirá en el futuro, cuando sean las generaciones más jóvenes del presente las que encuentren formas de esquivar los límites de nuestro tiempo.

Todavía falta para eso, claro. Ahora son solo niños, pero ya están dando vueltas a sus cabecitas pensando en la tecnología del mañana. El pasado mes de marzo, Disney puso en marcha el concurso 'Create Tomorrowland XPRIZE', un reto que animaba a niños y adolescentes de Estados Unidos a imaginar un invento que solucionara problemas tan actuales y preocupantes como la escasez de recursos energéticos, el cambio climático o las enfermedades terminales

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De acuerdo con las normas, los concursantes, divididos en dos categorías en función de la edad ('junior' para participantes de entre 8 y 12 años, y 'senior' de entre 13 y 17 años), debían imaginar que habían viajado al futuro y regresar acompañados de un invento de lo más revolucionario. En el camino de vuelta, tendrían que enviar una foto, un vídeo o una pequeña historia que informara del hallazgo, así como de la fórmula que la Humanidad debía seguir para hacerlo realidad. 

Creatividad e imaginación no han faltado. En su viaje al porvenir, los jóvenes inventores han dado con robots, ordenadores, programas informáticos e incluso cascos de realidad virtual, concebidos con fines tan loables como limpiar los océanos, detectar y curar enfermedades o incluso asentar la paz en el mundo. 

Este último ha sido el caso del pequeño Ashton. En un vídeo presenta su máquina, que emitirá estrellas sobre los campos de batalla con el deseo de que los astros acaben con las guerras. También va por esa línea el invento de Zoe, un programa llamado HSCAH (Health Support Changes Absolute Healer) que en cuestión de minutos detecta la enfermedad de un paciente y extrae de su base de datos el remedio, aplicándolo segundos más tarde a través de rayos fotónicos. De acuerdo con Zoe, “así se acaba con la enfermedad, el dolor y el sufrimiento de la raza humana”. 

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Otro dispositivo futurista salido de la mente de un niño que trata de evitar dolores innecesarios es el invento de Julia. Su Remembrance Program proyecta el holograma de un ser querido ya fallecido para que, por ejemplo, nos siga contando cuentos antes de ir a dormir. También participaba el chip de Jonathan, que implantado en nuestro cerebro nada más nacer, nos ayuda a elegir amigos y a recordar los buenos momentos que vivimos con las personas que ya no están. 

En las ciudades del futuro que imaginan estos niños, los coches no solo vuelan, sino que también pueden moverse por el agua e incluso viajar más allá de la estratosfera. Así funciona el coche universal de Easha. “Tan sólo le tienes que decir 'llévame a Nueva York por aire' y el coche volará y aterrizará en tu garaje de Nueva York. Allí, le puedes decir 'llévame a Londres por agua' y navegará por el Atlántico para llevarte a Londres”, escribe. 

También es de altos vuelos la Internet Skyboard de Kristin, una especie de monopatín volante que permitirá viajar sobre el asfalto mientras se trabaja y sin necesidad de preocuparse por si tenemos algún accidente. “Tu Skyboard sabrá de alguna forma cuándo te vas a estrellar contra algo, te avisará y se moverá mientras estás haciendo tu trabajo para que sigas a salvo”. 

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El pequeño Quinn se imagina casas vivientes, fabricadas a partir de árboles y plantas “grandes y fuertes”; y Kelsey, ciudades en el cielo para cuando ya resulte imposible vivir en la Tierra. Situadas en el interior de burbujas indestructibles, estarán conectadas a través de puentes y cada una tendrá una función determinada. Así, uno podría ir a una burbuja para comprar y luego volver a la que aloje su vivienda. 

Por supuesto, la creatividad tendrá premio. Tras cerrar el plazo de envío de proyectos, el jurado decidirá qué seis inventores se llevan como recompensa un cheque de 3.000 dólares (unos 2.690 euros), una impresora 3D y la participación en la Primera Liga de Robots de LEGO 2015-2016. 

Para el concurso, Disney ha contado con la colaboración de XPrize, la organización sin ánimo de lucro que crea competiciones en áreas como el espacio, la genética o la energía para fomentar el desarrollo tecnológico, y lo ha hecho a raíz del estreno en Estados Unidos de su última película, Tomorrowland, que aterrizará en España el 29 de mayo. Protagonizada por George Clooney, la cinta pretende desvelar, como los niños, los secretos de la ciudad del futuro. Seguro que no es tan adorablemente futurista...

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