
Bajar al sótano por el ascensor del 3970 de Spencer St., a las afueras de Las Vegas. supone trasladarse a una cápsula del tiempo. Su propietario original construyó un enorme refugio atómico subterráneo en los años 70 de casi 1.500 m2 que incluía casa con tres habitaciones, piscina, dos jacuzzi, barbacoa e incluso un campo de minigolf. Seis años después de venderse en subasta, vuelve al mercado por 5,9 millones de dólares, unos 5,2 millones de euros al cambio actual.
Nadie en esta tranquila calle en uno de los ‘suburbios’ de la ciudad del juego se podría penar que a solo ocho metros bajo el suelo se encuentra esta peculiar construcción con un estilo totalmente pasado de moda. La vivienda tiene moqueta verde, está lleno de espejos, adornos dorados y una cocina decorada con azulejos de color rosa.
En el exterior, las paredes están decoradas con paisajes naturales y los techos son estrellados, iluminados con decenas de peñas bombillas que pueden regularse para asemejar al amanecer o el atardecer.
La casa fue construida en 1971 por el empresario Jerry Henderson, que temía una catástrofe nuclear durante los años de la Guerra Fría y que se obsesionó hasta el punto de vivir bajo tierra hasta su fallecimiento en 1983. Tal era su obsesión que llegó a construir otro búnker en Colorado.
El refugio cuenta también con puerta acorazada, dos ascensores, un generador eléctrico, detectores de humo y un sistema de intercomunicadores que le permitía ponerse en contacto con la superficie.






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