
Valle de Bravo, con sus diversos nombres a lo largo de la historia, es un tesoro lleno de encanto e identidad. Desde la llegada de los frailes franciscanos. Este Pueblo Mágico, como se le conoce popularmente, se erige como un refugio histórico y un regalo para los sentidos. Su ubicación estratégica en las cercanías de la bulliciosa Ciudad de México lo convierte en un destino ideal para aquellos que buscan desconectarse de la rutina y sumergirse en la riqueza de su pasado y la serenidad de sus paisajes naturales.
Una serenidad que se basa en un paisaje que es un auténtico poema visual, con montañas que se visten de pinos y un lago sereno que abraza la ciudad. Las calles empedradas, testigos silenciosos de la historia, y el aire colonial que impregna el ambiente crean la atmósfera perfecta para una experiencia incomparable.

Eliminado las fronteras entre interior y exterior
En un entorno tan espectacular, nos encontramos con una vivienda que en nada desmerece el lugar en el que se erige: Los Durmientes. El diseño, creado por Bernardo Chavez Peón, se distingue por su valiente disolución de las fronteras entre el interior y el exterior, desafiando las convenciones. En lugar de sucumbir a las distracciones modernas como la televisión, este hogar incita a sus habitantes a conectarse con la naturaleza, invitándolos a contemplar el sol, la lluvia o la niebla.

Cada rincón interior ha sido meticulosamente concebido, ya sea para enmarcar de manera sutil la naturaleza circundante o abrirse completamente a ella, abrazando el entorno templado con el que convive. “Resalta por su enfoque en líneas simples y espacios abiertos que permiten la interacción directa con el entorno”, explican.

Espacios íntimos y confortables
La paleta de colores que adorna Los Durmientes surge como un homenaje consciente a la naturaleza, evitando competir con ella mediante la elección de materiales ajenos. Más que un simple refugio, esta residencia fue concebida como un santuario sereno, un lugar donde familiares y amigos pueden escapar temporalmente del bullicio urbano para reconectarse con la esencia misma de la vida.

La practicidad también desempeña un papel protagónico en el diseño; en lugar de un ostentoso comedor, la casa ofrece espacios más íntimos para cenas familiares, aunque su versatilidad permite transformarse fácilmente para acoger eventos más numerosos.

Una fantástica piscina
Las ventanas del suelo al techo, diseñadas con maestría, se erigen como elementos que separan sin esfuerzo los espacios interiores de los exteriores. Estas pueden abrirse de par en par, creando una sinfonía unificadora donde ambos mundos se entrelazan en una danza armoniosa. Sin embargo, lo que verdaderamente resalta en Los Durmientes es su piscina, una joya líquida que, visible desde cualquier rincón principal de la casa, refleja el cielo y captura la danza etérea de las nubes.

Sumergirse en sus aguas no solo ofrece una experiencia refrescante, sino que también proporciona una conexión innata con la tierra, subrayando aún más el profundo vínculo que esta residencia comparte con la naturaleza circundante. En Los Durmientes, la arquitectura se convierte en poesía, y cada rincón cuenta una historia de simplicidad, conexión y armonía.




Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta