En tiempos de incertidumbre no hay nada como recurrir a los clásicos. Y, en materia inmobiliaria, pocas ciudades pueden ofrecer más estabilidad y seguridad que Nueva York. La gran manzana vuelve a poner de acuerdo a compradores y vendedores después de dos años de tira y afloja en los que por unas razones o por otras sus expectativas estaban bastante alejadas. Pero las dudas parecen haber quedado atrás en el primer semestre de 2018.
Según datos del ‘broker’ inmobiliario Cushman & Wakefield, en el primer semestre cambiaron de manos grandes edificios de oficinas y de apartamentos por valor de 22.500 millones de dólares. La cifra es un 34% superior a la del mismo período del año anterior y demuestra que los inversores, muy cargados de liquidez, están dispuestos a volver a un mercado de primer nivel que sufrió una gran inflación de precios después de la gran crisis financiera.
Aunque las compras de activos siguen lejos de los 38.000 millones del primer semestre de 2015, las cosas están cambiando. A favor de Nueva York juega la necesidad de los inversores de buscar mercados líquidos en un entorno complejo. La guerra comercial impulsada por Donald Trump, la volatilidad en las bolsas o las tensiones geopolíticas en algunas de las zonas más calientes del mundo justifican esta vuelta hacia la calidad.
El informe de Cushman & Wakefield revela que el escenario inmobiliario ha cambiado de nuevo tras un 2017 en el que el volumen de transacciones cayó más de un 50% respecto a los niveles récord de 2015. Ahora hay menos preocupación por la subida de los tipos de interés en la mayor economía del mundo y los inversores extranjeros que se retiraron tras al ‘boom’ posterior a la crisis están volviendo a la ciudad que nunca duerme.
Poco a poco, el mercado inmobiliario de Nueva York recupera el pulso con precios más ajustados en pleno debate sobre los tipos de interés. Ha sido el propio presidente del país, Donald Trump, quien lo ha abierto dentro de su habitual discurso sobre los nuevos equilibrios entre las grandes potencias mundiales. El mandatario estadounidense ha denunciado que Estados Unidos está subiendo el precio del dinero y por lo tanto fortaleciendo el dólar mientras que China o la Unión Europea manipulan sus divisas y bajan los tipos.
La Reserva Federal, que ya ha subido los tipos de interés dos veces este año hasta un rango entre el 1,75% y el 2%, estudia otros dos repuntes adicionales en lo que queda de 2018. Unas expectativas que hablan de la fortaleza de la economía estadounidense y que favorecen la vuelta de los inversores hacia los activos de primera calidad y máxima seguridad, como la renta fija o los activos inmobiliarios de primer nivel de ciudades ‘prime’ como Nueva York.
La gran manzana vuelve a volar alto, otra vez en el foco de los inversores internacionales. Aunque sigue lejos de los niveles de 2015, la compraventa de grandes activos se puede beneficiar de un entorno favorable. Según la Fed, la economía estadounidense crece de forma sólida y con una tasa de desempleo baja. La consecuencia es que las subidas de tipos pueden ser graduales, sin aspavientos. Por lo tanto, hay margen para que la mejora del mercado de Nueva York pueda consolidarse.
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