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El fenómeno viral del ‘urbex’: la exploración urbana que transforma edificios en ruina en historias
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Abres Youtube y te salta una recomendación: “Visitamos una mansión abandonada intacta”. ¿Te imagina poder adentrarte en castillos, urbanizaciones, mansiones o casas, que han sido abandonadas, pero que se encuentran en un perfecto estado de conservación? Pues se puede, y es un fenómeno que se ha viralizado en muchas redes sociales. Esta práctica es conocida como urbex, abreviatura de 'urban exploration' (exploración urbana), y consiste en adentrarse en lugares abandonados, olvidados o en desuso para documentarlos, fotografiarlos y, en muchos casos, rendir homenaje a lo que un día fueron. Viejas fábricas, hospitales clausurados, estaciones de tren fuera de servicio, búnkeres, mansiones en ruinas o incluso pueblos enteros vacíos se convierten en escenarios para exploradores que buscan captar la belleza del abandono y las huellas del pasado.

El objetivo del urbex no es el saqueo ni la okupación, sino la contemplación, la documentación y, en muchos casos, la preservación visual de entornos que están condenados a desaparecer. Y siempre con mucho respeto. Este tipo de exploración atrae tanto a fotógrafos como a aficionados a la historia, aventureros o simples curiosos que desean adentrarse en lugares que no aparecen en las guías turísticas.

El fenómeno viral del ‘urbex’: la exploración urbana que transforma edificios en ruina en historias
Freepik

Uno de los principios más repetidos por la comunidad de exploradores urbanos (que se extiende por todo el mundo) es el lema “Take nothing but pictures, leave nothing but footprints” (no te lleves nada salvo fotos, no dejes nada salvo huellas). La ética del urbex pasa por el respeto al entorno: no forzar cerraduras, no alterar el espacio, no robar ni dañar los objetos encontrados y no revelar públicamente la ubicación exacta de los lugares para evitar actos vandálicos.

¿Es legal?

A pesar de su carácter artístico o documental, el urbex suele moverse en una zona legal gris. Muchos de los lugares explorados son propiedad privada, están vallados o presentan riesgos estructurales. Entrar sin permiso puede constituir un delito de allanamiento, y los exploradores lo saben. Por ello, muchos operan desde el anonimato o con pseudónimos, y tratan de pasar desapercibidos. En algunas ocasiones, la entrada es tolerada por los propietarios, especialmente si se trata de edificios sin uso ni expectativas de rehabilitación.

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Sin embargo, también hay casos más delicados, como hospitales con historiales médicos olvidados, escuelas con material escolar intacto o residencias con pertenencias personales todavía presentes. En estos casos, el debate ético y legal se intensifica.

Más allá del riesgo o la emoción, muchos defienden que el urbex funciona como una forma de arqueología contemporánea. En un mundo donde todo cambia y se renueva a ritmo acelerado, estas exploraciones permiten capturar los últimos vestigios de un tiempo que se desvanece. Las imágenes de un cine cubierto de polvo, un colegio abandonado con los pupitres todavía alineados, o una vivienda con los muebles intactos son testimonios únicos de nuestro pasado reciente.

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En el caso de España, la despoblación de amplias zonas rurales ha propiciado la aparición de cientos de enclaves abandonados: pueblos enteros sin habitantes, estaciones de tren sin servicio, fábricas del siglo XX, hoteles ruinosos o balnearios olvidados. Muchos de estos sitios se han convertido en puntos de referencia para los amantes del urbex, aunque su ubicación se comparte solo entre miembros de confianza para evitar actos vandálicos.

Los ‘urbex’ españoles

En los últimos años, YouTube y TikTok han sido claves para popularizar el urbex en España. Algunos creadores de contenido han ganado miles de seguidores documentando sus incursiones en edificios abandonados, siempre con un tono narrativo, imágenes impactantes y respeto por los espacios visitados. Entre los más conocidos destacan:

  • Atraviesa lo desconocido: uno de los canales más populares en lengua española sobre lugares abandonados, con reportajes que combinan misterio, historia y exploración. También trata temas de lo paranormal, lo que amplía su base de seguidores.
  • Pedro Amorós: investigador y explorador con un enfoque más paranormal, sus vídeos muchas veces combinan el urbex con la búsqueda de fenómenos extraños en lugares con leyendas oscuras.
  • Campillo Urbex: combina la exploración con relatos e historias locales, mostrando casas encantadas, manicomios, estaciones y castillos con una narrativa envolvente.
  • Kibara: aventurera especializada en visitar edificios con fama de malditos o cargados de historia, siempre con una ambientación cuidada y enfoque respetuoso.
El fenómeno viral del ‘urbex’: la exploración urbana que transforma edificios en ruina en historias
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El crecimiento del urbex como fenómeno viral también ha generado ciertas tensiones dentro de la comunidad. Algunos exploradores critican la “masificación” de la práctica y el uso sensacionalista que hacen ciertos influencers, que podrían poner en peligro estos lugares al revelar coordenadas o promover un acceso imprudente. También preocupa el aumento del vandalismo y los robos en edificios abandonados tras su aparición en redes sociales.

Por ello, la comunidad más veterana insiste en la importancia de mantener la discreción, preservar la ética de la exploración y entender que el verdadero valor del urbex no reside solo en el lugar en sí, sino en su historia, su memoria y el respeto con el que se aborda.

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