En arquitectura, los materiales buscan definir el carácter y el tono de una vivienda. La pizarra, con su apariencia oscura, su composición en láminas y su resistencia natural, ha inspirado a lo largo del tiempo construcciones que buscan integrarse en paisajes rocosos y agrestes.
En Noruega, el uso de este material adquiere un significado especial, ya que se asocia tanto a la tradición constructiva local como a la imponente geografía de fiordos y montañas. Así se concibió la 18-07 Holiday Home, un proyecto que utiliza la pizarra como referente conceptual para levantar una vivienda prefabricada en plena costa occidental del país escandinavo.
Diseño sobre el terreno escarpado
La vivienda se ubica en Valdall, en el condado noruego de Møre og Romsdal. El cliente encontró este enclave tras años de búsqueda, con el fin de establecer su refugio personal. Además, la casa debía cumplir una premisa clara: debería adaptarse al entorno en lugar de imponerse sobre él.
La respuesta de Office Inainn, el estudio que elaboró el proyecto, fue crear un volumen horizontal que evocara “sus capas, desplazamientos y fracturas”, en referencia directa a la pizarra local. Según sus palabras, “el proyecto responde al terreno mediante una forma sutil, materiales locales y un principio rector: dejar que el paisaje marque el camino”.
De hecho, la construcción se alza sobre un fiordo en una pendiente escarpada, lo que suponía un reto técnico y estético. Pero, en lugar de nivelar el terreno, los arquitectos apostaron por mantener intacta su irregularidad y dejar que la propia pendiente dictara la geometría.
Con esta situación, la vivienda parece emerger de la roca más que posarse sobre ella. Dos módulos rectangulares, ligeramente desplazados entre sí, se apoyan en un zócalo de hormigón. De esta forma, se crean variaciones naturales en la altura interior que eliminan la necesidad de levantar paredes adicionales.
Como explica el estudio, “dos volúmenes sutilmente desplazados siguen la pendiente, creando variaciones naturales en la altura, guiando la luz y eliminando la necesidad de añadir paredes. Las habitaciones surgen de la propia geometría, formando una estructura que parece haber crecido en lugar de haber sido construida”.
El uso de un sistema prefabricado permitió minimizar el impacto ambiental y evitar el uso de maquinaria pesada en el lugar. Además, el revestimiento de madera ennegrecida, en armonía con los bosques cercanos, refuerza la sensación de que la casa se funde con su entorno rocoso.
Interiores sobrios y conectados con el entorno
Con esta ubicación, el propio acceso a la vivienda ya es una experiencia en sí misma. Se encamina por un sendero estrecho que serpentea entre afloramientos rocosos y conduce hasta un pasillo alto y lineal que sigue el contorno de la pendiente.
Este pasillo actúa como transición hacia el corazón de la casa, donde se concentran la sala de estar, la cocina y los dormitorios. Estos espacios cuentan con grandes ventanales que enmarcan las vistas panorámicas del fiordo, convirtiéndose en el verdadero protagonista de la experiencia espacial.
En el interior, se apostó por materiales y tonos que prolongaran la conexión con el entorno natural. Así, los suelos de madera y las paredes en tonos verde bosque refuerzan la sensación de estar inmerso en la naturaleza.
También se tuvo en cuenta la artesanía de la zona. El mobiliario tiene piezas de la firma Fjordfiesta y accesorios producidos por fabricantes de pueblos cercanos, mientras que la carpintería empotrada, las escaleras y las puertas fueron elaboradas a mano por artesanos de la región.
El estudio resume la filosofía del proyecto en una frase clave: “Los interiores son tranquilos, diseñados para no distraer la vista, sino para enmarcarla”. Esta decisión subraya la importancia del paisaje como elemento central de la vida en la casa. La arquitectura no busca imponerse, sino actuar como un marco que resalta la grandeza del entorno noruego.
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