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Juan Velayos es presidente de la feria especializada en el negocio inmobiliario The District
The District

La compañía Treehood apuesta por un modelo que conecta la gestión activa de los bosques con la construcción sostenible. Su fundador, Juan Velayos, defiende que mantener montes limpios y productivos no solo reduce el riesgo de incendios, sino que también permite generar empleo en zonas rurales y levantar viviendas de madera con menor huella de carbono. Una fórmula que busca transformar la forma de habitar y, al mismo tiempo, revitalizar territorios olvidados.

Ustedes gestionan sus propios bosques. ¿Qué papel juega esta gestión activa en la reducción del riesgo de incendios forestales?
La gestión activa es clave para prevenir incendios. Un monte abandonado acumula demasiado matorral y árboles debilitados que funcionan como un combustible continuo. Cuando intervenimos y retiramos parte de esa biomasa, aclaramos árboles y creamos discontinuidades, reducimos drásticamente la capacidad del fuego de propagarse. El bosque queda más limpio, más sano y mucho más resiliente. Es un trabajo que requiere inversión y constancia, pero que a la larga protege tanto al ecosistema como a las comunidades que viven alrededor

¿Cuánta superficie gestionan actualmente?
Actualmente gestionamos varios montes en el noreste de España, lo que supone ya más de 600 hectáreas bajo manejo activo. Nuestro modelo se basa en combinar la participación en subastas públicas con acuerdos con propietarios privados, lo que nos permite ampliar superficie de manera constante. El objetivo a medio plazo es superar las mil hectáreas y, más allá de la cifra, lo importante es la calidad del manejo que aplicamos para garantizar sostenibilidad y continuidad.

Un bosque cuidado es el mejor cortafuegos contra los incendios

¿Cómo se traduce en la práctica eso de “buscar bosques de mayor calidad” y explotarlos de manera sostenible?
Se traduce en seleccionar masas forestales con especies y características que permitan obtener madera de alto valor estructural, como los pinares de silvestre o laricio. A partir de ahí aplicamos cortas selectivas, retirando solo los árboles que conviene extraer para favorecer el crecimiento del resto. Todo se hace bajo criterios de certificación y siempre asegurando regeneración natural o plantación posterior. De esa forma, aprovechamos la madera disponible sin comprometer la salud futura del monte.

¿Podría darnos un ejemplo de cómo la extracción y aprovechamiento de madera contribuye a mantener los montes más limpios y resilientes?
Un ejemplo muy claro lo vemos en pinares densos. Al extraer algunos árboles reducimos la competencia por agua y nutrientes, y el resto crece más fuerte. Además, esa corta rompe la continuidad de combustible en el suelo y actúa como un cortafuegos natural. A la vez, el hecho de dar un valor económico a la madera hace que los propietarios tengan interés en mantener el monte activo, y eso evita abandono, que es el verdadero problema detrás de los grandes incendios.

¿La empresa compra los terrenos que explota o se los alquila a los propietarios para explotarlos?
Nuestro modelo no pasa por comprar monte, sino por colaborar con propietarios públicos y privados. En el caso de lo público, participamos en subastas de aprovechamiento; en el privado, firmamos acuerdos de gestión. El propietario conserva la titularidad de la tierra, recibe ingresos y la tranquilidad de tener un bosque cuidado, mientras nosotros aseguramos materia prima de calidad sin necesidad de inmovilizar capital en suelo.

¿Qué importancia tiene la regeneración forestal (plantación o regeneración natural) en su modelo?
Es absolutamente esencial. Nunca realizamos una corta sin planificar cómo se va a regenerar ese bosque, que en la mayoría de casos consiste en dejar árboles padres que aseguren regeneración natural. La idea es que cada árbol extraído tenga continuidad en la siguiente generación, cerrando así el ciclo de gestión sostenible. Por eso decimos que nuestro modelo es plantar, construir y vivir: todo empieza con el compromiso de regenerar.

Cada viga de madera es carbono que sacamos de la atmósfera y guardamos en la ciudad’

¿Cómo conecta la gestión forestal con la construcción de viviendas de madera en cuanto a economía circular y sostenibilidad?
La conexión es directa. El bosque captura carbono mientras crece, nosotros transformamos esa madera en material estructural y las viviendas almacenan ese carbono durante décadas. Es un ciclo renovable: el monte vuelve a regenerarse y reinicia el proceso. Frente a materiales como el acero o el hormigón, que generan emisiones desde su producción, la madera aporta un ciclo de carbono positivo y una economía circular real. Cada panel o viga que producimos es carbono que sacamos de la atmósfera para convertir en ciudad.

La construcción en madera está muy ligada a la descarbonización. ¿Qué huella de carbono tiene un edificio de madera frente a uno de hormigón o acero?
La diferencia es muy grande. Una vivienda de madera puede evitar unas 25 toneladas de CO₂ en comparación con una de hormigón. En una promoción completa, esa reducción llega a cientos de toneladas. Además, la obra es más limpia, genera menos transporte y menos residuos. En conjunto, podemos hablar de una reducción de entre el 50 y el 70% en la huella de carbono de la construcción estructural, algo que convierte a la madera en una pieza clave en la lucha contra el cambio climático.

¿Cómo responde la empresa a los retos de levantar no solo casas unifamiliares, sino también edificios en altura y hoteles?
Nuestra planta produce CLT y vigas laminadas, que permiten estructuras de varios pisos con total seguridad. Ya hay ejemplos en España de edificios de ocho o nueve plantas en madera, y a nivel internacional incluso de más de 15. Nosotros incorporamos esa experiencia y la ponemos a disposición del mercado español. Además, podemos hibridar con otros materiales cuando el proyecto lo requiere, como en hoteles que necesitan luces más amplias o normativa acústica más exigente. Eso nos permite adaptarnos a cualquier tipología.

Uno de los grandes retos actuales es el acceso a la vivienda. ¿Cómo puede la industrialización con madera abaratar costes y tiempos de construcción?
La industrialización cambia las reglas. Al fabricar en planta y montar en obra, reducimos plazos entre cuatro y seis meses, lo que abarata costes financieros y permite entregar antes las viviendas. También reducimos personal en obra, transportes y errores de ejecución. Todo ello hace que el coste final pueda ser equivalente o incluso inferior al de la construcción tradicional, con el añadido de la rapidez y la sostenibilidad. Es una herramienta potente para ampliar oferta en menos tiempo y con precios más ajustados.

El modelo de Treehood: cuidar el monte, generar riqueza local y construir vivienda asequible

 vivienda en madera se convierta en una alternativa real para ampliar la oferta en España en los próximos años?
Sí, lo vemos posible y necesario. Aunque España parte de cifras bajas, el crecimiento reciente ha sido muy rápido y la tendencia europea apunta en esa dirección. Cada vez hay más promotores e inversores interesados, la normativa empieza a acompañar y la sociedad está más abierta a soluciones sostenibles. Con la capacidad industrial que estamos desarrollando en Teruel, queremos precisamente acelerar esa transición y hacer que la madera deje de ser anecdótica y pase a ser una opción habitual.

Su ubicación en Teruel les permite reducir huella de carbono en transporte, pero también tiene impacto en la economía local. ¿Qué significa para un territorio despoblado contar con una industria como la suya?
Estar en Teruel nos permite trabajar con materia prima cercana de diversos polos forestales diversificados y distribuir de manera eficiente a los principales mercados españoles, lo que reduce huella de transporte. Pero igual de importante es el impacto social: estamos generando empleo de calidad en una zona afectada por la despoblación y la pérdida de industria. Eso significa fijar población, dar oportunidades a jóvenes que ya no tienen que marcharse y dinamizar toda la economía local alrededor de la cadena forestal.

¿Qué papel juega la colaboración con propietarios forestales y con las administraciones públicas en todo este proceso?
Es esencial. Con los propietarios compartimos la gestión y los beneficios, asegurando que sus montes se mantengan activos. Y con las administraciones trabajamos tanto en el plano industrial, con apoyos a la implantación de la fábrica, como en el forestal, con planes de ordenación y subastas. Es un modelo de colaboración público-privada donde todos ganan: propietarios, instituciones y la propia industria.

¿Cree que el modelo de Treehood es replicable en otras zonas de España con riesgo de abandono forestal?
Sin duda. España cuenta con millones de hectáreas forestales infra-gestionadas y con territorios en riesgo de despoblación. Nuestro modelo, que une gestión forestal, industria local y construcción sostenible, puede adaptarse perfectamente a otras provincias. No es inmediato, requiere inversión y planificación, pero es un camino claro para revitalizar zonas rurales y aprovechar un recurso que hoy en muchos casos está abandonado.

La madera puede reducir hasta un 70% la huella de carbono en la construcción

Si pensamos en 10 o 20 años, ¿cómo imagina el panorama de los bosques españoles si se impulsara esta gestión vinculada a la construcción?
Imagino bosques más limpios, con menos riesgo de incendios y mayor capacidad de capturar carbono. También bosques que generan riqueza local y que están integrados en una cadena que conecta directamente el monte con la ciudad. En paralelo, pueblos con nuevas industrias ligadas a la madera y con jóvenes que pueden quedarse a trabajar allí. En definitiva, un país más verde y más próspero gracias a un uso inteligente y sostenible de sus recursos forestales.

¿Qué barreras (normativas, culturales o de mercado) cree que hay que derribar para que la madera se consolide en el sector de la vivienda?
Existen tres grandes barreras. La normativa, que durante años en España quizás limitó la madera, aunque ahora se está actualizando mucho. La cultural, porque todavía persisten prejuicios sobre su durabilidad o seguridad frente al fuego, que la madera tecnológica ha superado con creces. Y la de mercado, porque hasta ahora no había industria suficiente en España y faltaban profesionales especializados. La buena noticia es que en los tres frentes estamos avanzando, y cada vez con más rapidez.

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