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Navetas
Las Navetas en Menorca GTRES

Cada día, las temperaturas son más cálidas y muchas personas ya están pensando, y reservando, sus vacaciones para disfrutar de esos merecidos días de descanso. Los destinos son muchos, pero en España, uno de los más populares son las Baleares. Y entre ellas, Menorca es una excelente opción para disfrutar de un entorno agradable, relajado y, por qué no, de su rico y variado patrimonio histórico y cultural.   

En su historia encontramos capítulos y episodios de gran interés. Desde la prehistoria hasta la Edad Contemporánea, esta tierra insular ha visto pasar a muchas y muy importantes civilizaciones. Incluso, en el siglo XVIII llegó a ser un dominio de la corona británica

Costa de Menorca
Menorca es un destino muy valorado PxFuel

Una cultura megalítica con construcciones impresionantes

Pero, sin duda, si hay una etapa tan interesante como misteriosa, esa es la protagonizada por la cultura talayótica, que floreció allí durante la Edad del Bronce, entre los años 1500 y el 123 a.C., cuando se produjo la conquista romana. Conocida por sus impresionantes monumentos megalíticos y construcciones funerarias, su legado ha hecho de la isla de Menorca un auténtico museo al aire libre. Tanto que, aunque pueda parecer sorprendente, en sus escasos 700 kilómetros cuadrados se han catalogado cerca de 1.600 yacimientos arqueológicos.

Uno de los rasgos más distintivos de esta cultura es el megalitismo, con grandes bloques de piedra colocados verticalmente en monumentos funerarios comunales. Pero no todo eran tumbas en la cultura talayótica de Menorca. Con el tiempo, las comunidades que habitaban la isla se adaptaron y evolucionaron, creando asentamientos más grandes en torno a las torres monumentales conocidas como talayots que, se cree, podrían haber servido como defensa, control territorial, prestigio comunitario o centros comunitarios.

Las navetas, sepulcros colectivos, y las necrópolis, situadas en los barrancos de la isla, son testimonio de la importancia que tenía el mundo de los muertos en esta época. Y no sólo eso, también se construyeron santuarios para rituales y posibles celebraciones, como los recintos de taula, donde el principal elemento constructivo era la taula, un pilar vertical sobre el que se coloca otra piedra horizontal en forma de ‘T’.

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Las “casas” para los muertos

Precisamente son estas navetas las que se conocen como "casas de los muertos". Estas navetas son exclusivas de Menorca y se han convertido en los monumentos más emblemáticos de la isla. El término naveta proviene del catalán y significa “barquito” en catalán, y precisamente se les denominó así porque por su forma recordaban a un barco puesto del revés, como antiguamente muchos pescadores ponían sus pequeñas barcas en la orilla de la playa cuando regresaban de faenar.

Su planta suele ser alargada en forma de herradura o circular y fueron utilizadas para prácticas funerarias de inhumaciones colectivas. Las características arquitectónicas de estas tumbas incluyen una entrada adintelada, un corto corredor y una cámara con ángulos redondeados. En algunas navetas de planta alargada se ha encontrado una chimenea que daba acceso a una planta superior también destinada a inhumaciones colectivas. 

Como explica el especialista el historiador y arqueólogo José Simón Gornés Hachero, aunque no se sabe con seguridad cómo se realizaban estos enterramientos, en el interior de las navetas funerarias se han encontrado restos humanos desmembrados, lo que sugiere que los cadáveres eran depositados enteros en el interior de la cámara y posteriores deposiciones desplazaban y desmembraban los cuerpos ya esqueletizados. Las personas eran enterradas junto a algunos objetos personales como brazaletes de bronce, cuentas bicónicas y punzones, mientras que cerca de la puerta se depositaban vasos cerámicos conteniendo ofrendas.

Cartel con epresentación de vida alrededor de una naveta
Representación de un enterramiento en la Naveta des Tudons Daniel Lobo

Curiosamente, las navetas funerarias también se asemejaban mucho, en su forma, a las viviendas de los vivos, reproduciendo la forma exterior de las "casas de los vivos". De este modo, las similitudes formales entre estas estructuras sugieren una conexión entre la vida y la muerte. Y de ahí, precisamente, proviene ese apelativo con el que muchas veces se refieren a estas construcciones funerarias: casas de los muertos.

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