La zigzagueante carretera tiene de un lado una montaña rocosa, de formas caprichosas, y del otro un acantilado que deja sin respiración. Nos dicen que antaño esta carretera, en invierno, se quedaba bloqueada varios días por la nieve y que era aquí donde las revistas de motor venían a probar los vehículos. Nos lo creemos, vistas las curvas...
Del otro lado del pueblo, la otra carretera es igual de sinuosa, un puerto de montaña en definitiva. Conclusión, para venir a este pueblo de la sierra norte de Madrid hay que venir ex profeso: no es que uno se dé de bruces con él, así, de casualidad. Llegar a Puebla de la Sierra, uno de los pueblos más pequeños de la Comunidad de Madrid (88 vecinos), es una aventura. Pero una aventura que merece la pena porque este pueblo de exquisita arquitectura de piedra y madera ostenta numerosas particularidades. La primera es que cuenta con un recorrido escultórico al aire libre conocido como Valle de los Sueños. Y la segunda es que es el único pueblo de España que atesora un museo de arte japonés, por algo se le conoce como el Osaka madrileño…
Nuestro interlocutor, Federico Eguia, pintor y fundador del Valle de los Sueños, también llama al pueblo “el gran desconocido” y “el oasis de Madrid” y todos estos apelativos se nos antojan muy ciertos, viendo la espesa naturaleza que rodea la localidad y lo auténtica que ha sabido mantenerse ésta.
¿Qué es el Valle de los Sueños?
Son esculturas al aire libre. Es sacar la obra de los museos a la naturaleza. Surgió en un taller que hicimos de escultura en Puebla de la Sierra. A raíz de eso planteamos al Ayuntamiento el proyecto y lo aprobaron. Ha sido un proyecto totalmente altruista: hay ahora mismo 63 escultores implicados con 116 obras puestas entre robles y cerezos centenarios. Es un proyecto que va a ir creciendo porque cada cierto tiempo convocamos una bienal que es de la que nos nutrimos de obra, participan artistas tanto españoles como internacionales. Y ese es el proyecto del Valle de los Sueños: sacar la obra de los museos y que la escultura se pueda tocar, se pueda interactuar con ella y puedas disfrutar de la naturaleza y al mismo tiempo de una obra de arte.
El pueblo tiene muchos atractivos: este museo al aire libre, los robles centenarios pero le llaman también el Osaka madrileño, ¿a qué se debe esto?
Tenemos el primer museo de pintura japonesa que existe en España y lo tenemos aquí porque hicimos una colaboración a través de mi galerista Alfonso González Calero con una asociación cultural y galería de arte de Osaka. Ellos nos han ido donando obra todos los años: nos donan una escultura y una serie de obras de pintura contemporánea japonesa. Es el primer museo de pintura japonesa que existe en España.
¿Por qué fundar aquí el Valle de los Sueños?
Yo soy nacido de aquí, cuando decidimos hacer este itinerario escultórico le pusimos por nombre Valle de los Sueños porque realmente era un sueño cuando empezó. No contábamos prácticamente con nada, simplemente con amigos escultores que eran los que en principio nos donaron la obra y creyeron en ese sueño. Y a partir de ahí pues ha ido in crescendo…
¿Qué recorrido tiene el Valle de los sueños?
Aproximadamente dos kilómetros, sin contar la silla gigante de Meira, que está en un monte a 1.500 metros de altitud, que es de los escultores gallegos Xulio Lago y Roberto Brañas, y queda un poco más aislada porque se tarda 40 minutos de subida al monte y otros 40 de bajada. El resto está conformado alrededor del pueblo, entre los robles y los cerezos.
¿Hay alguna escultura dentro del pueblo?
Dentro del casco no hay obras. En el casco urbano decidimos en su momento no poner ninguna obra de arte, porque ya de por sí la arquitectura era suficientemente atractiva.
Hasta aquí hay que venir ex profeso, ¿verdad?
Yo le llamo el oasis de la Comunidad de Madrid porque es un valle recóndito, un poco alejado. Sí es cierto que hay que venir expresamente. La vegetación es exuberante. Tenemos la mejor aliseda de la Comunidad de Madrid. De cerezos quizás sea el pueblo que más cerezos puede tener, y luego ya el robledal es majestuoso. Hay montones, miles de robles, porque en este pueblo realmente la gente vivía del ganado y de hacer carbón. Y entonces los robles ramonean de una manera concreta para hacer carbón cada diez o doce años.
Y ahora, ¿de qué vive la gente?
Hay gente que vive del ganado. Hay una serie de gente joven que ha venido y tiene ganado ovejas, cabras. Con lo cual viven de ello. También de los retenes. Y luego tenemos una fábrica de madera que ahora mismo está paralizada, pero en breve creo que se pondrá en marcha y dará puestos de trabajo a la gente.
Es un pueblo pequeño pero con gran vida cultural, ¿verdad?
Ha habido muchas actividades culturales pero en invierno hay menos actividad salvo alguna cosa ocasional.
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