En la isla de Cerdeña, Italia, se encuentra la primera batería de CO2 del mundo, que mediante un sistema innovador usa el dióxido de carbono para almacenar energía renovable. Según afirman sus creadores, será capaz de generar suficiente combustible para abaratar los costes eléctricos nivel mundial.
Uno de los objetivos principales de las energías renovables es poner fin a la intermitencia de suministro, y para ello las empresas han conseguido soluciones de almacenamiento alternativas a la energía eólica o solar, como la sal o el dióxido de magnesio. De esta forma se puede recoger energía cuando las máquinas están en funcionamiento y no disponemos de suficiente viento o luz natural.
Este último modelo lo ha presentado la compañía italiana Energy Dome y ya está disponible para ser comercializado. Gracias a su sistema utiliza las propiedades del CO2 para su carga y descarga, y la estructura está sellada para impedir que el dióxido de carbono se escape en la atmósfera.
Al condensar y almacenar el CO2 como líquido a presión y a temperatura ambiente, el dióxido de carbono se convierte en “el fluido perfecto para almacenar energía sin necesidad de alcanzar temperaturas muy bajas”, según explica Energy Dome. Este novedoso sistema guarda ciertas similitudes con el que se usa en plantas de biogás.
El CO2 obtenido de una gran bóveda donde se almacena a presión y temperatura casi atmosféricas se comprime y transforma en líquido, un proceso que genera calor. Dicho calor se almacena y se usa para la fase de descarga. Es aquí donde el líquido al calentarse se convierte en el gas que pasa por la turbina y genera energía, para después volver a la bóveda sellada donde se almacena hasta su siguiente uso.
El sistema ya ha pasado el periodo de prueba y está listo para su explotación comercial. El prototipo que hay en Cerdeña tiene un tamaño de 1,2MWe y 4MWh, pero según declaraciones de la empresa a PV Magazine, en 2023 empezarán a construir su primera planta comercial a escala real (20 MW/200 MWh) y sostienen que su tecnología “se podría desplegar en todo el mundo rápidamente sin cuellos de botella”.
“Hay una gran demanda de tecnologías de almacenamiento de energía de larga duración porque el litio es demasiado caro y tiene una vida útil demasiado corta. Hemos recibido el interés de grandes empresas y servicios públicos de Europa, Oriente Medio y Norteamérica” señalaba Spadacini.
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