¿De dónde salen las pelusas si justo acabas de pasar el aspirador? Te lo aclaramos.
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Escoba y pelusas
Escoba y pelusas Pixabay

Las ves por los rincones del pasillo y te recuerdan a esas bolas que soplaba el viento en los westerns pero, ¿cómo se forman las pelusas?

Pasas el aspirador las veces que sean necesarias, barres, pones todo el cuidado del  mundo en que la casa esté limpia pero ahí están, las pelusas. Aparecen de repente, sin saber de dónde salen, un engorro. Pero, ¿cómo se forman las pelusas? Queremos hoy resolver este misterio.

Y tenemos una primera noticia y es positiva, aunque no lo parezca: como cuenta América Valenzuela en su libro "La vida secreta de tu alcachofa de ducha", cuanto más nos movemos, más pelusas hay. No queremos decir que si estuvieras sedentario todo el día en el sillón no aparecería pero vamos, que si hay pelusas en el piso es porque hay movimiento.

Para que se forme una pelusa es necesario un pelo, así de simple. A ese pelo se irán añadiendo otros pelos, telarañas, polvo, fibras… Se va uniendo todo por atracción electrostática y a mayor número de elementos que llegan, mayor tamaño de la pelusa. Y es fácil de entender con el experimento que hacíamos de niños con un boli que frotábamos contra un paño y la que luego se pegaban trocitos de papel, electricidad estática, eso es lo que hace que se peguen esos elementos al pelo inicial que formará la posterior pelusa.

El efecto por el que se cargan los objetos cuando rozan otros se denomina efecto triboeléctrico y sucede porque tienen una serie de electrones ligados a los átomos de forma muy débil. Esos son los electrones que se intercambian entre los objetos y hacen que se creen las cargas (y en este caso, las pelusas).

Por cierto, y siguiendo con la suciedad, Valenzuela explica también en su libro de qué está compuesto el polvo y como podrás imaginar, no es algo grato: arena, polen, pieles muertas, pelos, esporas, bacterias… Cada polvo es como cada casa, único. También tiene ácaros: “En una cucharadita de café de polvo hay 2.000 ácaros”, aclara. Escalofriante. Estos arácnidos miden menos de medio milímetros y son habitantes habituales de nuestra casa, incluso de nuestro cuerpo, y que estén ahí no significa que no seamos limpios. De hecho, en los sillones del comedor, en las almohadas y en los colchones donde dormimos hay ácaros a tutiplén: allí están cómodos porque tienen calor, humedad y comida (nuestros trocitos de piel que se desprenden). Y una Info final más: sus residuos fecales son los que generan la alergia al polvo y a los ácaros.

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