Los 10 errores de orden que pueden causar caos en tu casa y cómo corregirlos para lograr un hogar más simple y equilibrado
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Si cada vez que ordenas sientes que el caos regresa a tu hogar en cuestión de días, quiero decirte algo: no estás sola. A mí me pasaba exactamente lo mismo: intenté todos los sistemas virales, compré organizadores y dediqué sesiones de limpieza interminables, pero nada funcionaba.

Si me hubieras visitado hace unos años, habrías pensado que mi casa estaba en guerra constante con el desorden, pero lo que ocurría era que estaba cometiendo una serie de errores que no me dejaban avanzar. Te cuento cuáles eran los 10 errores de orden que arruinaban mi casa y cómo los corregí.

Permitir que la entrada marcara el tono del estrés

Durante años, la entrada de mi casa era literalmente una trampa mortal. Zapatos tirados, abrigos por cualquier sitio, mochilas, llaves y cartas sin abrir era lo primero que veía al llegar. Ver ese desastre me hacía sentir agotada, incluso antes de quitarme los zapatos.

Me di cuenta de que la entrada de nuestro hogar marca el tono de cómo nos sentimos al llegar; si lo primero que vemos es desorden, nuestro cerebro interpreta un ambiente caótico. Entonces, decidí reducir a lo esencial:

  • Un lugar específico para las llaves.
  • Un lugar para los zapatos que usamos a diario.
  • Una bandejita pequeña para el correo.

Ahora mantengo la entrada fácilmente haciendo un repaso rápido de menos de un minuto al día y revisando los abrigos y cartas una vez al mes.

Una entrada ordenada
Una entrada ordenada te da la bienvenida con calma Sara Domínguez

Comprar organizadores antes de reducir

Yo pensaba que el problema era la falta de espacio, así que, hice lo que hacemos muchas: comprar organizadores. Adquiría cajas, separadores y cestas, esperando que esta vez sí el orden se mantuviera. Pero, a pesar de todos los accesorios, los armarios seguían abarrotados y los cajones apenas cerraban.

Estaba empezando por el paso equivocado; no necesitaba más almacenamiento, sino menos cosas. Estaba metiendo el desorden en cajas bonitas. En lugar de seguir comprando soluciones, apliqué la Ley del Contenedor: cada espacio tiene un límite natural. Si siento que necesito más cajas, reviso primero si necesito menos cosas en ese espacio.

Ignorar el Nivel Óptimo de Inventario (NOI)

El problema real no era solo la organización, sino la cantidad de cosas que intentaba almacenar. Me di cuenta de que tenía más platos de los que realmente usábamos y era difícil guardarlos.

Aquí es donde entra el Nivel Óptimo de Inventario (NOI). El NOI es la cantidad de objetos que puedes tener sin que el desorden se apodere de tu casa. Cada objeto requiere mantenimiento (guardarlo, limpiarlo, encontrarle sitio), y cuando superamos nuestro NOI, mantener el orden se vuelve una batalla constante.

Armario de cocina ordenado
Un armario de cocina ordenado que refleja un inventario ligero y fácil de mantener Sara Domínguez

Guardar todo "por si acaso"

Guardar cosas por si acaso parece una decisión inteligente: "Tal vez un día lo necesite". Así acumulamos cables viejos, ropa que ya no nos queda bien o recambios que ni sabemos si funcionan. Este fue uno de los errores más difíciles de corregir, ya que siempre encontraba una excusa para quedarme con algo, como que me costó dinero o me daba pena.

Mi consejo es cambiar la pregunta. En lugar de pensar en lo que podría pasar si dejas ir el objeto, piensa en lo que ya estás perdiendo al quedártelo. Lo que perdemos es el espacio, la tranquilidad y la sensación de ligereza en nuestra casa, y eso vale mucho más que cualquier "por si acaso".

Almacenar sin lógica

Me frustraba no encontrar las cosas cuando las necesitaba. No era por desorden, sino porque estaban repartidas sin un criterio claro. Las tijeras, por ejemplo, estaban un día en la cocina y otro en el salón.

Entendí que cada objeto debe estar en el lugar donde intuitivamente yo lo iría a buscar, no donde un sistema rígido dice que debería ir. La clave es observar tus propios hábitos y adaptar el orden a tu rutina:

  • Si siempre uso los cargadores en el salón, tiene sentido guardarlos allí.
  • Si envuelvo regalos en la mesa del comedor, las tijeras y el papel deben estar cerca.

Cuando el orden se adapta a ti, y no al revés, mantenerlo deja de ser un esfuerzo y se vuelve natural.

Un cajón organizado
Un cajón organizado donde cada objeto está justo en el lugar en el que lo buscarías Sara Domínguez

Ver el orden como un evento

Hubo una época en la que veía el orden como algo que "tocaba hacer". Dedicaba horas el fin de semana para dejarlo todo maravilloso, pero esa sensación de satisfacción duraba poco. Sentía que nunca avanzaba porque el desorden volvía a aparecer rápidamente.

El problema no era cómo ordenaba, sino que veía el orden como un evento en lugar de un hábito. Empecé a tratarlo como algo que se hace todos los días, en pequeñas dosis. El hábito que más me ayudó fue el de los 5 minutos del orden antes de irme a dormir. Dedicar solo 5 minutos a recoger las cosas fuera de su sitio hace una diferencia grandísima, y así evitas que el desorden llegue a un punto crítico.

Dejar que los papeles se multipliquen sin control

Si hay algo que se multiplica solo en casa, son los papeles: cartas, recibos, notas, facturas. Yo guardaba papeles sin un criterio por miedo a tirar algo importante. Cuando intentaba organizarlos, el desorden era tan grande que posponía la tarea.

El problema fundamental era la falta de un sistema para gestionarlos. A si que, lo primero que hice fue crear una zona de aterrizaje para todos los papeles nuevos. Luego, establecí tres criterios claros para decidir qué conservar:

  1. ¿Estoy legalmente obligada a guardarlo?
  2. ¿Lo voy a necesitar en un futuro?
  3. ¿Tiene un valor sentimental real y tengo espacio para guardarlo funcionalmente?

Si un papel no cumplía ninguna de estas condiciones, simplemente no tenía razón para quedarse.

No tener un plan de mantenimiento

Pensar que ordenar la casa una vez era suficiente fue otro gran error. Sin un plan para mantenerlo, el desorden regresaba una y otra vez. El secreto no está en ordenar de golpe, sino en integrar pequeñas acciones en la rutina diaria

Este es un sistema simple de mantenimiento:

  • Diario: Los 5 minutos del orden para devolver cosas a su sitio.
  • Semanal: Revisar las zonas que tienden a desordenarse más.
  • Mensual: Hacer una pequeña depuración para asegurar que nada innecesario se quede.

Con este plan, el orden se mantiene sin que la casa se convierta en un proyecto gigante y abrumador.

Asumir sola toda la carga mental del hogar

Sé que muchas sentimos que el peso del orden recae sobre nosotras. En muchísimas casas, la responsabilidad de la gestión del hogar sigue cayendo por inercia en nuestra persona. Sé lo agotador que es recoger mientras los demás actúan como si todo se hiciera solo.

No es justo ni sostenible que tengamos que hacerlo todo solas. Lo que aprendí es a soltar el control. Muchas veces asumimos este papel porque no confiamos en que los demás lo hagan bien, pero no podemos con todo. Hay que involucrar a quienes viven en casa no como "ayuda", sino como parte de la responsabilidad compartida de mantener el espacio.

He intentado pedir ayuda en casa, pero nadie coopera

Es frustrante, y a veces, aunque pidamos ayuda, seguimos asumiendo la carga mental. Empieza por cambiar la conversación: en lugar de pedir ayuda (lo que implica que la responsabilidad sigue siendo tuya y los demás te hacen un favor), asigna tareas con claridad. Cambia "¿Me puedes ayudar?", por "Necesito que te encargues de esto". Esto redefine la dinámica, indicando que la responsabilidad de mantener el hogar es compartida.

Intentar forzar un sistema de organización rígido

Yo probé muchísimos métodos, pero ninguno terminaba de funcionar. La razón es que estaba intentando encajar mi vida a un sistema, en lugar de adaptar el orden a mi vida. Creemos que si algo no nos funciona, es porque no lo estamos aplicando bien.

El mejor sistema es el que realmente puedes mantener tú sin esfuerzo. No hay un único método correcto, solo el que tiene sentido para tu forma de pensar y tu rutina diaria. Observa tus hábitos y adapta la organización. Por ejemplo, si te frustra buscar cables en un cajón cerrado, quizás necesitas una caja visible. El orden debe seguir su propia lógica instintiva para que mantenerlo sea automático.

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