Uno de los grandes indicadores de Wall Street se ha movido en los últimos años al son de las medidas extraordinarias de la Fed, el BCE y el BOJ
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El gráfico que demuestra que la evolución de la bolsa está en manos de los bancos centrales
Yardeni Research

El S&P 500 es uno de los principales indicadores bursátiles de Wall Street y del mercado mundial. Y su evolución tiene una curiosa correlación histórica con los balances de los grandes bancos centrales internacionales.

Según muestra el último informe mensual de Yardeni Research, el selectivo que engloba a las 500 empresas con mayor capitalización de EEUU se ha movido al son del volumen de activos de la Reserva Federal, el BCE y el Banco de Japón desde 2008. Desde entonces, han experimentado una tendencia muy similar y unas espectaculares subidas. 

En pleno estallido de la crisis económica y financiera, el S&P se movía en torno a los 1.400 puntos, aunque durante los primeros meses de 2009 llegó a bajar de los 600 enteros. Tras tocar fondo, el selectivo estadounidense ha seguido una tendencia al alza que le ha llevado a asentarse por encima de los 4.400 puntos en las últimas semanas. Esto significa que desde principios de 2008 se ha revalorizado más de un 200%.

Esta escalada se ha producido al mismo tiempo que los bancos centrales de EEUU, la eurozona y Japón han ido sumando activos en sus balances (que incluyen, por ejemplo, titulizaciones hipotecarias, bonos públicos o de empresas, y programas concretos de estímulos monetarios). Actualmente, solo entre esos tres bancos centrales tienen 25 billones de dólares en cartera, una cifra récord, frente a los 4 billones que amasaban aproximadamente en 2008. 

Un ejemplo de la 'dependencia' de las bolsas a las medidas de los bancos centrales lo tenemos en los últimos meses. El S&P 500 tocó máximos históricos a finales del año pasado, cuando se quedó en torno a los 4.800 puntos, aunque desde entonces ha retrocedido, igual que los balances de las autoridades monetarias.

El gráfico que demuestra que la evolución de la bolsa está en manos de los bancos centrales
Yardeni Research

Recordemos que en estos últimos años, marcados por la crisis financiera, la crisis de deuda soberana en la eurozona y la pandemia, las autoridades monetarias han puesto en marcha diferentes medidas ultraexpansivas con el objetivo de garantizar la estabilidad financiera global y la liquidez (como los famosos Quantitative Easing - QE-), hasta tal punto de llevar a sus respectivos balances a máximos históricos. 

Sin embargo, parece que nos encontramos en un punto de inflexión. La Reserva Federal de Estados Unidos, además de subir los tipos de interés para intentar contener la inflación, ya ha abierto la puerta a una reducción de su balance de activos por valor de 95.000 millones de dólares mensuales (87.188 millones de euros) a partir de junio o julio. Además, muchos miembros de la Fed creen que la reducción del balance debería ser más rápida que la que tuvo lugar antes de la crisis sanitaria. 

El BCE, por su parte, también ha anunciado que reducirá próximamente el volumen de compras de deuda, una medida anterior a las previsibles subidas de los tipos de interés que pueda llevar a cabo en la recta final de año. Además, en marzo culminó su programa de compras de emergencia contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), mediante el cual había realizado compras netas de activos por valor de 1,718 billones de euros.

El Banco de Japón, en cambio, todavía no ha dado pistas sobre sus próximos movimientos, aunque sí ha dejado entrever que su intención es reducir balance de forma gradual. 

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