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Socavones en carreteras
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Imagina por un instante una ciudad sin socavones, sin desperfectos en las calles ni en las aceras. Imagina, además, que para conseguirlo no hiciera falta desviar el tráfico por las obras: los operarios encargados de subsanar los problemas serían robots y drones. ¿Disparatado? Actualmente existen varios proyectos que tratan de dar con materiales que se repararen por sí solos o que investigan para crear robots capaces de vigilar que todo en la ciudad esté como esperamos encontrarlo.

La idea de crear ciudades que se puedan autoreparar es ya una realidad. Un proyecto comandado por Phil Purnell, de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Leeds, cuenta con 4,2 millones de libras (5,5 millones de euros) de financiación para desarrollar pequeños robots capaces de identificar averías en las cañerías, en el alumbrado y en las carreteras y enmendar los problemas con el menor impacto ambiental posible, intentando causar a los ciudadanos el mínimo malestar.

“Nuestros robots realizarán reparaciones con precisión y evitarán que tengan que acudir grandes vehículos de construcción al corazón de nuestras ciudades”, ha dicho Rob Richardson, director de la National Facility for Innovative Robotic Systems. El propósito de todo el equipo de la Universidad de Leeds es que las intervenciones que realicen sean completamente invisibles para los vecinos, pero que al mismo tiempo sean totalmente efectivas. 

De hecho, según esta propuesta futurista, no solo serían los robots y los drones los encargados de reparar los baches y las incidencias que puedan producirse en distintos puntos de la ciudad, sino que también les correspondería a ellos la labor de detectarlos. Ambición nos les falta, ya que como apunta el profesor Purnell tienen el firme objetivo de “hacer de Leeds la primera ciudad del mundo en tener cero interrupciones por obras en la calle”. Ahí es nada.

Desperfectos en carreteras
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Así, con intervenciones certeras y rápidas, se ahorrarán bromas como las de Wanksy, el apodo de un británico que realizaba unas pintadas algo obscenas alrededor de los socavones que aparecían en las calles de Rambsottom (un municipio del área de Manchester). A base de sacar los colores a las autoridades de la localidad, que se encontraban penes dibujados alrededor de los desperfectos, este peculiar artista logró su propósito: que se tomaran cartas en el asunto y los problemas en las calzadas se enmendaran. Si el plan de Purnell y compañía sale adelante, esto ya no será necesario.

Junto con el proyecto de la Universidad de Leeds, otras instituciones están trabajando para crear materiales que, en caso de sufrir algún desperfecto, puedan repararse de forma autónoma. Organizaciones como la NASA están trabajando en compuestos que puedan incorporarse a los trajes de los astronautas o a las estaciones espaciales para evitar el deterioro, y el plan es que, pasado un tiempo, también se puedan trasladar a la arquitectura urbana.

Junto con la Universidad de Michigan, la agencia espacial de los Estados Unidos ha encontrado un material capaz de endurecerse al contacto con el oxígeno. Así, si este líquido se encontrase entre dos capas del traje de un tripulante de la Estación Espacial Internacional que estuviera realizando maniobras en el exterior, al producirse un corte podría cerrar el hueco y mantener al astronauta a salvo, evitando males mayores. Ahora bien, ¿qué ocurriría si estuviera presente en las calles de nuestras ciudades? 

En un vídeo difundido por los propios investigadores, podemos ver cómo reacciona el líquido al tratar de atravesarlo con una bala. Se solidifica en apenas un segundo evitando que el proyectil traspase la siguiente capa.

Otra de las posibilidades que plantean los investigadores es reforzar los materiales ya existentes. El profesor Erik Schlangen, de la Universidad de Delft, ya hizo una demostración de lo que podían conseguir con un asfalto reforzado con tiras de acero sometidas a la inducción en caso de que sufrieran algún desperfecto. Ante un auditorio, rompió una barra de este material en dos pedazos y después los metió en un microondas industrial.

Lo que se logra con esto es que el acero se funda y actúe a modo de pegamento, colándose en las grietas del asfalto para volver a unirlo. Ver para creer.

En su aplicación práctica, el equipo de Schlangen ha creado una máquina con bobinas de inducción que se podría pasar por las calles construidas con este asfalto reforzado cada cuatro años, aproximadamente. Así, se podrían reparar los pequeños desperfectos de manera casi automática.

Imagina el trabajo tan liviano que tendrían los operarios y las pocas molestias que causarían a los ciudadanos. Todo ello, según los cálculos de este equipo de investigadores, podría llevar a un país como Holanda a ahorrar hasta 90 millones de euros cada año.

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