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Melbourne y Sídney están siempre en los más alto de los ranking de mejores lugares para vivir, pero ambas urbes australianas viven tal boom en los precios que casi nadie puede ya comprar a excepción de los más ricos y que más tiempo llevan ahorrando.

En la cálida, plácida y costera Sídney los precios hay subido un 140% en los últimos 15 años, con un alza especialmente fuerte desde el inicio de la crisis financiera mundial. Eso ha hecho que la mayoría la mayoría de australianos se hayan visto expulsados del mercado de vivienda y el índice de propiedad haya caído a mínimos, especialmente entre los más jóvenes.

En las ciudades donde mejor se vive, pocos pueden comprar casa
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Solo las personas de mayor edad y con mayores ingresos (aquellos que tienen un mayor nivel de ahorros) han aumentado ligeramente su índice de vivienda en propiedad en las últimas tres décadas en Australia. En todos los demás grupos de edad e ingresos el número de los que son propietarios de una vivienda ha caído.

Sídney es el segundo mercado de la vivienda más caro del planeta, mientras que Melbourne, considerada durante siete años consecutivos por The Economist la mejor ciudad del mundo para vivir, es el sexto mercado inmobiliario más caro a nivel mundial.

Con este panorama, el porcentaje de aquellos que viven en una casa de la que son propietarios ha caído a un 45% entre los más jóvenes (entre 25 y 34 años). Asimismo, el coste de las hipotecas entre aquellos que han decidido comprar ha llevado la deuda de los hogares a récords históricos, mientras que muchos de los que se jubilan aún no han podido liquidar el préstamo de vivienda y están dilapidando el fondo de pensiones del país al cualificar para ayudas estatales.

Viviendas de 14 metros cuadrados se venden ahora a precios que rondan los 430.000 euros cerca de Sídney, lo que ha incrementado la ansiedad entre los australianos más jóvenes, que pese a que la economía del país sigue creciendo no ven un futuro en el que puedan permitirse comprar una casa decente.

Ciudades con alta calidad de vida como las canadienses Vancouver, Toronto, las estadounidenses San Francisco y Seattle o la asiática Singapur han experimentado también fuertes subidas de los precios y preocupación entre sus residentes, que de repente se ven desplazados de un mercado inmobiliario en constantes alzas.

Singapur y Toronto han sido algunas de las ciudades que han decidido atajar parte del problema imponiendo fuertes tasas fiscales a las compras de vivienda por parte de extranjeros, que han utilizado esos mercados inmobiliarios como destino de sus inversiones.

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