
La rehabilitación de viviendas antiguas siempre supone un riesgo. No tanto por la dificultad de volver a la vida un elemento que, quizás, está en un estado de conservación más o menos recuperable, sino porque dicha rehabilitación conserve de una manera coherente y digna los elementos del pasado con la vivienda contemporánea.

En Vancouver (Canadá), tenemos un buen ejemplo de esta integración entre elementos antiguos y diseño actual. Una vivienda de principios del siglo XX que se encontraba en un estado bastante deplorable, pero cuya intervención realizada por el estudio D'Arcy Jones Architects la transformó por completo, recuperando e incorporando en el diseño partes originales.
Una casa con historia
Para poder llegar a visualizar una vivienda moderna y renovada, dejando a la vista materiales históricos, el proyecto, denominado por el estudio 3789 Redo, consistió en sustituir los cimientos, instalar elementos estructurales de acero, añadir nuevos revestimientos y ventanas, y revisar la distribución interior.

La casa original se construyó en 1902 y se ubica en el barrio de Riley Park de Vancouver. Durante su historia, ha tenido diferentes usos, desde un hospital improvisado hasta una casa de huéspedes. Aunque hoy se encuentra en la ciudad, en su origen se situaba “en los límites del sur de Vancouver, cuando eran principalmente tierras de cultivo, ciénagas y bosques” explican los arquitectos.
Con el paso del tiempo y su abandono, la casa fue deteriorándose “estaba llena de encanto, pero todo estaba oculto o dañado por muchas capas de reformas. Era una antigüedad destartalada que la mayoría de promotores o especuladores habrían demolido”. Sin embargo, se ajustaba a las necesidades de los clientes.

Con todo, la propiedad planteaba serios problemas y es que, la casa había sido ampliada sin autorización a lo largo de las décadas. Esto, sumado a los requisitos de zonificación actuales, hizo que su planta tuviera que reducirse hasta los 373 metros cuadrados.
Una rehabilitación integral
El proyecto planteó una casa de dos plantas sobre rasante y una parcialmente bajo rasante. “El diseño propuesto se centró en mantener el alma, la forma y las escaleras interiores de la casa original, al tiempo que se actualizaban elementos clave para hacerla más funcional”, explican en el estudio.

El principal objetivo del proyecto era conservar una parte suficiente de la casa para que el diseño final se integrara en el barrio. Para ello, las paredes exteriores se revistieron con tejas de cedro nuevas, la puerta principal se mantuvo en su lugar original, pero se rediseñó, o los ventanales, que también se mantuvieron en su ubicación original, se reimaginaron como “vitrinas de cristal puro”.
Por su parte, el tejado y el ático originales se revisaron, “eliminando la parte norte del tejado a cuatro aguas para instalar una nueva claraboya triangular y acceder a una nueva terraza”. Además, se cubrió con tejas de asfalto y se renovaron los canalones.

Hacia el interior, se mantuvieron algunos elementos esenciales como las vigas de madera del suelo y los listones de madera del techo de la planta principal. Pero entre todos los elementos originales se debe destacar la escalera y sus muros de cerramiento, de acero laminado en caliente.
Y entre los elementos añadidos se encuentran los acabados, como los suelos de hormigón pulido o de roble y la carpintería en cajas de contrachapado de abedul con sencillos frentes laminados en la cocina.

El resultado es una vivienda funcional moderna, en cuya planta principal se ubica la cocina, el comedor, el salón, un rincón de lectura y un garaje; en la superior se encuentran tres habitaciones, mientras que el nivel inferior funciona como un alojamiento independiente para invitados.
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