Decía Borges que “hay derrotas que tienen más dignidad que la victoria.”
Viene a colación, porque quizás es conocido el sentido, a veces derrotista, que utilizamos los promotores inmobiliarios en nuestro lenguaje.
Quien lo ha expresado de forma más poética ha sido recientemente el 'enfant terrible' del sector Mikel Echavarren, que escribió lo siguiente en un post: “Desde hace más de diez años soy miembro de la Junta Rectora de ASPRIMA (Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid). Confieso que en cada reunión de la Junta me asombro más de la capacidad infinita de lucha de los promotores inmobiliarios ante la maraña de normativa absurda, las minas y las alambradas que deben atravesar cada día para desarrollar suelo y construir viviendas. Yo hubiera tirado la toalla 100.000 veces ante un panorama desolador de administraciones públicas inoperantes o absurdamente hostiles al progreso. Si a Sísifo le hubieran dado la opción de ser promotor residencial sin duda se habría vuelto antes a la montaña a acarrear su roca por toda la eternidad”.
Y es que Mikel tiene razón. ¿Tiene sentido pegarnos, literalmente, con todas las administraciones, confederaciones hidrográficas, AESA, Dirección General de Carreteras, informes sectoriales de medio pelo, direcciones generales de Industria, CYII, eléctricas... para desarrollar nuestra actividad, es decir, la generación de las ciudades?
¿Merece la pena pelearnos 20 años para desarrollar un suelo?
¿Alguna administración tiene sensibilidad ante la emergencia habitacional de la vivienda?
¿Y que decimos de la dictadura funcionarial? En CHT, ¿existe algún trabajador?
¿Por qué nos sentimos como el señor K en El Castillo de Kafka?
Luego una vez que logramos superar todos los obstáculos, viene el palo: unos espurios ecologistas presentan una demanda por cualquier tontería y se paraliza el ámbito, como en Montegancedo o Los Carriles.
Si tenemos suerte y conseguimos no ser judicializados, nos tardan 12 meses en conceder una licencia, y no puedo cerrar el precio de construcción porque nadie sabe a cuánto va a costar el m2 de pladur dentro de 12 meses, o si voy a tener cuadrilla para pintar las viviendas.
Hemos tenido que pagar impuestos únicos en Europa, como el ICIO, además de las tasas, y por adelantado, antes de que te den la licencia, porque las administraciones no te dan los servicios, en tiempo y hora, pero si nos los cobran por adelantado.
Así, todos los días, en todas las promociones, en cualquier punto de España. Aunque siempre hay excepciones, como el Ayuntamiento de Madrid.
Pero, cuál es el motivo para seguir empujando la piedra, todos los días, a todas horas, cual Sísifo, cuando en nuestro caso, no hay un castigo divino de Zeus; ¿es una cuestión voluntaria?
Sin duda, existe una motivación económica, cualquier actividad empresarial debe dejar un beneficio económico. Pero os aseguro que este no es el motivo. La matriz riesgo/rentabilidad es deficitaria en nuestro sector. Ganan mucho más otras actividades empresariales, con mucho menos riesgo y fuera del foco mediático.
Entonces, será ¿por qué no sabemos hacer otra cosa? Puede ser; en nuestro sector hay muchas empresas familiares de tercera generación que, por cierto, encuentran dificultades para encontrar el relevo. Pero, no creo que sea por eso tampoco. Algunas de nuestras empresas diversifican con otras actividades, sabemos hacer lo difícil por ende también lo fácil.
Desde mi opinión, el verdadero motivo, es la responsabilidad hacia la sociedad.
El sector es consciente del peso que supone generar ciudad. Y, lo más importante, dotar de una infraestructura de vivienda a nuestros conciudadanos. Esta ha sido nuestra mayor palanca, nuestra mayor fuerza para seguir adelante.
Todos los miembros de nuestro sector cambian tanto sufrimiento por ese día que van a la notaría y entregan la vivienda a nuestros clientes, en especial, a los de primera vivienda, a los jóvenes. Ese día, aunque no os lo creáis, son días grandes para toda la empresa promotora y para sus trabajadores.
Esta es nuestra verdadera motivación para seguir adelante.
Todo nuestro esfuerzo va dirigido a ese momento, contra viento y marea, con todo en contra, con todas las críticas de gran parte de la sociedad que no entiende, ni nuestro negocio, ni nuestro espíritu, ni nuestra resiliencia, ni nuestra labor social.
Porque nuestra derrota es mucho más digna que muchas de las victorias de otros.
Que verdad es lo que me dice mi amigo Juan: "Siempre nos quedará Borges".
Jorge Ginés es director general de ASPRIMA desde octubre de 2023. Licenciado en Derecho y diplomado en fiscalidad, inició su carrera profesional como consultor de desarrollo de negocio y ha fundado la empresa Desaprendiendo. Es autor del libro “¡Aún dicen que el pescado es caro!; Confesiones de un consultor inmobiliario”.
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