El negocio ‘gastro’ se le indigesta a Galería Canalejas, uno de los proyectos más ambiciosos para revitalizar el centro de Madrid. Este espacio enfrenta serios problemas en su área gastronómica, conocida como Food Hall. Esta área de negocio, que en su momento fue concebido como un epicentro del lujo culinario en la capital, ha entrado en concurso de acreedores, según consta en el Registro Mercantil. Lo que debía ser una atracción gastronómica internacional se ha transformado en un área de bajo rendimiento, sin vida ni afluencia suficiente de visitantes, tal y como explican a idealista/news distintos profesionales del sector retail.
El Food Hall de Canalejas ocupa 4.000 m2 en el sótano del complejo, lo que algunos críticos consideran una de las principales razones de su fracaso. Según expertos de este negocio, "la gente no quiere meterse en un sótano para comer, especialmente en una ciudad como Madrid, que ofrece tantas opciones al aire libre, con terrazas y rooftops". La ubicación subterránea ha afectado su atractivo, en contraste con otros espacios más visibles y accesibles de la ciudad
Las declaraciones de profesionales del sector apuntan a que, mientras que las marcas de lujo en la planta superior, como Louis Vuitton o Cartier, siguen funcionando bien gracias a un público extranjero específico, el área gastronómica nunca ha conseguido despegar. "Los turistas no siempre saben que existe esa opción, y muchos de los que la han visitado no vuelven", comenta uno de los entrevistados
Además, el contexto gastronómico en Madrid ha cambiado significativamente en los últimos años. La ciudad ha experimentado una explosión de nuevos restaurantes y espacios innovadores que ofrecen experiencias más atractivas en zonas más dinámicas. Desde terrazas con vistas panorámicas hasta locales en barrios emergentes, Madrid ofrece una variedad de opciones que superan en oferta y ambiente al espacio de Canalejas, que ahora parece anticuado en comparación
El concurso de acreedores del Food Hall se ha convertido en un símbolo del fracaso de la visión original del proyecto. La falta de visitantes ha generado un ambiente desolado, donde apenas se ven comensales, a pesar de la inversión significativa que se hizo en atraer chefs de renombre. Según las fuentes consultadas, "se gastó mucho dinero, pero no ha dado frutos".
La caída del área gastronómica de Canalejas también refleja un error estratégico en la planificación del complejo. Aunque Canalejas apostaba por atraer a un turismo de lujo, la competencia en el sector ha sido feroz. Otros centros de alto nivel, como Platea o el Mercado de San Miguel, han sabido adaptarse mejor a las tendencias del mercado y las preferencias de los consumidores, manteniendo una oferta vibrante y en constante cambio
La otra cara de la moneda son las tiendas de lujo ubicadas en la planta superior, que han conseguido mantenerse gracias a una clientela fiel de alto poder adquisitivo. "Las marcas sobreviven porque los clientes vienen directamente a comprar lo que necesitan, sin ser afectados por la baja afluencia en el área de restauración", señalan los expertos
El futuro del área gastronómica de Canalejas sigue siendo incierto. Aunque el concurso de acreedores es un revés significativo, queda por ver si se podrá rediseñar el espacio o atraer a nuevos inquilinos que puedan revitalizar el Food Hall. La situación actual pone de manifiesto la dificultad de mantener un proyecto tan ambicioso en una ciudad tan competitiva como Madrid, donde los consumidores buscan experiencias más completas y dinámicas.
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