Los fondos de inversión no sólo buscan edificios emblemáticos o locales bien situados, sino también inmuebles residenciales en mal estado para rehabilitar. Los inversores extranjeros están dispuestos a pagar entre 5 y 25 millones de euros por hacerse con un edificio de este tipo y después aliarse con un promotor local.
Aunque lo más rentable es demoler el edificio para rehabilitarlo, en lugar de hacer una rehabilitación integral, lo cierto es que se topan con el problema de la protección de los edificios. Al final, los inversores se tienen que ceñir a la rehabilitación integral, conservando elementos como núcleos de escaleras o fachadas.
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