
La familia Kretz, famosa por su ‘reality’ en Netflix, ‘L’Agence’, ha aterrizado en España para revolucionar el mercado inmobiliario de lujo. Louis Kretz, uno de los hijos del matrimonio fundador, se mudó a Barcelona con su esposa Adriana para abrir la primera sucursal de la empresa en el país. Sin oficinas físicas, las operaciones se manejan desde su lujoso piso en la Rambla de Cataluña, donde, entre café y maullidos de sus dos gatos, dirigen su imperio inmobiliario y, en paralelo, siguen alimentando su reality, al que comparan en numerosas ocasiones con el de Kim Kardashian y su prole. "Todo es más fácil si nos nutrimos de ambos mundos, el familiar y el del reality”, afirma Louis en una entrevista concedida a idealista/news, mientras sus gatos curiosean la escena.
Este negocio familiar no es una inmobiliaria cualquiera: “es una 'proptech' 100% digital, donde Instagram juega un papel vital”. “Una de cada diez ventas se cierra en Instagram”, comenta Louis, quien además es la cara visible en redes sociales. Con su iPhone en mano, se encarga de captar propiedades y hacer sesiones de fotos para los populares ‘reels’ que publican. “Nuestra cuenta de Instagram es como una vitrina, pero la serie de Netflix nos ha dado una exposición increíble”, añade Kretz, claramente consciente del impacto de la televisión.
Un equipo compacto y un enfoque en la calidad
El equipo de la empresa en España, que opera bajo el nombre Kretz Family Real Estate, aún es pequeño pero estratégico: diez agentes repartidos entre Barcelona, Madrid, Marbella y Málaga. Aunque no tienen la base de clientes de gigantes como Engel&Völkers o playes locales como Lucas Fox, están creciendo rápidamente gracias a su enfoque personalizado.
En Francia, su ticket medio es de dos millones de euros, pero en España, aún están tanteando el terreno. “Aún no podemos hacer una media aquí, pero estamos muy satisfechos con nuestras primeras 15 ventas”, dice Louis. En tan solo un año han alcanzado casi un millón de euros en facturación, todo desde la comodidad de su hogar barcelonés.
La historia de la familia Kretz tiene toques casi cinematográficos. Olivier y Sandrine Kretz, los padres de Louis, empezaron en el sector inmobiliario por casualidad. Compraron una casa familiar, que trocearon y vendieron en parte, y con el tiempo vieron que tenían un don para las transacciones inmobiliarias. Fue Sandrine quien, trabajando como profesora en un colegio de lujo, recibió los primeros mandatos de venta por parte de las madres de sus alumnos y vecinos del barrio, que era uno de los más caros a las afueras de París. Ahora, casi dos décadas después, su negocio ha crecido hasta tener 100 agentes en Francia y su expansión internacional va viento en popa.
Una inmobiliaria, pero también una familia unida
En la serie de Netflix, que ya cuenta con cuatro temporadas y en breve estrenará una quinta, se puede ver cómo el negocio está impregnado de la dinámica familiar. Louis trabaja codo a codo con sus dos hermanos, y aunque en pantalla parecen muy competitivos, Louis asegura que el trabajo en familia no le resulta difícil. “Ya llevaba seis años en el sector antes de unirme al negocio familiar, así que fue natural”, explica, quitándole hierro al drama televisivo.
Louis recuerda con cariño su primera venta para Kretz: un piso cerca de su agencia, 100 m2, vendido por 1,3 millones de euros. Desde entonces, el negocio se ha centrado en la calidad y no en la cantidad. “Nosotros no vamos a vender a cualquiera; nos tomamos el tiempo para conocer al comprador y asegurarnos de que la propiedad es la adecuada. Es una relación a largo plazo”, comenta.
De hecho, los clientes tardan alrededor de un año en encontrar su vivienda ideal con Kretz, lo que demuestra el nivel de exigencia y dedicación que pone la empresa en cada operación.
Reality y realidad: diferencias sutiles
Aunque el ‘reality’ muestra la vida de los Kretz como si fuera un cuento de hadas inmobiliario, Louis admite que las cosas no son tan sencillas como parecen. “En la serie, todo parece más rápido y fácil, pero en la realidad hay muchas llamadas, reuniones y planificación detrás de cada venta”.
Sin embargo, la visibilidad que les ha dado el show ha sido un impulso innegable. “Los clientes ya saben cómo trabajamos antes de conocernos, y eso nos ayuda muchísimo”, dice con una sonrisa.
España se ha convertido rápidamente en el segundo país más rentable para Kretz, después de Francia. La empresa ha vendido propiedades en Nueva York, Londres y otras grandes ciudades, pero la facilidad con la que se gestiona el negocio en España, comparada con Francia, ha sorprendido gratamente a Louis.
En Francia, un proceso de venta puede tardar hasta 12 meses, mientras que en España todo puede resolverse en dos. Además, la colaboración entre agencias en España es mucho más fluida, lo que facilita las transacciones.
No todo es trabajo para los Kretz en España. Louis y Adriana están encantados con su nueva vida en Barcelona, una ciudad que, según ellos, no tienen intención de dejar. “Nos encanta el equipo que hemos formado aquí, y no vamos a volver a Francia”, asegura Louis.
Por ahora, no planean abrir más oficinas en España. El modelo digital les permite trabajar desde cualquier parte del mundo con tan solo un iPhone y un MacBook. “No necesitamos más que eso para seguir haciendo negocio”, concluye Louis, dejando claro que la familia Kretz está lista para conquistar el mercado español, a su manera y con su propio estilo.
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