
La arquitectura contemporánea en Seúl se ha enriquecido con propuestas que reinterpretan materiales tradicionales para revitalizar el entorno urbano. Por ejemplo, en el barrio de Seongsu-dong, una antigua zona industrial cercana al río Han, el uso del ladrillo rojo en nuevos proyectos ha resurgido para conectar el pasado industrial de la zona con el presente y el futuro.
El estudio local Sosu Architects ha aprovechado esta idea en el diseño de Fillome, un edificio de uso mixto que combina espacios comerciales y apartamentos en una estructura que se destaca por su estilo moderno y la incorporación de aberturas arqueadas en su fachada de ladrillo rojo.

El ladrillo rojo en Seongsu-dong
Fillome se encuentra en Seongsu-dong, un barrio caracterizado por su historia semiindustrial y sus estructuras de ladrillo rojo que en su momento albergaron fábricas y almacenes. Sosu Architects ha integrado este material como una forma de mantener viva la memoria del barrio. "Los ladrillos rojos de Seongsu-dong son un elemento importante que nos recuerda su pasado, y el edificio Fillome utiliza el ladrillo rojo para continuar esta identidad pasada en el futuro", explican desde el estudio.

El edificio cuenta con una base elevada en pilotis de ladrillo, que se emplea para crear un espacio de aparcamiento techado. Este diseño permite a los pisos superiores albergar tanto espacios comerciales como residenciales. En la planta baja, las plazas de estacionamiento están rodeadas de techos abovedados de ladrillo, reforzando el aspecto industrial y brindando una atmósfera abierta que conecta los distintos niveles de uso del edificio. Este enfoque combina lo práctico y lo estético, remarcando el legado del ladrillo rojo en una reinterpretación contemporánea.
Otro aspecto destacable de Fillome es su planta longitudinal que ofrece grandes contrastes entre los frentes y los laterales. Las fachadas frontales, marcadas por el diseño de los arcos, ofrecen una visión amplia que se contrapone con la estrechez de los laterales.

Arcos con identidad
Uno de los elementos más distintivos de Fillome son sus arcos de ladrillo en la fachada, que aportan un dinamismo propio. Las aberturas arqueadas y las ventanas de gran tamaño en los tres primeros pisos comerciales permiten la entrada de luz natural, creando una fachada acogedora que dialoga con la calle. Según el estudio de arquitectura, "el tema del estilo de arco se coordinó para que el edificio tuviera su propio carácter". Este diseño busca contrastar y simplificar la complejidad visual de la ciudad densa que lo rodea, creando un espacio que se percibe como un oasis dentro del ajetreo urbano.

En los tres niveles superiores del edificio, donde se encuentran los apartamentos, un patrón de arcos pequeños rodea las ventanas rectangulares, agregando profundidad visual y dotando de identidad a la estructura. Estos pisos residenciales tienen una distribución funcional: los estudios ocupan el cuarto piso, mientras que las dos plantas superiores alojan apartamentos de una habitación, algunos con ático adicional. Los espacios interiores mantienen una estética minimalista con paredes blancas, suelos de madera y luminarias ocultas, en coherencia con el enfoque moderno y despejado del edificio. La disposición de los apartamentos aprovecha al máximo la luz natural, con habitaciones orientadas hacia el oeste y áreas de estar hacia el este, interconectadas por pasillos.
El interior de los espacios comerciales también mantiene una estética industrial, con tuberías y la estructura de hormigón a la vista, adaptando los locales para ser flexibles y abiertos, lo que permite a los inquilinos adaptar el lugar a sus necesidades específicas.



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