Descubre por qué este pueblo de Málaga es uno de los mejores del mundo para vivir: calidad de vida y entorno natural, entre otras
Ojén pueblo blanco de Málaga
Ayuntamiento de Ojén

A veces, basta con desviarse en la carretera para descubrir otra forma de vida. Solo hay que dejar atrás Marbella y seguir el camino que se adentra en la sierra. En pocos minutos, el asfalto se estrecha y aparece un lugar que tiene otro ritmo. Ojén, un pueblo blanco de Málaga, un municipio pequeño, silencioso, lleno de historia, cuevas y rutas de senderismo.

Tal vez por eso, 'The Times' lo coloca entre las 50 mejores ubicaciones del mundo para vivir. Y quienes lo visitan, lo entienden.

¿Por qué Ojén es uno de los mejores lugares para vivir?

A diez kilómetros de Marbella, en la Sierra Blanca, Ojén se presenta como un remanso de tranquilidad entre los típicos pueblos blancos de Andalucía.

Este rincón en plena sierra no es un destino turístico más, sino un pueblo de Málaga para vivir con calidad de vida. Aquí, la vida transcurre mansa, con vecinos que te hacen sentir como en casa, turistas que descansan y niños jugando por sus calles.

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Una iglesia, una fuente y ecos de alminares

En el casco histórico de la localidad se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, del siglo XVI. Su torre, un antiguo alminar musulmán, contiene un reloj fabricado por los mismos artesanos que crearon el de la Puerta del Sol de Madrid.

A sus pies, además, encontramos la Fuente de los Chorros, construida en 1905 con ladrillo rojo y cinco caños, de la que sale agua fresca.

Senderismo, miradores y el Charco de las Viñas

Ojén también es un lugar perfecto para senderistas. No hace falta coche, ya que desde el mismo casco urbano hay rutas bien señalizadas para todos los niveles:

  • Ruta circular a El Cerezal: Un paseo de dos horas fácil entre la naturaleza y subiendo hasta el parque botánico El Cerezal.
  • Desde Ojén hacia la playa de Marbella: Una ruta de tres horas hasta la playa, cruzando el río varias veces.
  • Subida a La Concha: Con 1.215 metros de altitud, este pico de la Sierra Blanca tiene vistas a Marruecos, Mediterráneo, Sierra Nevada y Gibraltar. Es un gran reto para los senderistas más experimentados.

Para los que prefieren un respiro sin esfuerzo, el Charco de las Viñas es un manantial natural ideal para darse un chapuzón rodeado de vegetación. Eso sí, conviene madrugar en verano, porque el lugar es tan especial como pequeño.

charco de las viñas
Ayuntamiento de Ojén

Cuevas, refugios culturales y miradores 

En la parte más alta de Ojén se encuentran unas cuevas naturales, antes refugio de animales, y hoy reconvertidas en espacios culturales. Allí se celebran conciertos, exposiciones y talleres.

Aunque no haya eventos, merece la pena visitarlas por las vistas. Desde el mirador de las Cuevas Altas puedes contemplar una panorámica del pueblo, la costa marbellí y la sierra.

El legado del aguardiente en el Museo del Molino de Ojén

Este pueblo blanco de Málaga mantiene viva la tradición del aguardiente, un licor anisado que llegó a cruzar el Atlántico y fue consumido en la Casa Real española. Dejó de producirse en 1974, pero su historia sigue viva en el Museo del Molino de Ojén, situado en el antiguo edificio donde también se producía aceite.

En su planta superior se conservan unas pocas botellas originales y se cuenta la historia de Pedro Morales, el maestro aguardentero que dio fama internacional a esta bebida.

Justo debajo, la zona dedicada al aceite conserva maquinaria del siglo XIX y muestra cómo era el proceso tradicional de elaboración, antes de la llegada de la tecnología.

Un rincón donde la calma y la naturaleza se encuentran

Se puede acceder a Ojén desde Málaga capital, ya sea en coche o en transporte público. Aunque hay casas rurales y pequeños alojamientos, aquí lo que se busca es relajarse.

Muy cerca se encuentra la Sierra de las Nieves, que ha sido reconocida como Reserva de la Biosfera. También cuenta con áreas para escalada, zonas de espeleología y una Eco Reserva para que los más pequeños aprendan sobre fauna y flora.

A su alrededor se encuentran pueblos como Ronda, Coín o Guaro, que completan la ruta para descubrir la esencia malagueña. Muchos llegan hasta aquí para pasar unos días y acaban volviendo con la sensación de haber encontrado su lugar. 

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