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A los 24 años, Javier compró su primera vivienda. Pero no la utilizó para sí mismo: su objetivo era dar alojamiento a personas sin hogar. Hoy, a sus 27 años, gestiona tres casas propias y una en alquiler en Madrid, donde conviven jóvenes y adultos que buscan rehacer sus vidas. Su mujer y su hijo recién nacido viven en la propiedad de alquiler junto con otras nuevas personas que buscan una segunda oportunidad. 

En su relato, Javier explica cómo su proyecto combina vivienda, acompañamiento y formación, para que los beneficiarios puedan valerse por sí mismos, más allá de la mera asistencia. La primera casa la compró gracias a su propio esfuerzo y convencimiento en el proyecto. 

Trabajó hasta 16 horas diarias combinando distintos trabajos en sectores  como al hostelería o la construcción, entre otros oficios. Además, decidió escribir un libró (Amen sin tilde) en el que recogió reflexiones, pensamientos e ideas plasmadas en sus redes sociales. Gracias a los distintos trabajos y a lo que recaudó por el libro (ha logrado vender más de 3.000 ejemplares) consiguió ahorrar los primeros 20.000 euros con los que acometer parte del primer pago de esta primera vivienda. "El vendedor era un conocido y me dejó pagarle 50.000 euros el primer año y otros 50.000 el segundo año", asevera Cascón. 

En 2024, este joven localizó una vivienda en Carabanchel ideal para sumarse a este proyecto solidario. ¿Su precio? 100.000 euros. ¿El problema? Javier sólo tenía 32 euros en su cuenta bancaria después de haber gastado todo lo que tenía en la primera casa. Pero, de nuevo, lo volvió a hacer, aunque esta vez tuvo que apoyarse de financiación bancaria, un préstamos personal y un poco de ayuda altruista. 

Para la firma de las arras (5.000 euros) utilizó una donación de una mujer que asistió a una de las múltiples charlas que Javier imparte para explicar su proyecto. Luego llamó al banco y le comunicó que le podía dar 30.000 euros, pero no era suficiente, así que convenció a su madre para que pidiera un préstamo personal por valor de otros 30.000 euros. En total 65.000 euros que seguían sin ser suficientes para pagar la vivienda ubicada en Carabanchel (Madrid). "Decidí llamar a mis amigos a ver si me podían hacer préstamos al 0% de interés y así logré recaudar lo que me faltaba", añade Cascón.  

Dos casas para personas sin hogar en menos de 2 años gracias a su esfuerzo y a la solidaridad de sus amigos y su familia. Pero Javier no se iba a detener aquí. En febrero de este mismo año adquirió una tercera vivienda en Alcorcón. "Nos tuvimos que ir un poco más lejos de la capital por nuestro presupuesto". En esta ocasión, el joven tuvo que recurrir a una hipoteca. "Lo bueno de meterme en hipoteca, entre comillas, es que ahí ya estaba con mi mujer. Entonces, el ratio de endeudamiento que tiene de estar por debajo del 35%, normalmente en una situación más o menos ordinaria, pues nos cuadraba", afirma en este sentido.  

Javier Cascón
Javier Cascón con su libro idealista/news

Hasta esta tercera vivienda, Javier se mudó con su mujer para compartirla con otra mujer y su hija que se habían quedado en la calle, hasta que les alteraron de un chalet que estaba vacío en Galapagar. "La propiedad la tienen las organizaciones Un Mundo Justo y Tu Techo, y nosotros nos encargamos de pagar el alquiler y gestionar la vivienda. Además, mi mujer, mi hijo de dos meses y yo nos hemos mudado allí y compartimos la casa con otras ocho personas sin hogar", narra. En la actualidad, Javier debe el crédito hipotecario de la tercera vivienda y los 'préstamos' personales a sus amigos que todavía los sigue pagando. 

Selección y acompañamiento de los beneficiarios

“No soy nadie para decidir quién puede vivir en una casa y quién no”, afirma Javier, que establece filtros estrictos: personas sin adicciones graves, sin enfermedades mentales de riesgo y con disposición a colaborar. Cascón defiende las dos primeras condiciones porque no tiene herramientas para gestionarlas. "Lllegamos hasta donde podemos y es verdad que no tenemos un equipo que pueda gestionar a personas con adicciones o con problemas de salud graves que alteren la convivencia", asevera. 

El proceso incluye entrevistas con el trabajador social, un mes de prueba y un periodo de seguimiento de seis meses con objetivos claros: limpieza, participación en actividades, aprendizaje de idioma (para quienes vienen de fuera) y formación profesional.

El proyecto permite que las personas aporten lo que puedan: desde cero euros si no tienen ingresos, hasta cubrir parcialmente los gastos de la vivienda. Una vez logran estabilidad, se les invita a dar el siguiente paso hacia su independencia, liberando espacio para otras personas sin hogar. Hasta ahora, 32 personas han pasado por las casas, y la mayoría han logrado rehacer su vida.

Javier reconoce que no todo es fácil. "Hemos tenido un problema de inquiocupación con una madre y su hija que se negaron a abandonar la vivienda después de incumplir los compromisos básicos de limpieza, reunión con el trabajador social... Además, nos mintieron porque estaban recibiendo una subvención y no nos lo comunicaron. Conseguimos echarlas después de seis meses, aunque robaron varios objetivos de la casa", relata. "Por cada caso complicado, hay muchas personas que logran salir adelante y eso compensa”, agrega.

Más allá de la vivienda: proyectos complementarios

El proyecto no se limita a ofrecer un techo. Javier ha impulsado iniciativas laborales para los beneficiarios: un quiosco de prensa, un fotomatón para eventos y colaboración con Flores Solidarias, donde personas sin hogar realizan trabajos para bodas, bautizos y otros eventos. "La idea es ofrecer herramientas para la independencia económica", afirma. 

Además, Javier ha escrito un libro de reflexiones, cuyos beneficios ayudaron a financiar la primera vivienda y otros proyectos. Actualmente trabaja en un cuento infantil, cuyos ingresos se destinarán a cubrir salarios o necesidades concretas de los proyectos como el quiosco de prensa. 

Mensaje para los jóvenes

“Las elecciones importantes no son solo las políticas; son las decisiones que tomas cada día: a qué empresas apoyas, cómo inviertes tu tiempo y tu dinero. Son tus activos más valiosos”, reflexiona. Su mensaje a los jóvenes es apostar su tiempo y recursos en causas que aporten valor, en lugar de solo acumular bienes materiales.

Sobre el futuro de las viviendas, Javier es claro: no busca acumular activos. “Si algún día dejo el proyecto, quiero que las casas continúen beneficiando a quienes lo necesitan, ya sea a través de familias que han cumplido los objetivos o asociaciones afines", asevera.

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