Si hablamos de castillos y fortalezas, de forma casi inconsciente, muchos de nosotros pensaremos, sobre todo, en Europa. Y es cierto que es en este continente donde tenemos muchos de los más espectaculares y bonitos, con increíbles construcciones dominando el paisaje en Alemania, en Francia, en Italia o, cómo no, en España, por poner señalar solo algunos países donde su presencia es constante. Sin embargo, no es este el único lugar del planeta en donde se levantan sus imponentes muros. En los otros continentes podemos encontrar auténticas maravillas, como por ejemplo la Citadelle Laferrière.
También conocida como Citadelle Henri Christophe, en honor al presidente y posteriormente rey, que ordenó e ideó su construcción a principios del siglo XIX, coincidiendo con los primeros año de la independencia del país, es una fortaleza situada en la cima de la montaña Bonnet a L’Eveque, en la costa norte de Haití. Su envergadura y apariencia han hecho que esta estructura haya sido tomada como uno de los más representativos símbolos nacionales. Tanto es así que ha aparecido representada en monedas, sellos y postales.
En 1892, la fortaleza y otros lugares próximos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. “La autenticidad del Parque Histórico Nacional - Citadelle, Sans-Souci, Ramiers, es indiscutible en términos de posición y entorno, organización espacial, forma y concepción, material y sustancia”, explica este organismo de Naciones Unidas. Tan especial es que esta construcción de piedra es la fortaleza más grande de América y fue esencial para la seguridad del recién creado Estado de Haití.
Una impresionante mole símbolo de la independencia de Haití
En 1804, Haití declaró la independencia de la Francia napoleónica. Sin embargo, la metrópoli se negaba a reconocer la libertad de su colonia. Ante las amenazas y los intentos galos de recuperarla, en 1805, Henri Christophe, en ese momento general del ejército haitiano, ordenó su construcción con el objetivo de persuadir a los ejércitos franceses. Su ubicación, varios kilómetros tierra adentro, a 900 metros de altura, en la cima de la montaña Bonnet a L’Eveque, permitía divisar con suficiente antelación incursiones por mar y por tierra. Los planes, en caso de ataque, incluían utilizar la táctica de tierra quemada, es decir, en caso de un ataque francés, los territorios circundantes serían incendiados y la población local, el ejército y el mandatario encontrarían refugio en la inexpugnable ciudadela.
Una obra de estas características no fue sencilla. El proceso duró 15 años y se finalizó en 1820. La construcción fue equipada con 365 cañones de diferentes tamaños y un enorme depósito de bolas de cañón que aún se pueden encontrar en diferentes rincones de la construcción. Los cañones fueron donados por diferentes monarcas que también se encontraban en lucha contra Francia. Hoy en día, los cañones de hierro y bronce todavía apuntan desde diferentes puntos y los visitantes pueden ver los escudos reales de famosos monarcas europeos del siglo XVIII en los cañones.
Sin embargo, la Ciudadela sirvió bien a su dimensión persuasiva. El joven país, durante ese tiempo, no vivió ningún intento serio y real de conquista. De hecho, en 1825, Haití y Francia firmaron un acuerdo que reconocía la independencia a cambio de indemnizaciones económicas para los colonos que perdieron sus propiedades. Ni un solo proyectil fue nunca disparado por los cañones para defenderse de un ataque francés.
Su construcción: entre la historia y la leyenda
El creador de la Ciudadela Laferrière tuvo un enfoque muy creativo para su apariencia. No es una construcción aburrida y en forma de caja, sino que su diseño demuestra un alarde de creatividad e ingenio. Dependiendo del ángulo, tiene diferentes formas. Si los visitantes se acercan por el sendero principal que conduce a la cima de la montaña, la apariencia de la Citadelle se asemeja a la proa de un gran barco de piedra que sobresale de la montaña.
Algunos de los ángulos tienen carácter protector y fueron diseñados para desviar los cañonazos del enemigo. Esta fortaleza en la cima de la montaña incluye paredes de fortificación, grandes almacenes de alimentos y agua, mansiones reales, mazmorras, cuartos de baño, etc. En su interior, incluso, encontramos una iglesia.
Durante el proceso de construcción de la Ciudadela Laferrière, se emplearon alrededor de 20.000 obreros, aunque desafortunadamente se estima que alrededor de 2.000 perdieron la vida durante el proceso. Según la leyenda local, los trabajadores utilizaron una mezcla de cemento, cal viva, melaza y sangre de animales para asegurar una unión más sólida entre los bloques de piedra. También se dice que los obreros bañaban las murallas de la fortaleza con sangre de animales para que los dioses del vudú protegieran la estructura.
Cooperación internacional para preservarla
La Citadelle Laferrière es un lugar de interés histórico y cultural para los haitianos y los visitantes internacionales por igual. La fortaleza es un símbolo de la independencia y el poder de Haití, así como un recordatorio del pasado turbulento del país. Lamentablemente, su estado de conservación no es el mejor, algo sobre lo que UNESCO ha alertado en diferentes ocasiones. Por eso, desde diferentes organismo internacionales se ha colaborado con los gobiernos haitianos técnica y financieramente para evitar un mayor deterioro.
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