Un concepto fabuloso que ha dejado impresionantes ejemplos de arquitectura es el de “casa jardín”. Si bien en tiempos remotos podemos encontrar construcciones que se basaban de alguna manera en este, la arquitectura contemporánea del siglo XX hizo de él todo un estilo con personalidad propia. Una de las figuras que trabajó con notable éxito en esa línea fue Frank Lloyd Wright. Este famoso arquitecto estadounidense creía que la arquitectura tenía que integrarse con el entorno natural, bajo la premisa de que las personas deberían poder vivir en armonía con la naturaleza. Fruto de este interés fue el diseño de una serie de casas con jardines, como la Casa Robie y la Casa Fallingwater. Otros muchos siguieron después esta filosofía, como Frederick Law Olmsted.
Hoy, más de un siglo después de que Wright comenzara a destacar en el mundo de la arquitectura, este concepto sigue totalmente vivo y cuenta con un excelente estado de salud. Un buen ejemplo de ello es Martelaar, una residencia minimalista ubicada en Gante, Bélgica, diseñada por la arquitecta Machteld D'Hollander.
El proyecto tenía como objetivo reconfigurar el área a través de la demolición cuidadosa de los elementos industriales que una vez dominaron ese espacio, revitalizando el espacio con vegetación, al tiempo que se preservaban ciertos elementos estructurales.
Con la intervención llevada a cabo, se ha logrado crear un contraste atractivo con los alrededores urbanos en los que se levanta la vivienda. Un entorno urbano conocido por sus influencias y su clima sombrío que nos recuerda el pasado de una importante ciudad medieval que ha sabido mantener la esencia a pesar del tiempo transcurrido. Ese contraste tiene su fundamento en el hecho de que con la nueva construcción se ha logrado impregnar el espacio de una atmósfera tropical y soleada, con jardines que se expendan de adentro hacia afuera.
El proyecto de renovación incluyó la adición de dos pabellones de jardín contemporáneos, con plantas y árboles que crecen en lugar de una estructura abarrotada. La integración de la naturaleza en el entorno construido es una de las características más destacadas de la casa Martelaar. Los muros que una vez definieron los límites son reemplazados por una profusión de plantas y árboles, creando una coexistencia armoniosa de arquitectura y paisaje.
Sin embargo, el equipo de diseño, se ha mostrado sensible al pasado industrial del espacio en el que se levanta la nueva vivienda, han dejado un recordatorio de esos tiempos pretéritos mantenido algunos elementos de la estructura original, incluidas algunas de sus paredes derruidas, que quedan al descubierto entre la fronda. De este forma, en la nueva construcción conviven elementos totalmente nuevos y modernos que se complementan a la perfección con los elementos originales.
En cuanto a la distribución de la casa, el elementos principal es la difuminación de los límites entre el entorno y el interior. Cada uno de los espacios interiores mantiene su propia atmósfera, actuando como barrera y ventana, generando una variedad de vistas que se adaptan a diferentes preferencias y funciones.
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