Esta propiedad de casi 300 m2 se encuentra en el corazón de un frondoso bosque de coníferas a las afueras de Buenos Aires. Se esconde entre la vegetación y las colinas
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Gonzalo Bardach Arquitectura ha diseñado la Casa del Bosque, una vivienda integrada en la naturaleza en las afueras de Buenos Aires.
Casa del Bosque César Béjar

Sin duda alguna, estamos viviendo un momento de experimentación y auge de casas que se integran en la naturaleza. Es tal su integración, que casi parecen viviendas mimetizadas y camufladas como si de un camaleón se tratasen. Y es que, hay viviendas que recogen los tonos y las formas de los árboles y rocas del paisaje como fuente de inspiración.

Y así, entre tonalidades verdes y marrones, de las plantas y de la tierra, se elevan viviendas como refugios alejados de las ciudades con un diseño moderno y adaptado a las necesidades y el confort actual.

Esta definición la encontramos en el corazón de un frondoso bosque de coníferas en Costa Esmeralda, a las afueras de Buenos Aires, el lugar elegido para erigir la llamada Casa del Bosque, una innovadora creación del estudio Gonzalo Bardach Arquitectura que, con 282 m2, no solo se integra a la perfección en su entorno, sino que redefine la forma en que la arquitectura dialoga con la naturaleza.

Los espacios comunes se encuentran en un gran volumen central, donde la transición entre el interior y el exterior se vuelve casi imperceptible.
Espacios comunes abiertos César Béjar

Un refugio natural en la Costa Esmeralda

Construida sobre una duna y aprovechando la topografía irregular del terreno, la Casa del Bosque se esconde entre la vegetación y las colinas, abriéndose hacia el exterior mediante grandes superficies acristaladas. 

Estos amplios ventanales permiten que el interior se llene de luz natural y que los residentes experimenten una conexión continua con el bosque. El camino arquitectónico de la casa es, según el estudio “el eje principal de todo el diseño, para el que se ha pensado cada secuencia y cada espacio”.

Los espacios privados de la casa se distribuyen en tres pabellones lineales, parcialmente enterrados en la duna y revestidos con hormigón conformado, un material que potencia la sensación de arraigo en el paisaje. La vivienda cuenta con un diseño fluido y orgánico, donde las áreas de circulación desaparecen bajo la tierra en ciertos puntos, intensificando la sensación de inmersión en la naturaleza.

El camino arquitectónico de la casa es el eje principal de todo el diseño, para el que se ha pensado cada secuencia y cada espacio.
Un pasillo concebido como un camino César Béjar

La estructura también incorpora una cubierta ajardinada que no solo refuerza su integración paisajística, sino que añade beneficios térmicos y ecológicos. Este tejado verde, poblado de especies autóctonas investigadas específicamente para esta obra, fomenta la biodiversidad y un enfoque de mantenimiento orgánico. “La biodiversidad y la adaptabilidad permiten al jardín desarrollar su propio ritmo”, señalan desde el estudio.

Una fusión perfecta entre materiales y entorno

El interior de la vivienda está diseñado con una paleta de materiales que dialoga con el entorno: piedra líquida, madera, hierro y vidrio. “La piedra líquida emerge como el elemento distintivo y expresivo del proyecto, adaptándose a la topografía del terreno y permitiendo una relación sin esfuerzo entre la arquitectura y el paisaje circundante”, afirman en el estudio. La selección de estos materiales busca minimizar el mantenimiento y potenciar la durabilidad de la construcción.

Los dormitorios cuentan con un pequeño toldo creado por la terminación en ángulo de los muros de piedra.
Toldos de piedra César Béjar

Los espacios comunes, como la cocina, el comedor y el salón, se encuentran en un gran volumen central bajo la cubierta ajardinada. Este área se abre a una extensa zona exterior con porches cubiertos de más de 50 m2, donde la transición entre el interior y el exterior se vuelve casi imperceptible. La conexión con la naturaleza se acentúa con la piscina rectangular, rodeada de vegetación autóctona y un sistema de sombreados naturales creados por los árboles que la rodean.

La vivienda cuenta con un diseño fluido y orgánico, donde las áreas de circulación desaparecen bajo la tierra en ciertos puntos.
Bajo la tierra César Béjar

Los dormitorios cuentan con una característica única: un pequeño toldo creado por la terminación en ángulo de los muros de piedra, lo que genera espacios semiabiertos que protegen del sol sin perder la sensación de apertura. La luz solar juega un papel fundamental en el diseño de la casa, filtrándose a través de las copas de los árboles y proyectando sombras en constante movimiento sobre las superficies de la vivienda.

El interior de la vivienda está diseñado con una paleta de materiales que dialoga con el entorno: piedra líquida, madera, hierro y vidrio.
Piedra líquida, madera, hierro y vidrio en el interior César Béjar

“En este refugio en medio del bosque, la luz solar se convierte en un elemento dinámico que transforma constantemente la percepción del espacio, invitándonos a experimentar una conexión más profunda con la naturaleza y con nosotros mismos”, destaca el estudio.

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