Agosto en España es tiempo de fiestas. Las hay de muy diversa índole y por toda la geografía nacional, puedes ir escogiendo según lo que más te guste: tenemos los viajes al pasado de la fiesta de Astures y Romanos en Astorga, León, donde puedes convertirte en astur o en romano por unos días a finales de julio. El robo de la albahaca en Las Hurdes, del que ya hablamos aquí; la Enramá, en otra localidad de la misma zona… España es rica en fiestas, desde la Tomatina al curioso lanzamiento de pipo de aceituna en Murcia.
En verano o en invierno, el caso es festejar y eso está muy bien porque en esta vida no todo va a ser trabajar: reivindiquemos, por favor, el derecho al descanso, a la pereza y, por supuesto, a la fiesta.
Y cuanto más pequeño sea el pueblo, más probable es que sus lugareños y el Ayuntamiento lo den todo: recientemente, por ejemplo, en Santa María la Real de Nieva, pueblecito de la estepa segoviana que atesora un hermoso claustro, este verano tuvieron tobogán acuático, fiesta de la espuma, hinchables, huevos con chorizo (estamos en Castilla, por favor), charangas varias y, por supuesto, orquesta... Nada que envidiar a las fiestas de San Cayetano en la capital, ¿verdad? En este mismo pueblo se celebra el 7 de septiembre (recordemos que estamos aún en verano e intentemos estirar el relajo del estío…) una bonita tradición: el Ofrecimiento de los Cirios a la Virgen de La Soterraña, fiesta de Interés Cultural Provincial.
Procesiones, santos y orquestas
Procesiones, santos y santas, comilonas y orquestas son algo que no pueden faltar en cualquier fiesta de este país, que se lo digan a los gallegos, amantes de las orquestas (ahí están Panorama y París de Noia para demostrarlo), que cuando llegan a un pueblo con su despliegue de medios se diría que han llegado los de ACDC para dar un concierto. Es tanta la pasión que sienten por las orquestas en esta latitud del país que en la hermosa localidad de A Guarda, por ejemplo, en sus fiestas del Monte que se celebran a principios de agosto, lo habitual es que cada noche haya dos orquestas diferentes.. Y la fiesta dura una semana, hagan cuentas…
Este texto podría estirarse cual chicle y no terminar nunca si tuviésemos que hacer mención a las singulares fiestas de España que cuando tienen lugar en verano reviven esos pueblos que el resto del año echan el cierre y parecen hibernar hasta el verano siguiente. Pero hay festividades más allá del calor y por eso, con 40 grados en canal, queremos trasladar al lector (y trasladarnos) a un mes más fresco, el de enero, en el que tiene lugar una curiosa festividad en la provincia de Almería. El 20 de enero arrancan los festejos en honor al que se conoce como el santo del pan en la comarca de la Almanzora. ¿Y por qué este nombre? Si sigues leyendo entenderás la razón.
San Sebastián es el patrón de varias localidades de esta zona. En el municipio de Lúcar se cree que el patronazgo se remonta al siglo XVII cuando Don Juan de Austria, bajo el encargo del rey Felipe II, arranca la expulsión de los moriscos rebeldes asentados en la zona. Juan de Austria impuso el patronazgo del santo a medida que iba conquistando territorios.
En la localidad de Lúcar, la imagen del santo se custodia en una ermita situada a la entrada del pueblo, en el Barrio Santo.
Los actos centrales de estas fiestas están basados en el fuego y el pan y en las luchas entre moros y cristianos. La procesión de las Lumbres se celebra el 19 de enero, con distintas hogueras que se prenden en varios puntos del pueblo. Pero el evento más simbólico es, sin duda, la Procesión de los Roscos y ya nos vamos acercando al por qué a este santo se le asocia con este alimento tan esencial.
En dicha procesión, los vecinos de la localidad lanzan roscos desde los balcones a su paso de la procesión como forma de agasajar al patrón. Se cree que esta tradición tiene su origen en una forma de agradecer los rezos por las cosechas, aunque otras teorías apuntan a que los terratenientes del pueblo lanzaban en el pasado roscos de pan desde sus balcones para que los vecinos pudieran comerlos en esos días.
Sea cual sea el origen, lo cierto es que en la actualidad vecinos y turistas acuden a esta tirada de roscos siendo habitual que se compita para ver quién consigue más roscas de pan. En alguna ocasión hay quien, más generoso, ha lanzado hasta bocadillos. ¿Qué se hace después con tanto rosco de pan? Pues se congela y se va consumiendo a lo largo del año, que la vida no está para tirar y hay más días que longanizas…
En los últimos años hay quien, más ingenioso y sin duda generoso, ha lanzado hasta un jamón al paso del santo: esto ha tenido lugar en la cercana población de Tíjola, que comparte patrón y fiesta, donde una vecina lanza desde su balcón tan preciado tesoro… No entramos a valorar los daños que pueda causar en la multitud la caída de semejante peso, pero no dudamos de que este lanzamiento será sin duda uno de los más esperados en esa procesión. Porque todos sabemos que no solo de pan vive el hombre.
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