Vivimos unos tiempos apasionantes en todo lo relacionado con los descubrimientos astronómicos. El último es el ya famoso “cometa” interestelar 3I/ATLAS. Escribo entre comillas lo de cometa porque hay quien cree que es una nave extraterrestre como la que aparece en 'Cita con Rama', la novela escrita en 1972 por Arthur C. Clarke.
Uno de los científicos que más ha especulado con que se trate de un objeto de origen artificial es Avi Loeb, astrofísico de Harvard, quien saltó a la fama mundial por haber teorizado algo similar en 2017 con 'Oumuamua', el primer cometa interestelar detectado por la humanidad.
Y de esto precisamente va este artículo. Vamos a hacer un repaso de los tres asteroides interestelares que hemos descubierto y las hipótesis que hay sobre su origen y naturaleza.
1I/‘Oumuamua
Fue descubierto en 2017 por Robert Weryk con el telescopio Pan-STARRS cuando el objeto estaba a 0.2 unidades astronómicas (UA). Esta unidad de longitud es igual a la distancia Sol-Tierra. Debido a que fue el primero de su clase en ser detectado, fue bautizado como 'Oumuamua, que significa mensajero de lejos que llega primero o explorador en hawaiano.
¿De qué está hecho ‘Oumuamua?
El origen y la composición de ‘Oumuamua siguen siendo un misterio de la astronomía moderna. A diferencia de los cometas conocidos, no mostró una cola visible de gas o polvo, lo que descartó inicialmente que fuera un cometa típico. Sin embargo, su brillo cambiante indicaba que tenía una forma alargada, como la de un puro, y que rotaba, reflejando la luz solar de manera irregular.
Al principio se pensó que era un asteroide de roca o de metal, pero su aceleración no gravitatoria —es decir, un pequeño empuje que no podía explicarse solo por la atracción del Sol— sugirió que expulsaba material, aunque de forma muy sutil. Algunos científicos propusieron que estaba compuesto de hielo de hidrógeno o de nitrógeno sólido, que se sublimaría sin dejar una cola visible. Otros sugieren que puede tratarse de un cometa oscuro, un cuerpo celeste que, aunque se comporta como un cometa (con aceleraciones no gravitacionales), carece de cola y coma visibles; o un fragmento de un planeta helado o de un planeta como Plutón expulsado de otro sistema estelar.
Avi Loeb de la Universidad de Harvard, especuló con la posibilidad de que ‘Oumuamua sea una sonda interestelar artificial, quizá una vela solar enviada por una civilización extraterrestre. Aunque la comunidad científica considera esta hipótesis especulativa, ha servido para abrir un debate sobre cómo distinguir objetos naturales de posibles artefactos tecnológicos en el espacio.
Trayectoria
‘Oumuamua entró en nuestro sistema solar desde una dirección cercana a la estrella Vega, en la constelación de Lira, aunque no procede necesariamente de allí: el viaje interestelar y la influencia gravitatoria de otras estrellas pueden haber modificado su ruta durante millones de años.
Cruzó el plano del sistema solar a una velocidad de unos 87 km/s. Su trayectoria hiperbólica demostró de inmediato que no estaba ligado gravitacionalmente al Sol, es decir, que no volverá. Tras pasar su punto más cercano al Sol (perihelio) el 9 de septiembre de 2017, continuó su viaje hacia el espacio interestelar, saliendo en dirección de la constelación de Pegaso.
Actualmente, ‘Oumuamua se aleja rápidamente del sistema solar y ya se encuentra más allá de la órbita de Neptuno. A su velocidad actual, cada año aumenta su distancia al Sol en más de 20 millones de kilómetros.
Su brillo es demasiado débil para ser observado incluso con los telescopios más potentes de la Tierra. En la práctica, se ha perdido para siempre: solo quedan los datos y las observaciones recogidas durante las breves semanas en que fue detectado. Sin embargo, existe una misión llamada Proyecto Lira que podría dar caza a ‘Oumuamua, si no se demora en lanzarse.
2I/Borisov
Dos años después de la detección de ‘Oumuamua, el 30 de agosto de 2019, el astrónomo aficionado ucraniano Guennadi Borisov descubrió un nuevo objeto interestelar con su propio telescopio fabricado de forma artesanal. El hallazgo fue confirmado poco después por observatorios de todo el mundo, y el objeto recibió el nombre de 2I/Borisov, en honor a su descubridor.
A diferencia de ‘Oumuamua, cuya naturaleza sigue siendo un misterio, Borisov mostró características inequívocamente cometarias: una cola de gas y polvo bien visible y una coma brillante rodeando su núcleo. Su comportamiento y composición indicaron que era un cometa “normal”, aunque procedía de fuera del sistema solar.
Composición y características
Los análisis espectroscópicos realizados por el telescopio espacial Hubble y por varios observatorios terrestres revelaron la presencia de agua, cianuro y monóxido de carbono en cantidades similares a las de los cometas del sistema solar, aunque con algunas diferencias notables.
En particular, 2I/Borisov mostró una presencia excepcionalmente alta de monóxido de carbono, lo que sugiere que se formó en una región extremadamente fría de su sistema estelar de origen, quizás más allá de la “línea de nieve”, lugar donde los gases volátiles pueden congelarse.
Su núcleo se estimó en poco más de un kilómetro de diámetro, y su velocidad de entrada en el sistema solar fue de unos 32 km/s, algo menor que la de ‘Oumuamua, pero suficiente para confirmar su origen interestelar.
Trayectoria
2I/Borisov entró en el sistema solar desde la dirección de la constelación de Casiopea y pasó su punto más cercano al Sol (perihelio) el 8 de diciembre de 2019, a una distancia de unas 2 unidades astronómicas (UA).
Tras su paso por el perihelio, comenzó a desintegrarse lentamente, algo habitual en cometas que se acercan al Sol por primera vez. Los astrónomos detectaron una fragmentación parcial de su núcleo a principios de 2020, lo que permitió estudiar la composición interna de sus restos.
En contraste con el misterioso ‘Oumuamua, Borisov no despertó especulaciones sobre un posible origen extraterrestre.
3I/ATLAS
Fue descubierto el 1 de julio de 2025 por la estación del Sistema ATLAS de Río Hurtado en Chile, cuando entraba en el sistema solar interior (la región que incluye los cuatro planetas más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) a 4.5 UA del Sol y con una velocidad relativa de 61 km/s.
3I/ATLAS todavía se encuentra en el sistema solar y está rodeado de no pocos misterios y polémica. Es uno de los temas de ciencia del momento y el protagonista de 2025.
¿Es 3I/ATLAS una nave alienígena?
3I/ATLAS posee diferencias respecto a los cometas interestelares anteriores y la hipótesis de un origen artificial extraterrestre no tardó en llegar. Otra vez el astrofísico de Harvard Avi Loeb especuló —que no afirmó, es importante la diferencia—, que podría tratarse de una nave o sonda alienígena.
Loeb fundamenta su teoría en varios indicios: una trayectoria demasiado alineada con el plano de la eclíptica del sistema solar, planificada ‘a conciencia’ para pasar cerca de la mayoría de planetas; un tamaño fuera de lo normal y un ocultamiento detrás del Sol que parece intencionado.
“A diferencia de todos los cometas conocidos, incluido el cometa interestelar 2I/Borisov, el espectro observado de la columna de gas alrededor de 3I/ATLAS muestra una destacada emisión de níquel pero ningún indicio de hierro. Aparte de 3I/ATLAS, esta anomalía solo se conocía en aleaciones de níquel producidas industrialmente mediante la vía química del carbonilo, que refina el níquel mediante la formación y descomposición del tetracarbonilo de níquel, Ni(CO)₄. Los autores del nuevo artículo postulan que este proceso del carbonilo se produce de forma natural cerca del núcleo de 3I/ATLAS. Argumentan que esta formación in situ de Ni(CO)₄ predice que el níquel debería estar fuertemente concentrado cerca del núcleo”, explica Avi Loeb en El Confidencial.
Otros científicos afirman que no es una nave alien, sino un cometa extremadamente rápido (58 km por segundo) y activo. Es el objeto interestelar más veloz jamás registrado, aunque el premio solo se disputaba entre tres. Una de las últimas hipótesis es que se trata de los restos de un exoplaneta.
Según las últimas estimaciones, su núcleo mide entre 320 metros y 5,6 kilómetros de diámetro, y está envuelto por una coma gigantesca, una nube de gas y polvo de unos 350.000 kilómetros, 27 veces el tamaño de la Tierra.
Es el cometa con mayor proporción de dióxido de carbono respecto al agua jamás observado, lo que sugiere que se formó cerca de la “línea de nieve” de dióxido de carbono en su sistema estelar original.
Un objeto más viejo que el Sol
La edad estimada del cometa 3I/ATLAS es de aproximadamente 10 mil millones de años, lo que lo convierte en el objeto interestelar más antiguo jamás observado, una auténtica cápsula del tiempo que podría ofrecer información sobre la formación temprana del universo y de nuestra galaxia la Vía Láctea.
Su edad es más del doble que la de nuestro Sol, que se formó hace unos 4.6 mil millones de años Hasta diciembre de 2025 no será visible, ya que pasará por ‘detrás’ del Sol respecto a la perspectiva de la Tierra.
¿Por qué no se investiga de cerca a 3I/ATLAS?
Para saber a ciencia cierta si el objeto es de origen natural o artificial lo idóneo sería enviar una sonda para que lo intercepte o al menos se posicione lo suficientemente cerca como para poder fotografiarlo. ¿Por qué no se hace? Principalmente porque viaja más rápido que nuestro cohete más veloz. Además, habría que construir una sonda, mandarla al espacio…
Sin embargo, la Agencia Espacial Europea (ESA) cuenta con una propuesta ya financiada y concebida precisamente para afrontar estos retos: la misión Comet Interceptor. El proyecto prevé lanzar una sonda y situarla en un punto de espera en el espacio, desde donde permanecerá a la expectativa de un objetivo adecuado —ya sea un cometa de largo período o un nuevo visitante interestelar—, disponiendo así del tiempo necesario para ejecutar una maniobra de intercepción.
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