
Mucha gente se piensa que para conseguir una casa totalmente desconectada de la red eléctrica es necesario contar con un solar repleto de placas solares, y muchas baterías para acumular la energía para las noches y los días que no haya sol. La verdad que es un gasto enorme a asumir y poder compensar el “corte de cables” que supone salir de la red convencional.
Pero hay que tener en cuenta que para conseguir una casa 100% autosuficiente, lo más importante es invertir en que la casa consuma la menor energía posible. Es decir, preocuparse por su aislamiento y hermeticidad ante los cambios de temperatura y mantener el interior de la vivienda a una temperatura agradable, además de que funcionen perfectamente todos los electrodomésticos y luces de la vivienda.

Con esta tecnología ha logrado un edificio solar de baja entalpía, capaz de satisfacer todas sus necesidades energéticas, aunque el cielo esté nublado. Es decir, el inmueble es capaz de funcionar captando la energía a baja temperatura, en días nublados y almacenarla.
Durante el último año ha conseguido mantener la refrigeración, calefacción, agua caliente, luz y electrodomésticos, y hasta una piscina climatizada (a más de 30º C todo el año) solo con la energía solar que genera.

"La propia estructura de hormigón del edificio pasa a ser, en realidad, una batería térmica de alta eficiencia, gracias a la inclusión de un suelo radiante caracterizado por un micro-hormigón de altísima conductividad térmica", afirma su creador, que ha patentado esta iniciativa en Europa. Sobre ese suelo se puede colocar un solado cerámico, de porcenalonsa o piedras, elementos con alta conductividad térmica.
"Este elemento hace posible que el edificio se pueda calefactar o refrigerar utilizando agua a tan sólo 20,5 º C. Las losas estructurales del edificio se conviertan en emisores perfectos de calefacción y refrigeración, hasta el punto de poder eliminar la necesidad de aire acondicionado”, agrega el experto.
Por otro lado, la fachada y la cubierta del edificio pasan a ser captadores híbridos de calor y electricidad integrados en la propia arquitectura del edificio. Toda esa energía pasa a una bomba de calor, que es la que hace funcionar los paneles térmicos en frío, durante los días nublados de invierno, siendo capaces de absorber toda la radiación difusa que emiten las nubes hasta equilibrar las pérdidas del día.
El sistema está siendo tan efectivo que todavía tiene energía suficiente para mantener una piscina climatizada a más de 30º C, incluso en invierno. Pero a su vez, la piscina sirve de acumulador híbrido térmico, una especie de reserva extra de calor. Todo este sistema se controlar con por un control central.

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