Galicia es tierra de misterios, de meigas, de pazos con tumbas en la entrada y también, de licántropos.
Comentarios: 0
Santa Mariña de Aguas Santas
Santa Mariña de Aguas Santas Pixabay

Lo habitual es que al lado de casa haya tiendas, un parque o un jardín, si estás entre los suertudos de disponer de algo verde cerca, pero no es muy común que a la vera de la entrada de casa haya una tumba, con su correspondiente muerto, ¿verdad? Salvo, claro está, que usted, estimable lector/a, sea un asesino en serie (y en serio) y vaya acumulando cadáveres en el jardín de su morada (esperamos que no sea el caso).

Pero suponiéndole sin antecedentes penales, lo lógico es que las tumbas y los muertos estén en el cementerio salvo si se es vecino/a de Santa Mariña de Aguas Santas, cerca de Allariz, en la provincia de Orense. Esta aldea, enmarcada en un paraje espectacular (si su casco histórico merece la pena, y no digamos su majestuosa iglesia, el paisaje de alrededor no desmerece tampoco), debe su nombre a una mujer que fue decapitada por un gobernador romano. Al parecer, cuando fue enterrada, surgieron tres chorros de sangre que se convirtieron en una fuente de agua. Milagrosa, por supuesto (aún se dice que cura a los enfermos).

Cerca de la iglesia también había un roble, enorme, que dice también la leyenda que sangraba si se intentaba cortar. El árbol acabó siendo pasto de las llamas debido a un rayo y posteriormente, unos madereros lo convirtieron en astillas. Ellos acabaron muriendo también, no sabemos si por ley de vida o trágicamente pero como puede verse, lo de la muerte ronda al pueblo y no solo porque tenga las tumbas a la puerta de los vecinos (hay tumbas que se extienden por las calles, anexas al pazo…).

Si queremos más misterios, que en tierras gallegas sabemos no faltan, cerca del pueblo está el llamado Horno de la Santa, donde fue quemada (sí, seguimos para bingo). Este enclave está localizado en una construcción templaria de la que queda poco en la actualidad aunque sí salen de ella varios pasajes subterráneos donde seguir zambulléndose en cosas sin resolver.

Como curiosidad y para redondear las historias dignas de novela negra, que ya sabemos que la realidad supera a la ficción en multitud de ocasiones, muy cerca de este pueblo es donde actuaba Manuel Blanco Romasanta, el conocido como hombre lobo de Allariz.

Si empezábamos este relato hablando de asesinos en serie, resulta que Romasanta tiene el dudoso honor de ser uno de los primeros serial killers del país. Se le conocen varios nombres, como hombre lobo, el sacamantecas o el sacaúntos (unto es la expresión que se utiliza en León y en Galicia para la manteca). Al parecer mató a 13 personas, la mayoría mujeres y niños, aunque la cifra no está clara.

Su historia puede verse en varios documentales ("Romasanta, la caza de la bestia", por ejemplo) y no nos extraña, porque tiene su miga. Romasanta nació en 1809 en la provincia de Ourense. Era instruido para la época, porque sabía leer y escribir, y ejerció como vendedor ambulante, pero también como sastre y tendero. En 1833, cuando fallece su mujer (no se sabe si él tuvo algo que ver en esta muerte), empieza a viajar por toda Galicia como vendedor ambulante.

Unos cuantos años después le llegaría la primera acusación de asesinato: empieza a haber desapariciones en los bosques de las localidades de Redondela y Argostios. Se empezó a extender el rumor de que vendía un ungüento milagroso de grasa por Galicia y Portugal y que se trataba de grasa humana. La aparición de algunas pertenencias de los desaparecidos acrecentó las sospechas y su carrera delictiva acabaría en 1852. Se le juzgó en Allariz. Durante el juicio confesó que una bruja le había sometido a un hechizo que le hizo transformarse en lobo y fruto de esa transformación, sentía el deseo irrefrenable de sangre y de matar. Además, comentó que iba acompañado de otros dos lobos que en realidad eran unos valencianos llamados Antonio y Genaro y que también habían sufrido la maldición de la meiga.

No se pudo comprobar si Antonio y Genaro existieron realmente y si eran de Valencia o de Murcia, pero a Romasanta se le condenó a muerte, por garrote vil, por 9 asesinatos, los únicos que se pudieron probar. Sin embargo, aquí no acabó la historia de la única persona diagnosticada en España de licantropía clínica. Un hipnólogo francés que había seguido el caso del hombre lobo pidió al Ministro de Gracia y Justicia poder estudiar el caso. La reina Isabel II, muy interesada en el esoterismo, acabó interviniendo e indultó al asesino, conmutando la pena de muerte por cadena perpetua.

Romasanta moriría a finales de 1863 en la prisión de Ceuta y no se sabe dónde están sus restos.

Ver comentarios (0) / Comentar

Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta