
El euro cumple su segunda década en circulación, con algunas actualizaciones previstas para el futuro: como el lanzamiento del euro digital, el rediseño de los billetes para 2024 o la adopción de la divisa por nuevos países de la UE, el primero de los cuales podría ser Bulgaria dentro de dos años.
A pesar de los altibajos vividos se ha consolidado como la segunda moneda más utilizada en todo el mundo, sólo por detrás del dólar que continúa liderando como moneda de reserva global, salvo en la emisión de bonos verdes, donde la mayoría son en euro.
Como reflejo de la confianza de los mercados, la cotización del euro en relación al dólar (ligeramente por encima de 1,13 dólares) ha experimentado una revalorización cercana al 27% desde su lanzamiento, a pesar de que en 2021 haya acumulado una depreciación próxima al 6% respecto al 'billete verde' debido a las posturas opuestas del BCE, que se ha comprometido a no subir tipos en 2022, y de la Reserva Federal de EEUU, que podría subirlos hasta tres veces en el año entrante.

El 2 de enero de 2002 el euro entraba en circulación a un precio de 0,8892 dólares, logrando cerrar la sesión en 0,932 dólares, con una revalorización intradía del 4,8%. Desde entonces, la cotización del euro fue en alza y permitió a la moneda europea alcanzar y rebasar la paridad respecto al dólar el 15 de julio de ese mismo año.
El 15 de julio de 2008, en plena crisis financiera y apenas un par de meses antes del colapso de Lehman Brothers, el euro establecía su cambio intradía más alto frente al 'billete verde' al alcanzar los 1,6038 dólares, una revalorización del 80,4% desde su puesta en circulación.
Pero al mismo tiempo que empeoraba el mercado hipotecario 'subprime' de EEUU junto con el sistema financiero del país y el resto del mundo, el euro perdía paulatinamente vigor y el 15 de septiembre de 2008, fecha de la quiebra de Lehman, cerraba a 1,4264 dólares.
El debilitamiento de las economías europeas en los años posteriores a la Gran Recesión, incluyendo la amenaza del 'Grexit' durante la crisis de la deuda soberana de la eurozona, la introducción de políticas de expansión cuantitativa por parte del BCE, o el impacto de la pandemia del covid-19, han erosionado gradualmente la cotización del euro, que actualmente se sitúa apenas por encima de los 1,13 dólares, un 29% por debajo del mejor cruce frente al dólar en el verano de 2008.
El euro digital y los nuevos billetes
El proceso de rediseño de los billetes de euro será uno de los mayores cambios en el dinero de la eurozona desde que el BCE decidiese acabar con la emisión de billetes de 500 euros a partir de 2018.
Más allá de esta actualización del diseño de los euros, el BCE ha comenzado un proceso para el lanzamiento de un euro digital en los próximos años y quieren tener listo un primer prototipo en 2023.
"Esperamos reducir las decisiones relacionadas con el diseño a principios de 2023 y desarrollar un prototipo en los meses siguientes", anunció el ejecutivo italiano del BCE, Fabio Panetta, subrayando que el euro digital servirá para reforzar la soberanía europea ante la creciente importancia de sistemas y medios de pago no europeos.
El dinero perdido en las monedas de viejas divisas sin cambiar
A pesar del éxito del euro, los ciudadanos de los 19 países de la eurozona aún cuentan con millones de monedas y billetes de sus respectivas divisas anteriores, incluyendo 1.575 millones de euros en las antiguas pesetas españolas.

Los alemanes son los más apegados a su viejo marco, del que aún conservan 12.350 millones de euros en monedas y billetes sin cambiar, quizás porque el Bundesbank mantiene abierta de manera indefinida la ventanilla de cambio, igual que sucede en Austria, Luxemburgo, Bélgica en el caso de los billetes o Países Bajos para algunas denominaciones.
Por otra parte, en países como Francia quedaron sin cambiar francos por un importe equivalente a unos 726 millones de euros, después de que en febrero de 2012 se dejarán de canjear, mientras que en Italia el proceso se cerró en 2019. En Portugal se han dejado de cambiar las monedas de escudo y en febrero de 2022 se dejarán de canjear los billetes.
En el caso de Grecia, se estima que han quedado sin cambiar unos 478 millones de euros en dracmas desde que se terminara el proceso de canje de billetes en 2012 y de monedas en 2004. En Chipre y Malta, países que se incorporaron a la zona euro en 2008, los ciudadanos no pueden canjear su anterior divisa desde 2017 y desde 2018, respectivamente.
En Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania los ciudadanos aún pueden canjear sus monedas de divisa antigua sin una fecha límite fijada.
Desde el Banco Central Europeo (BCE), el vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, ha expresado su confianza en que en el futuro todos los países de la Unión Europea, con la excepción de Dinamarca y del Reino Unido, acaben adoptando el euro.
En este sentido, Bulgaria figura como el principal candidato a la ampliación del club del euro, puesto que espera adoptar la moneda común europea a partir de enero de 2024, elevando así a 20 países los miembros de la zona euro.

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