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El esqueleto de un mastodonte descansa en lo alto de las colinas del exclusivo barrio californiano de Bel Air. Hoy es simplemente un montón de cemento y madera que poco a poco va tomando forma, pero en 2017 será la vivienda más cara del planeta: una mega-mansión de casi 9.300 m2 con casino, discoteca, cine, bolera y cuatro piscinas. Su precio también estará a la altura: 500 millones de dólares (unos 465 millones de euros).

A su promotor, el empresario Nile Niami, no le preocupa encontrar a quién pague semejante barbaridad de dinero por la vivienda. Tiene claro que si varios de los hombres más ricos del planeta han pagado más de 100 millones por un apartamento en Nueva York, no tendrán problema en tirar de chequera cuando vean la espectacular mansión que está construyendo.

Sabe perfectamente cuál es perfil de comprador de su casa de ensueño: “Cualquier multimillonario con un yate de 100 millones y casas por todo el planeta”. Además, en el mundillo de las viviendas de lujo hay un mantra que casi siempre se cumple: cuanto más exclusiva y ostentosa es un inmueble, más compradores dispuestos a pagar sumas desorbitadas.

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