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Edward Smith, el capitán que comandaba el Titanic, se hundió el 15  de abril de 1912 junto a su barco honrando su lealtad al mar, al trasatlántico y a los 2.224 pasajeros que tenía a su cargo. Casi un siglo después, el 13 de enero de 2012, el capitán Francesco Schettino hizo todo lo contario, abandonando el crucero Costa Concordia a la carrera en cuanto encalló frente a la isla italiana de Giglio confirmando que creía más en el “sálvese quien pueda” que en “las mujeres y los niños primero”.

Schettino dejo un crucero con capacidad para 3.780 pasajeros varado y semihundido en el que fallecieron 32 personas y 60 más resultaron heridas. Cuando se cumplen cuatro años de la tragedia, el fotógrafo alemán Jonathan Danko Kiełkowski acaba de publicar en su libro ‘Concordia’, un paseo por los restos del naufragio más famoso desde el Titanic.

En verano de 2014 Kielkowski nadó los 200 metros separaban la costa de los restos del crucero con su cámara a cuestas y se coló dentro documentando la magnitud de la tragedia que se vivió aquella noche de enero de 2012. “Los restos del barco estaban a la vista y ejercían una poderosa atracción, así que me decidí a lanzarme al agua y nadar hasta allí”, cuenta el fotógrafo en la web de la editorial White Press.    

Lo más sorprendente, según relata, es que al llegar no se encontró con nadie, las 17 plantas del Costa Concordia estaban a su entera disposición. “Contra todo pronóstico, pude entrar libremente. No había vallas ni personal de seguridad. Es más, todas las puertas estaban abiertas y los focos encendidos”, asegura. 

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1 Comentarios:

Alex A
29 Enero 2016, 6:39

Habéis visto que las máquinas traga-perras estaban abiertas? Lo primero que han hecho sacar el dinero.

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