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Whittier, en Alaska, se caracteriza por agrupar todos los habitantes bajo el techo de este edificio, el Begich Towers.
Whittier Enrico Blasutto

En el remoto sur de Alaska, oculto entre montañas cubiertas de nieve y azotado por vientos del Pacífico, se encuentra Whittier, una pequeña localidad que parece sacada de una novela distópica. Con apenas 270 habitantes permanentes, este pueblo se asienta a orillas del Prince William Sound, un fiordo espectacular que combina la belleza salvaje del paisaje con una climatología extrema.

Sin embargo, lo que hace único a Whittier no es su geografía, sino una peculiaridad casi única en el mundo: todos sus vecinos viven en el mismo edificio.

El pueblo se asienta a orillas del Prince William Sound, un fiordo espectacular que combina la belleza salvaje del paisaje con una climatología extrema.
Junto a un fiordo espectacular Colter Broadwell Photography

Protección frente al clima extremo

El edificio en cuestión se llama Begich Towers, una mole de hormigón de 14 plantas construida en los años cincuenta por el ejército de Estados Unidos. Su propósito original era servir como alojamiento para el personal militar y sus familias durante la Guerra Fría, cuando Whittier funcionaba como base estratégica y puerto de suministros.

Interior del túnel Anton Anderson Memorial Tunnel, un acceso compartido entre coches y trenes.
Interior del túnel William Gill

Hoy, este edificio se ha convertido en el núcleo absoluto de la vida del pueblo. En su interior se concentran no solo los apartamentos, sino también la oficina de correos, el supermercado, la comisaría de policía, la escuela, la iglesia, la lavandería y hasta un pequeño hotel.

Llegar hasta Whittier ya es una experiencia singular. El acceso terrestre hasta Whittier es una experiencia singular, ya que se realiza por el Anton Anderson Memorial Tunnel una infraestructura de casi cuatro kilómetros que atraviesa la montaña y que es utilizado de forma alterna por coches y trenes en intervalos de tiempo concretos. Durante el invierno, este túnel se convierte en el único acceso con el exterior.

Begich Towers es el único edificio habitado de Whittier, donde habitan todos los habitantes del pueblo.
Begich Towers sf-dvs

Por esa razón, la concentración de toda la comunidad en un solo edificio no es casualidad. Whittier se construyó en una zona donde el clima es particularmente hostil: los vientos del golfo de Alaska pueden superar los 100 kilómetros por hora y las precipitaciones anuales rondan los 5.000 milímetros de lluvia y nieve. Por lo que vivir bajo un mismo techo es una buena estrategia de supervivencia frente a las condiciones ambientales extremas.

Tras el cierre de la base militar en los años sesenta, los antiguos edificios del complejo pasaron a manos civiles. El más emblemático, Begich Towers, ofrecía una infraestructura sólida, con calefacción centralizada y espacios comunes fácilmente mantenibles y, poco a poco, los vecinos que decidieron permanecer en la zona se fueron instalando allí, adaptando las antiguas dependencias militares a una nueva vida comunitaria.

Los habitantes se describen como una familia extendida, donde todos se conocen y colaboran de manera colectiva.
Una familia extendida William Gill

Un pueblo en vertical

Hoy, el edificio es mucho más que un mero bloque de viviendas; en realidad es una ciudad vertical. Los vecinos se cruzan a diario en los pasillos y las asambleas municipales se celebran en una de las salas del edificio. Incluso la administración local funciona desde allí: la alcaldesa vive y trabaja en el mismo inmueble que sus conciudadanos. En la planta baja, una pasarela cubierta conecta el edificio con la escuela pública, lo que permite a los estudiantes desplazarse sin exponerse al frío y sin salir al exterior.

Vista panorámica de Whittier.
Panorámica de Whittier Forest Service Alaska Region, USDA

El aislamiento físico ha generado también una comunidad con una identidad muy particular. Los habitantes se describen como una familia extendida, donde todos se conocen y colaboran. Las tareas cotidianas de mantenimiento del edificio hasta la organización de actividades sociales se realizan de manera colectiva. Esta cercanía puede resultar asfixiante para algunos, pero la mayoría de los vecinos aseguran que la convivencia es armónica, basada en la confianza y el apoyo mutuo.

En verano, la localidad recibe cruceros y turistas que llegan atraídos por la singularidad del lugar y la majestuosidad del paisaje circundante.
Muelle de cruceros kisforkate

Aunque el entorno pueda parecer inhóspito, Whittier no está completamente desconectado. En verano recibe cruceros y turistas que llegan atraídos por la singularidad del lugar y la majestuosidad del paisaje circundante. Muchos de ellos quedan fascinados por la idea de un pueblo entero viviendo dentro de un solo edificio, una rareza urbana que combina, en realidad, eficiencia, aislamiento y sentido de comunidad.

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