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El impulso de las promociones de viviendas destinadas al alquiler fue una las principales medidas inmobiliarias del último Congreso del partido comunista chino. Con esta y otras medidas se trata de contener la burbuja de precios de las casas, pero por ahora solo ha hecho sino aumentar las deudas de las familias sin frenar los incrementos de precios.

La burbuja inmobiliaria en China es ya un clásico de la económica del gigante asiático. El sector mueve de forma directa e indirecta el 30% del PIB chino. Pero el precio de la vivienda sigue en terrenos de burbuja desde hace años. Según el Índice de precios de las 100 ciudades más pobladas del país, publicado por SouFun Holdings Ltd., el precio de las casas han aumentado un 31% desde 2015.

A comienzos de año, el Congreso del partido comunista chino decidió actuar para controlar el precio de las viviendas fomentado el desarrollo de edificios destinados al alquiler. El Gobierno decidió ofrecer exenciones de impuestos a los promotores que construyeran viviendas para dedicarlas al arrendamiento, en un modo de permitir el acceso a un hogar a millones de personas. Además, pedía a la banca que apoyase a aquellas empresas que se dedicaran al alquiler residencial.

Pero tras meses de su puesta en marcha, ya han surgido las primeras críticas por abordar el problema del precio de la vivienda a través de estas medidas económicas y financieras, que aún no han demostrado frenar el incremento de los precios.

Según el economista del HSBC, Chistopher Balding, el rendimiento que van a conseguir los promotores por el alquiler será tan bajo que no les va a salir a cuenta construir por este motivo, pese a que tendrían rebajas fiscales. Para Balding “Los salarios en China no son lo suficientemente altos como para seguir el ritmo de la rentabilidad por el precio de los activos. Los promotores no van a obtener una tasa de rentabilidad razonable mediante el alquiler”, concreta.

Afirma que, en ciudades como Pekín o Shanghái, la tasa de rentabilidad ronda el 1,5%, mientras que en el EEUU lega al 3% o al 4% en Canadá.

A esto añade la presión tanto sobre los promotores y constructores, por los intereses que tienen que pagar de los préstamos que tiene concedidos, como para los propios inquilinos. Por lo general, los arrendadores piden un préstamo para realizar el pago inicial por adelantado que cubre, al menos, los primeros cinco años. Pero pueden estar pagando este préstamo durante 10 años.

Para el economista, lo que hace falta para rebajar la presión de la burbuja de precios es reducir los préstamos hacia el sector inmobiliario. Sin ello, otras medidas como fomentar el aumento los pagos iniciales, aumentar la ponderación del riesgo de capital de los activos inmobiliarios para los bancos, o establecer un límite máximo para los nuevos préstamos podría quedar en nada.

“Con estas medidas para acelerar los préstamos inmobiliarios y alentar a los bancos y promotores a subsidiar a los inquilinos, el gobierno lo que está haciendo es empeorar las cosas al retrasar una reestructuración eficiente”, concreta el economista del HSBC.

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