
Lo de dar una segunda vida a las cárceles no es nuevo: uno de los atractivos turísticos de Dublín, por ejemplo, es la prisión de Kilmainham Gaol, donde se rodó la famosa película “En el nombre del padre”.
Pero una cosa es que una prisión ya cerrada se transforme en un polo de atracción turística y otra bien distinta es que tengas que darle una segunda vida a un buen número de cárceles de tu país… por falta de presos. Porque mientras en España tenemos sobrepoblación carcelaria (y la clase política ha colaborado generosamente a esta cifra en los últimos años), allí tienen que cerrar sus cárceles por falta de presos.
Desde 2013, Holanda ha cerrado nada más y nada menos que 19 cárceles y se prevé que en los próximos años se cierre alguna más: algunas de ellas han sido transformadas en viviendas para solicitantes de asilo y otras, en hoteles. Porque dormir en una celda una noche, no nos engañemos, mola, sobre todo si sabes que vas a poder moverte libremente al día siguiente.
Por ejemplo, la cárcel de Het Arresthuis, en la localidad de Roermond, que cerró en 2007 ha vuelto a la vida transformada en un lugar más apetecible: un hotel de 40 habitaciones, con distintas posibilidades.

Por último, están las suites, que, haciendo un guiño al pasado del edificio tienen los siguientes nombres: “El juez” (187 euros la noche), inspirada en los colores del cuadro del Poder Judicial en Londres que decora la pared del escritorio. También está la suite “El abogado” (143 euros la noche), de colores más oscuros ya que está inspirada en las togas negras que visten los que ejercen esta profesión; “El carcelero”, con el azul como color predominante ya que al parecer, en la renovación del lugar se encontraron gorras de uniforme de los funcionarios con este color. Finalmente, también está la suite del director, la más cara de todas (197 euros) y también, la más espaciosa.



El hotel cuenta, evidentemente, con zonas comunes que han sido creadas en los accesos a las típicas escaleras que comunicaban con las antiguas celdas.
Más allá del morbo que supone para los turistas el hecho de poder alojarse en un establecimiento de estas características o de comprar una vivienda de lujo en un edificio que en su día fue una cárcel (como en el caso de El Jardín del Norte en la ciudad holandesa de Róterdam), lo cierto es que es una forma de dotarles de una nueva vida y de evitar al Estado los monstruosos costes que supone el mantenimiento de estos edificios, a menudo, de grandes dimensiones.
Qué hace España
En nuestro paíss, por ejemplo, la antigua cárcel de Carabanchel tuvo que ser demolida en 2008 debido al abandono que presentaba la edificación y los terrenos, a día de hoy, siguen sin edificación alguna.
Sin embargo, sí hay un proyecto de reconversión en proceso: el de la cárcel La Modelo de Barcelona, situada en pleno barrio de L'Eixample y que estuvo activa durante más de un siglo. Los últimos presos abandonaron el edificio en verano de 2017 y el objetivo del Ayuntamiento de la capital catalana, con el beneplácito de la Generalitat de Cataluña (dueña de las prisiones en la región), es reconvertirlo en viviendas sociales y un gran espacio verde. La previsión es que las obras arranquen en 2019.


1 Comentarios:
El hecho de que no hay presos es porque la justicia es un cachondeo, mandan la gente a su casa o hacer servicio a la sociedad después de matar alguien.
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