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Grandes hitos de la arquitectura olímpica
idealista/news

El arte y el deporte eran disciplinas tan diferentes como similares en la Antigua Grecia. Diferentes por la evidencia de su práctica, pero similares porque ambas estaban consagradas a alcanzar la armonía ideal del ser humano, al ayudar a ejercitar la mente tanto como el cuerpo. Así, artistas y deportistas eran tratados con similar respeto y admiración, sin distinción entre ninguno de los campos. Y como tal, en las célebres Olimpiadas originales, las bellas artes se combinaban con total armonía con las competiciones deportivas.

Cuando, muchos siglos más tarde, el Barón Pierre de Coubertin se embarcó en la odisea de poner en marcha el movimiento olímpico moderno, ese detalle no le pasó por alto. Quería que el arte tuviese un peso destacado en la cita, que esta no fuese exclusivamente deportiva.

Grandes hitos de la arquitectura olímpica
Pierre de Coubertin Wikipedia

Sin embargo, para la edición inaugural de Atenas, en 1896, parecía un poco arriesgado, dado que bastante complejo resultaba ya de por sí poner en marcha solo las competiciones deportivas. El debate se suscitó a continuación, y el barón defendió con ahínco un programa olímpico en el que se recogían competiciones de arte dedicado al deporte. Aún no hubo una decisión unánime para Londres’08, pero en Estocolmo’12 se hizo realidad.

Se establecieron cinco disciplinas, y en todas ellas los trabajos debían ser inéditos y estar dedicados al deporte: literatura, música, pintura, escultura y arquitectura, divididas a su vez en categorías específicas como drama, lírica o épica en literatura; música orquestal o instrumental, canto en solitario o en coro; dibujo, artes gráficas y cuadros; estatuas, relieves, medallas, placas y medallones; y urbanismo y diseño en el caso de la arquitectura (en 1936, el gobierno alemán, que acogía los Juegos en Berlín, propuso la creación de la categoría de cine, pero no consiguió que se aprobara).

En la competición inaugural de 1912 participaron una treintena de personas en estas competiciones artísticas olímpicas, y se entregaron medallas de oro en las cinco categorías. El propio barón De Coubertin participó bajo seudónimo y su Oda al deporte fue merecedora de una medalla de oro. Por su parte, la finlandesa Aale Tynni se convirtió en la única mujer en haber ganado un título olímpico de arte (en literatura).

La popularidad de estas competiciones artísticas fue creciendo con cada nueva olimpiada, alcanzando su máximo apogeo en Ámsterdam’28, donde se llegaron a exhibir más de 1.100 obras. Pero tras la Segunda Guerra Mundial se abrió el debate sobre la incoherencia de que deportistas amateurs compitiesen en las pruebas deportistas frente a artistas profesionales en las artísticas. Además, la falta de federaciones artísticas internacionales hacía que toda la organización de las pruebas recayese sobre el país que acogía los juegos. En 1949, el Comité Olímpico Internacional tomó finalmente la decisión de eliminarlas, y en Helsinki’52 las competiciones artísticas ya habían sido sustituidas por exhibiciones fuera de competición.

¿Qué ha quedado de aquellos años de arquitectura olímpica? Para empezar, obras como la merecedora de la medalla de oro en 1928, el Estadio Olímpico de Ámsterdam, de Jan Wils. También el Gimnasio Payne Whitney de la Universidad de Yale, que le dio la plata a John Russell Pope en 1932; o el Estadio Olímpico de Breslavia, bronce para Richard Konwiarz en 1932. Pero más importante aún es el hecho de que, a partir de la supresión de las pruebas artísticas, se optó por convocar concursos de diseño olímpico en los que cada año participan destacados arquitectos. Los proyectos ganadores se benefician, además, de holgados presupuestos por parte del país anfitrión, con el objetivo siempre de que las nuevas obras se conviertan en verdaderos símbolos de los Juegos y de la propia ciudad.

El reto de la sostenibilidad

Los primeros Juegos Olímpicos de 1896 reunieron a 241 atletas masculinos de 14 países, que compitieron en atletismo, lucha, ciclismo, tenis, esgrima, natación, golf y tiro. Más de un siglo después, en las últimas olimpiadas, las de Tokio’21, fueron nada menos que 204 los países participantes y 33 los deportes en competición. Además, la arquitectura fue protagonista involuntaria de la edición, convirtiéndose en una de las cuestiones más reivindicadas a través de la política de la organización.

Si ya hemos comentado que, tradicionalmente, los Juegos ofrecen a la ciudad que los acoge la oportunidad de ejecutar importantes obras urbanísticas, Tokio quiso dejar claro que, por encima de la grandiosidad de diseños prestigiosos, les preocupaba el impacto medioambiental que pudieran suponer las obras requeridas. Eso llevó a tomar medidas como rechazar el proyecto de estadio olímpico presentado por Zaha Hadid, y la apuesta, sin embargo, por las propuestas de Kengo Kuma, un arquitecto cuyo trabajo se decanta por el uso de madera local, resultando más sostenible. Además, se llegaron a reutilizar hasta un 80 por ciento de las instalaciones de la edición de Tokio’64, que se combinaron con módulos estructurales de madera fácilmente reutilizables para la futura construcción de edificios públicos.

Así pues, en la última edición de los Juegos Olímpicos se habló poco de espectaculares diseños arquitectónicos y mucho de sostenibilidad y autosuficiencia. Está por ver qué ocurrirá en París’24 y en los Juegos que les seguirán, pero hasta entonces podemos seguir disfrutando de las grandes creaciones de las pasadas ediciones, de las que hemos seleccionado diez impactantes diseños de este nuevo milenio.

Arquitectura olímpica del tercer milenio

Villa Olímpica, Sydney 2000. Se diseñó para albergar a 15.000 atletas, pero más allá de su atractivo diseño, lo que hizo historia fue la agilidad con la que se pudo reciclar en barrio vecinal, con 900 viviendas unifamiliares y 700 apartamentos, todos ellos construidos con un alto porcentaje de materiales sostenibles.

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Villa Olímpica (Sídney) SyndeyOlympic Park

Estadio Olímpico, Atenas 2004. El español Santiago Calatrava fue responsable de un diseño que le dio más quebraderos de cabeza que recompensas, especialmente por los retrasos en la construcción y un presupuesto que se infló hasta límites casi insostenibles, con excesos como los dos arcos sobre el cielo del edificio que costaron 130 millones de euros. Hoy sigue siendo un proyecto muy criticado debido a la falta de previsión, dado que hoy la mayoría de las instalaciones están abandonadas.

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Estadio Olímpico de Atenas Oaka.com

Estadio Nacional, Pekín 2008. El prestigioso estudio suizo de Herzog y de Meuron se empapó de las claves de la cerámica china para concebir un estadio popularmente conocido como “El Nido” por lo evidente de su silueta. Para asegurarse de que el diseño estuviese marcado por la cultura china, se invitó a colaborar al artista Ai Weiwei. El pasado febrero el estadio recobró su protagonismo original al acoger los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno.

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Estadio Nacional de Pekín Wikipedia|Peter23 CC BY-SA 3.0

Centro Acuático Nacional, Pekín 2008. La firma PTW Architects fue la principal responsable de un diseño que no deja indiferente. Construido con una estructura de acero rellenada con cojines de ETFE (un polímero plástico de gran resistencia), los asistentes a las competiciones acuáticas tenían la sensación de estar, literalmente, debajo del agua, con una luminosidad fascinante.

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Centro Acuático de Pekín PTW Architects

Terminal 3 del aeropuerto internacional, Pekín 2008. En 1991, sir Norman Foster se encargó de la ampliación del aeropuerto de Stansted (Londres), considerado el primer aeropuerto moderno. Con las mismas claves (espacios diáfanos, más luz y menos barreras), el arquitecto británico afrontó en 2008 la ampliación del aeropuerto de Pekín, convirtiéndolo en su momento en el más grande del mundo, con 292 mostradores de facturación.

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Terminal 3 del aeropuerto de Pekín Foster + Partners

Centro Acuático, Londres 2012. Estas instalaciones deportivas pueden ser admiradas tanto por el trabajo de la arquitecta Zaha Hadid como la cantidad de pequeñas innovaciones propuestas por un comité de expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para conseguir unas piscinas lo más perfectas posibles para los deportistas. En el diseño de la estructura de las mismas se intentó reducir las turbulencias que se producen al nadar, con una profundidad de tres metros y bordes que absorben el oleaje.

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Centro Acuático de Londres Hufton+Crow|Zaha Hadid

New Wembley, Londres 2012. El estudio de arquitectura de Norman Foster contó en este caso con un impresionante presupuesto de 757 millones de libras esterlinas para ejecutar este no menos impactante estadio que rejuvenecía el viejo Wembley (al que doblaba en tamaño y cuatriplicaba su altura). Con capacidad para 90.000 espectadores, tal vez el elemento más sobresaliente de su diseño sea el arco de acero de 133 metros de altura que corona la estructura.

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New Wembley de Londres Foster + Partners

ArcelorMittal Orbit, Londres 2012. Del diseño de esta torre, con su estructura retorcida y espirales, se dijo que era como “la Torre Eiffel después de un ataque nuclear”. Fue obra del artista Anish Kapoor y el ingeniero Cecil Balmond y estuvo financiada en su mayor parte (20 de los 30 millones de euros que costó) por la multinacional siderúrgica AcerlorMittal, proveedora además del acero empleado. La torre fue remodelada en 2016 y hoy incorpora como atracción el tobogán más grande del mundo.

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Arcelormittal Orbit de Londres Wikipedia|CC BY-SA 2.0

Arenas Cariocas, Río de Janeiro 2016. Nada menos que tres arenas, esa fue la apuesta del estudio WilkinsonEyre, que además buscó que el diseño resultase práctico y adaptable, en aras de alcanzar la mayor versatilidad. Los tres estadios abarcan un total de 84.000 m2.

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Arenas Cariocas de Río de Janeiro Wilson Eyre

El Museu do Amanhã, Rio de Janeiro 2016. El Museo del Mañana es un enclave científico consagrado a reflexionar sobre el futuro del ser humano y el planeta. No tiene relación directa con el deporte, pero fue construido como parte del proyecto de renovación de la zona portuaria de la ciudad para las Olimpiadas de 2016. Santiago Calatrava firmó el diseño siguiendo sus líneas estilísticas habituales, que en esta ocasión se inspiraban en la bromelia, una planta muy popular en el país.

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Museo del Mañana de Río de Janeiro museudoamanha.org
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