En pleno corazón del Adriático, en las costas de los Balcanes, se encuentra una peculiaridad geográfica (política) que llama la atención: la pequeña franja de costa que tiene Bosnia y Herzegovina y que rompe con la continuidad del litoral de Croacia. Un estrecho trozo de costa bosnio que es conocido como el Saliente de Neum.
Este saliente, con apenas 24 km en el mar Adriático, encierra una historia de pactos, rivalidades y cambios políticos que datan de hace más de 300 años. Si no, sería imposible entender por qué un país tan cercano al mar no tenga más frente litoral o por qué Croacia tiene su costa partida en dos.
Una ‘marca’ defensiva
El Saliente de Neum es el principal testigo de unos acuerdos históricos que se remontan a finales del siglo XVII, concretamente a 1699 con la firma del Tratado de Karlowitz. Y es que, los Balcanes han sido una tierra muy codiciada por muchas potencias, debido a su situación privilegiada de rutas comerciales.
Durante siglos, la costa de Dalmacia (lo que hoy sería Croacia) ha estado controlada por distintas potencias: el Imperio Otomano, la República de Venecia y la República de Ragusa (hoy Dubrovnik).
En el Tratado de Karlowitz 1699, Ragusa cedió esta franja de tierra al Imperio Otomano, con el fin de evitar una frontera directa con la República de Venecia, su enemigo marítimo. De esta manera, se creó una especie de ‘marca’ defensiva que protegía a Ragusa de un ataque veneciano, ya que debería enfrentarse primero a los otomanos y luego a Ragusa.
Hasta 1878, Neum continuó bajo dominio otomano, momento en que el Imperio Austrohúngaro se anexionó Bosnia y Herzegovina, manteniendo las fronteras administrativas. Ya en el periodo yugoslavo, el saliente siguió formando parte de Bosnia y, con la disolución de Yugoslavia en 1991, el nuevo país mantendría Neum como único acceso al mar.
Un puente que une y desune
Incluyendo a la península de Klek, la costa del municipio de Neum cuenta con 24,5 km de franja litoral. Con esta cifra, Bosnia y Herzegovina se convierte en el segundo país costero del mundo con menor número de kilómetros, sólo por delante del Principado de Mónaco, que cuenta con casi 4 km de costa.
Sin embargo, Bosnia no tiene control sobre el mar ni puede construir un puerto propio, limitando su desarrollo marítimo. Además, este “corte” en la costa croata que separa Dubrovnik del resto del país, implicaba cruzar la frontera bosnia dos veces en pocos minutos, lo que resultaba problemático, especialmente tras el ingreso de Croacia en la Unión Europea.
Para solventar estas dificultades, se decidió construir el puente de Pelješac, de 2,4 km, que fue inaugurado en 2022 permitiendo conectar directamente los dos litorales croatas sin pasar por Neum. La inauguración del puente también ha generado preocupaciones sobre el acceso marítimo bosnio en un futuro.
Pese a ello, el Saliente de Neum sigue siendo un lugar marcado por su pasado, un vestigio de tiempos pasados de conquistas y guerras comerciales. Un pequeño espacio de tierra que acerca el mar a un país (casi) sin costa, y que sus habitantes lo han sabido aprovechar para potenciar el turismo.
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