Bautizada como Capilla Abierta de Hillershausen, se encuentra en una pequeña aldea. Allí la espiritualidad se mezcla con el entorno natural
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La Capilla Abierta de Hillershausen está diseñada por el estudio berlinés Christoph Hesse Architects en colaboración con la comunidad local.
Capilla Abierta de Hillershausen Laurian Ghinitoiu

En tiempos de ruido constante y vidas aceleradas, encontrar un espacio que invite al recogimiento, la reflexión y el encuentro con otros se ha convertido casi en un lujo. Pero en una pequeña aldea del oeste de Alemania se ha dado un proyecto arquitectónico con un concepto simple y, a la vez, poderoso: un lugar abierto, accesible, donde la espiritualidad se mezcla con el entorno natural y la comunidad cobra un nuevo protagonismo. Bienvenidos a la Capilla Abierta de Hillershausen.

En esta vista cenital se puede observar la cubierta, realizada en acero con forma de mandorla, que fue forjada por artesanos locales.
Mandorla Laurian Ghinitoiu

Arquitectura que respira con el entorno

Diseñada por el estudio berlinés Christoph Hesse Architects, la Capilla Abierta de Hillershausen es mucho más que una construcción religiosa. Está concebida como una escultura habitable formada por 12 pilares de piedra arenisca dispuestos en forma de mandorla y representa un nuevo enfoque en la creación de espacios de contemplación.

Diseñada como un espacio para la conexión y la experiencia comunitaria, la capilla está enmarcada por 12 columnas que juntas forman una estructura protectora, pero abierta, que recuerda a dos manos protectoras”, afirman en el estudio.

Por la noche, luces ocultas en pequeños nichos iluminan el interior, creando una atmósfera mágica.
Nichos iluminados Laurian Ghinitoiu

Lo primero que llama la atención de esta capilla es su ausencia de muros. El espacio central permanece completamente abierto, mientras que las columnas de piedra permiten el paso del viento, la luz, los aromas y los sonidos del paisaje rural que la rodea.

Los huecos entre las columnas, así como los que hay entre las columnas y el techo, crean una sensación de permeabilidad, permitiendo que los elementos naturales fluyan a través de ella”, explica el estudio. Esta elección buscaba una estética refinada y minimalista y un deseo claro: acoger sin excluir, invitar a todos, sin importar su fe o procedencia.

El proyecto forma parte de la iniciativa Open Mind Places, impulsada por el propio estudio, con el objetivo de crear lugares de encuentro en zonas rurales a través de un diseño colaborativo y el uso de materiales locales. En el caso de la Capilla Abierta, el diseño se desarrolló junto a los vecinos del pueblo, respetando sus deseos y tradiciones.

La capilla se levantó con el objetivo de crear lugares de encuentro en zonas rurales a través de un diseño colaborativo y el uso de materiales locales.
Lugar de encuentro Laurian Ghinitoiu

Detalles que cuentan historias

Cada uno de los elementos que componen la capilla ha sido cuidadosamente seleccionado tanto por su funcionalidad como por su carga simbólica y su origen. La cubierta, realizada en acero con forma de mandorla, fue forjada por artesanos locales. Este techo está perforado con pequeños orificios por los que pueden crecer plantas trepadoras, introduciendo un elemento vivo que se transforma con las estaciones.

En el centro del espacio, un candelabro de madera de roble, tallado a mano por un carpintero del pueblo, cuelga suspendido de finos cables metálicos. Por la noche, luces ocultas en pequeños nichos iluminan el interior, creando una atmósfera mágica. Estos nichos vacíos, integrados en los pilares, están dedicados a la memoria de los antepasados de la comunidad.

Está concebida como una escultura formada por doce pilares de piedra arenisca dispuestos en forma de mandorla.
Arquitectura escultórica Laurian Ghinitoiu

La elección de los materiales para la Capilla Abierta se basó en criterios de sostenibilidad, disponibilidad y durabilidad”, explican en el estudio. De hecho, el suelo de la capilla está cubierto con virutas de madera reutilizadas de un mercado navideño, y los bancos plegables dentro de cada columna también están hechos con madera donada por la comunidad.

Lejos de los templos cerrados y silenciosos, esta capilla propone una nueva forma de relacionarse con lo trascendente: sin puertas, sin distancias, sin jerarquías. En su lugar, propone una arquitectura que escucha, que abraza y que celebra lo local, lo colectivo y lo sencillo.

En el centro del espacio, un candelabro de madera de roble, tallado a mano por un carpintero del pueblo, cuelga suspendido de finos cables metálicos.
Candelabro de madera Laurian Ghinitoiu

La Capilla Abierta no impone, acompaña. No se aísla, integra. Y lo más importante: devuelve el protagonismo a las personas y a la naturaleza. Tal vez no sea una iglesia al uso, pero sin duda es un espacio donde muchos encuentran algo sagrado.

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