Lo que hoy es uno de los espacios verdes más innovadores del planeta nació, paradójicamente, del abandono. Otras ciudades del mundo han exportado el modelo
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Primera sección del High Line sobre el cruce de la calle 18, con el edificio IAC de Frank Gehry al fondo.
High Line Dan Nguyen

Entre rascacielos, tráfico constante y una de las densidades urbanas más altas del mundo, existe un lugar que contrasta con todo lo que uno imagina sobre Nueva York: el High Line, un parque lineal construido sobre una antigua vía elevada de tren. Lo que hoy es uno de los espacios verdes más innovadores del planeta nació, paradójicamente, del abandono.

Así se ve el High Line desde las alturas.
Vista aérea Wil Fyfordy

De raíles abandonados a jardín en las alturas

La historia comienza en la década de 1930, cuando la ciudad decidió construir una línea ferroviaria elevada para separar el tráfico de mercancías del tránsito de peatones y vehículos. Durante décadas, estos trenes abastecieron los almacenes y fábricas del West Side, transportando carne, productos lácteos y manufacturas directamente a los edificios industriales.

Esta infraestructura, conocida como West Side Elevated Line, fue una solución moderna para su época, diseñada para reducir los accidentes y mejorar la logística urbana. Sin embargo, la llegada del transporte por camión y la transformación del tejido industrial de Manhattan hicieron que la línea cayera en desusoEn 1980 circuló el último tren. La estructura de hierro quedó abandonada, cubierta de maleza y amenazada por la demolición.

Punto de inicio del High Line, en el cruce entre las calles Gansevoort y Washington, en Meatpacking District.
Inicio del High Line Tony Hisgett

Fue entonces cuando un grupo de vecinos, encabezados por Joshua David y Robert Hammond, decidió luchar por su conservación. Fundaron la organización Friends of the High Line con el objetivo de transformar aquella vía oxidada en un jardín público elevado. La idea parecía imposible, pero poco a poco se convirtió en un símbolo de cómo la ciudadanía puede reimaginar su ciudad.

Un jardín elevado que transformó la ciudad

High Line abrió al público en 2009, y su impacto fue inmediato. El diseño fue llevado a cabo por el estudio de arquitectura Diller Scofidio + Renfro junto al paisajista Piet Oudolf. La intervención respetó la esencia de la vía original, como su trazado estrecho, los tramos metálicos, los fragmentos de raíles y la vegetación espontánea que había crecido durante los años de abandono.

Su recorrido ofrece una experiencia única: caminar por encima de las calles de Manhattan mientras se observa la ciudad.
Por encima de las calles Stephen McFadden

El parque se extiende a lo largo de 2,3 kilómetros, desde Gansevoort Street, en el Meatpacking District, hasta la calle 34, junto al Hudson Yards. Su recorrido ofrece una experiencia única: caminar por encima de las calles de Manhattan mientras se observan edificios, obras de arte, balcones, murales y jardines temáticos que varían con las estaciones.

La vegetación es una de las claves de su éxito. Piet Oudolf, uno de los paisajistas más influyentes del mundo, diseñó un sistema de plantaciones que imitan la flora silvestre de praderas y campos, creando una sensación de naturaleza en movimiento. No se trata de un jardín ornamental, sino de un ecosistema vivo donde crecen más de 500 especies de plantas, muchas de ellas nativas de la región.

El High Line abrió al público en 2009, y su impacto fue inmediato debido a su longitud y a las vistas aéreas sobre la ciudad que ofrece.
Parque público Creative commons

Arquitectónicamente, el High Line también destaca por su integración con la ciudad. Los antiguos raíles se conservaron parcialmente, convertidos en senderos, bancos o plataformas de observación. Además, el parque incluye zonas de descanso, graderíos urbanos, fuentes y miradores al río Hudson. Todo ello hace que el visitante experimente Manhattan desde una perspectiva completamente distinta.

El impacto urbano ha sido igualmente profundo. El High Line impulsó la revitalización del West Side, atrajo galerías de arte, restaurantes, museos y nuevas viviendas, y convirtió una zona industrial degradada en uno de los barrios más dinámicos de la ciudad. Algunas críticas señalan que el proyecto aceleró la gentrificación, pero nadie duda de que la intervención marcó un antes y un después en la forma de entender el espacio público en Nueva York.

El diseño de la vegetación imitan la flora silvestre de praderas y campos a través de un ecosistema vivo, creando una sensación de naturaleza en movimiento.
Vegetación Bernd Dittrich

Hoy, High Line es uno de los parques más visitados del país. Es también un modelo exportado a otras ciudades del mundo, como París, Seúl o Sídney, que han transformado infraestructuras obsoletas en jardines y paseos urbanos.

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