Las autoridades británicas quieren poner coto al allanamiento y ocupación de viviendas y desde este mes pasa a ser delito penal en Inglaterra y Gales. Dichas actividades se castigarán con multas y penas de hasta seis meses de cárcel o una multa de hasta 5.000 libras (6.300 euros)
Anteriormente, ocupar una vivienda era condiderado una falta civil y requería que los propietarios acudieran a un juzgado a probar que los ocupantes habían entrado en la casa. Ahora, bastatá con notificárselo a la policía, que tras verificar la denuncia podrá arrestar a los ocupas
Así, los propietarios que consideren que su vivienda ha sido ocupada ilegalmente podrán notificárselo a la policía, que verificará la denuncia y podrá arrestar a los moradores si ésta se demuestra cierta
6 Comentarios:
Viene una revolucion, se masca en el aire
Si esa medida se llegase a aplicar en España, nos ahorrariamos muchos problemas
Si esa medida se llegase a aplicar en España, nos ahorrariamos muchos problemas
Sí señor, esto es justicia
Vamos corriendo hacia el abismo.....
El hambre es el motor que mueve a los animales al ataque, no lo olvidemos. Y el hombre, privado de sus condiciones humanizantes de cultura, educación, trabajo, salud, y techo, resulta ser un animal más. Nuestros políticos no tienen ya mucho más de que estirar antes de que la gente salga a buscar como sea su sustento. "Yo sin comer no me quedo", se oye cada vez más.
Y cuando se instala la ley de la selva, lo primero que cae es la libertad. Eso, que no se olvide.
Tienes toda la razón. Hace muchos años, una voz autorizada dijo aquello de: "con lo que el gobierno de un país no debe nunca a jugar, es con el estómago de sus ciudadanos".
De hecho, no hay más que mirar hacia atrás en la historia y comprobar que la mayor parte de las revoluciones habidas en diferentes países y épocas, fueron originadas porque hubo gobiernos que presionaron más de lo normal a la ciudadanía y, llegado cierto límite, todo saltó por los aires.
Lo curioso del asunto es que, llegado ese momento, en ninguno de los países donde estalló la revolución, hubo político alguno que se responsabilizara o cogiera las riendas de la situación; es más, todos desaparecieron y de ellos nada más se supo.
Esa es la verdadera naturaleza de la clase política, que cuando vienen maldadas, corren como conejos y niegan la mayor. Desgraciadamente, a la hora de la verdad no se suelen caracterizar por su valentía.
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