
A finales del siglo XIX, las sociedades recreativas y deportivas comenzaron a consolidarse como entidades en la mayoría de las poblaciones. Peñas, clubes, círculos o asociaciones se conformaron para agrupar a personas con cierta afinidad en lo deportivo y lo social. La gran mayoría de los locales de estas sociedades decimonónicas e históricas han desaparecido, pero en algunos sitios todavía tienen la suerte de contar con ese patrimonio.
En Austin, Estados Unidos, el edificio del Uptown Sports Club, construido en 1893 por el inmigrante alemán Fritz Hot que había sido con anterioridad panadería y carnicería, ha sido objeto de una interesante rehabilitación que rinde homenaje a su pasado y lo adapta a la vida contemporánea, transformando el espacio en un punto de encuentro gastronómico.

Respetar la memoria
Ubicado en el este de Austin, el inmueble ha sido rehabilitado por el estudio Michael Hsu Office of Architecture. Según sus palabras, “este proyecto rinde homenaje a un gran edificio y a la mitología de una esquina emblemática del este de la ciudad, al tiempo que añade un nuevo capítulo a su historia”.
Hoy, bajo una nueva identidad, acoge a vecinos y visitantes con una carta que combina cafés y cócteles con las recetas del célebre chef Aaron Franklin, todo ello en un entorno que invita a quedarse.

La declaración del edificio como monumento histórico en 2020 obligó a respetar estrictamente las normas de rehabilitación establecidas por el Departamento del Interior. Pero, más que una limitación, la normativa se convirtió en una oportunidad para profundizar en su legado.
De esta manera, se reconstruyeron elementos originales a partir de fotografías antiguas, como el letrero pintado a mano en los años 60 por Joseph Henderson, que hoy vuelve a coronar la fachada del local.
El estudio también ha recuperado el suelo de pino, ha mantenido los herrajes originales de las puertas, o ha conservado la característica entrada en esquina biselada, además de la cornisa decorativa de ladrillo, los arcos segmentados sobre puertas y ventanas, y el toldo de madera fueron restaurados con sumo detalle.

En palabras del propio estudio: “restaurar un edificio de 130 años de antigüedad significaba equilibrar las peculiaridades estructurales, los requisitos fiscales históricos y la funcionalidad moderna”.
El resultado ha significado preservar la estética original y dotar al espacio de una nueva funcionalidad sin perder su esencia. La transición entre la barra que da a la parrilla de leña, el comedor principal y el patio trasero es fluida y acogedora. El espacio se siente abierto, inclusivo, con una clara vocación de comunidad.
Sostenibilidad y comunidad
La conservación del Uptown Sports Club hizo imposible rehabilitar todos los elementos y materiales originales. En esos casos, se utilizaron alternativas recicladas o recuperadas, manteniendo así el alma del edificio y reduciendo su huella ecológica.

También se incorporaron tecnologías de ahorro energético como madera con certificación FSC, sistemas constructivos de alto rendimiento, accesorios de bajo consumo o acabados de baja toxicidad.
Según el estudio, “este proyecto reforzó el valor de la reutilización adaptativa y la importancia de la conservación histórica en la creación de espacios que resuenan profundamente en la comunidad”.


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